/ lunes 24 de junio de 2024

El poder más oscuro y corrupto

En los últimos días, el tema en boga ha sido la reforma al Poder Judicial, lamentablemente, la oposición ha buscado infundir miedo, desinformación y desprestigio, sin abrirse al debate, necesario en toda sociedad democrática. Para erradicar estas malas prácticas debemos tener el siguiente contexto. El Poder Judicial ha olvidado su más grande enmienda: la impartición de justicia. Es un poder que está rebasado, caduco. Es el poder más oscuro y corrupto del sistema político mexicano. En nuestro país, la impunidad es el principal factor de desconfianza ciudadana a los impartidores de justicia.

De acuerdo con el Índice Global de Impunidad 2020, México estaba en el top 10 de los países con los niveles más altos de impunidad, en el lugar 60 de 69 y el 91% de los delitos no se castigan. A lo largo de los años, los fallos y sentencias de la Corte han tenido sesgos, donde la balanza se ha inclinado a favor o en beneficio de los deleznables intereses de los particulares, los poderes fácticos, políticos y económicos. Aunado a que los ministros ganan más que el presidente de la República, viven en los excesos, el oropel y el derroche.

Los pilares del sistema político mexicano y las instituciones se deben renovar. Se requieren profundas reformas ante un modelo que ha caducado desde hace décadas. Un modelo que ha estado secuestrado por el espectro de la corrupción. En este sentido, el pueblo de México exige una reforma integral al Poder Judicial. Mediante diversas encuestas nacionales, el 81% de las y los mexicanos avalan como necesaria la transformación del sistema judicial.

El espíritu de esta reforma no plantea atentar contra la autonomía de este poder. Lo que se busca es que la ciudadanía elija y evalúe a los verdaderos impartidores de justicia, ministras y ministros, magistradas y magistrados, juezas y jueces por voto popular, quienes serán postulados por los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Los partidos políticos no podrán intervenir. Asimismo, la reforma busca sustituir al Consejo de la Judicatura Federal por un Tribunal de Disciplina Judicial y así tener un auténtico órgano de administración judicial.

En esencia, esta reforma plantea que México cuente con un sistema judicial donde se brinde legitimidad, independencia y representatividad ciudadana. Para que exista un auténtico Estado de derecho, una democracia sólida y estabilidad social, es imperante tener certeza jurídica. La justicia es la base para la prosperidad, el desarrollo, la productividad y de mejores oportunidades de bienestar para todos.

En los últimos días, el tema en boga ha sido la reforma al Poder Judicial, lamentablemente, la oposición ha buscado infundir miedo, desinformación y desprestigio, sin abrirse al debate, necesario en toda sociedad democrática. Para erradicar estas malas prácticas debemos tener el siguiente contexto. El Poder Judicial ha olvidado su más grande enmienda: la impartición de justicia. Es un poder que está rebasado, caduco. Es el poder más oscuro y corrupto del sistema político mexicano. En nuestro país, la impunidad es el principal factor de desconfianza ciudadana a los impartidores de justicia.

De acuerdo con el Índice Global de Impunidad 2020, México estaba en el top 10 de los países con los niveles más altos de impunidad, en el lugar 60 de 69 y el 91% de los delitos no se castigan. A lo largo de los años, los fallos y sentencias de la Corte han tenido sesgos, donde la balanza se ha inclinado a favor o en beneficio de los deleznables intereses de los particulares, los poderes fácticos, políticos y económicos. Aunado a que los ministros ganan más que el presidente de la República, viven en los excesos, el oropel y el derroche.

Los pilares del sistema político mexicano y las instituciones se deben renovar. Se requieren profundas reformas ante un modelo que ha caducado desde hace décadas. Un modelo que ha estado secuestrado por el espectro de la corrupción. En este sentido, el pueblo de México exige una reforma integral al Poder Judicial. Mediante diversas encuestas nacionales, el 81% de las y los mexicanos avalan como necesaria la transformación del sistema judicial.

El espíritu de esta reforma no plantea atentar contra la autonomía de este poder. Lo que se busca es que la ciudadanía elija y evalúe a los verdaderos impartidores de justicia, ministras y ministros, magistradas y magistrados, juezas y jueces por voto popular, quienes serán postulados por los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Los partidos políticos no podrán intervenir. Asimismo, la reforma busca sustituir al Consejo de la Judicatura Federal por un Tribunal de Disciplina Judicial y así tener un auténtico órgano de administración judicial.

En esencia, esta reforma plantea que México cuente con un sistema judicial donde se brinde legitimidad, independencia y representatividad ciudadana. Para que exista un auténtico Estado de derecho, una democracia sólida y estabilidad social, es imperante tener certeza jurídica. La justicia es la base para la prosperidad, el desarrollo, la productividad y de mejores oportunidades de bienestar para todos.