El personal penitenciario desempeña un papel crucial en los espacios físicos destinados al cumplimiento de la prisión preventiva, así como para la ejecución de penas durante la vida cotidiana del internamiento y rehabilitación para la reinserción, en tiempo y forma, de las personas privadas de su libertad (PEA).
Estos profesionales son la columna vertebral del sistema penitenciario para mantener en el marco de la Ley, el orden, el tratamiento, el bienestar y garantizar que las prisiones no sean lugares de castigo, sino de transformación y esperanza.
Uno de los aspectos fundamentales del trabajo del personal penitenciario es la seguridad. En un entorno donde las tensiones pueden escalar rápidamente, el personal de Custodia Penitenciaria debe estar preparado para manejar situaciones de crisis y violencia con calma y eficacia. Su capacidad para mantener el orden es vital no solo para proteger a los internos, las visitas, litigantes, el personal, otros y las instalaciones, sino también para crear un ambiente donde las actividades puedan llevarse a cabo sin contratiempos.
Además de la seguridad, el personal penitenciario también actúa como interlocutor entre los internos y el sistema judicial. Son ellos, quienes implementan las políticas y los programas diseñados a través del Plan de Actividades: educativas, culturales, de trabajo, de capacitación para el trabajo, de protección para la salud, deportivas, recreativas y otras para lograr la reinserción de la persona sentenciada a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir.
Su participación directa en estos programas significa que tienen una influencia sustantiva en el éxito o fracaso de la reinserción de los internos. Un personal bien capacitado y comprometido puede marcar la diferencia en el ámbito penitenciario, ayudando a desarrollar habilidades para modificar comportamientos para una vida productiva fuera de la prisión.
La relación entre internos y personal penitenciario es factor clave en los centros. Una actitud respetuosa y justa por parte del personal, alineada con igual respeto por parte de los internos, fomenta un ambiente de cooperación y respeto mutuo, que facilita la convivencia y reduce conflictos. Por ello, la comunicación efectiva, entre otras, son habilidades esenciales que el personal penitenciario debe poseer para manejar las complejidades emocionales y psicológicas de los internos, quienes están lidiando con traumas, estrés, ansiedad y sentimientos de desesperanza.
Por lo tanto, el fortalecimiento del personal penitenciario también es una cuestión de derechos humanos. Al mejorar las condiciones laborales y proporcionar la formación pertinente, no solo se beneficia al personal, sino también a los internos.
Es esencial reconocer y valorar la labor del personal penitenciario. En algunos momentos son percibidos negativamente; sin embargo, su papel es indispensable y significativo en el “último eslabón de la cadena de justicia”. Reconocer su contribución no solo es un acto formal, también es una forma de motivar y elevar el nivel de profesionalismo del sistema penitenciario.
En conclusión, el trabajo y las aportaciones del personal penitenciario en México juegan un papel esencial en la seguridad, rehabilitación y reinserción de los internos. Transformará las prisiones en lugares de oportunidad y cambio. Entonces, invertir en su formación, bienestar y reconocimiento no solo mejorará el sistema penitenciario, sino también contribuirá a una sociedad más justa y segura para todos.
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Fecha de publicación programada: domingo 25 de agosto 2024