/ martes 3 de diciembre de 2024

El primer presidente afrodescendiente 

“El pueblo llegó al Senado”, no son sólo palabras. Es un hecho real que se palpa en la cámara alta, en donde por primera vez llegamos representantes de grupos minoritarios a través de las acciones afirmativas.

Estamos hablando de indígenas, afromexicanas, migrantes y de la diversidad. Mi caso es uno de ellos: soy la primera mujer afromexicana que por acción afirmativa ocupa un escaño en el Senado de la República.

Gracias a estas acciones afirmativas llegaron al congreso representantes de grupos minoritarios que expondrán su problemática y exigirán relevancia a sus demandas.

Y nuestras demandas, después de años, se tradujeron en la reforma constitucional de pueblos indígenas y afrodescendientes que modifica el artículo segundo constitucional y con ello queda en la constitución el reconocimiento y protección de los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos. Somos sujetos de derecho, el Estado está obligado a garantizar nuestra cultura e identidad.

Por primera vez se reconoce en la Carta Magna la importancia de estas poblaciones, sobre todo del pueblo afromexicano, lo cual abrirá una serie de participaciones y de accesos a esta población de la que yo soy parte. El pueblo afromexicano guerrerense es mi pueblo, por que soy una costeña guerrerense.

Nosotras y nosotros, durante más de 500 años fuimos invisibilizados lo que llevó al no reconocimiento. El mestizaje es de tres no de dos como nos lo quisieron imponer. La herencia es negra, indígena y española.

Somos fundadores de la nación. Estamos presentes en la cultura mexicana, en su gastronomía, por ejemplo: los tacos de tripa, buche, lengua, hígado, la pancita; el agua de Jamaica y de sandía eran alimentos de las personas esclavizadas que llegaron de África a Veracruz de “manera legal” y a Acapulco, de manera ilegal.

El Estado mexicano se negó una y otra vez en reconocer que tenía pueblos negros en México, a pesar de sus contribuciones históricas.

Por ejemplo, en el centro del recinto legislativo del Senado de la República, dice: “La patria es primero”. Nos causa mucho orgullo decir que esa frase la dijo Vicente Guerrero. Pero nadie reconoce que Vicente Guerrero fue nuestro primer presidente afrodescendiente, como nadie reconoció a Juan N. Álvarez o a Morelos.

Por cierto, una de las grandes contribuciones históricas de los afrodescendientes fue el movimiento independentista, en el que Vicente Guerrero luchó de la mano de cientos de hombres negros que lo acompañaron en su ejército. No fue casual que la principal demanda, fue la abolición de la esclavitud.

Hoy en la cuarta transformación por fin llega el reconocimiento por el que hemos luchado por décadas los pueblos negros de México: los costeños, los jarochos, los mazcogos.

Por ello, la importancia de las voces de quienes llegamos por acciones afirmativas. Somos el receptáculo y las voceras de las y los que por décadas fueron ignorados.

Ante esto, es fundamental insistir a los partidos políticos que no simulen las acciones afirmativas. Son el instrumento por el que muchas voces llegan a los congresos llevando las demandas de la población vulnerada. Por ello hace sentido, por primera vez en nuestro país, decir que el pueblo llegó al Senado.

Senadora por Morena


“El pueblo llegó al Senado”, no son sólo palabras. Es un hecho real que se palpa en la cámara alta, en donde por primera vez llegamos representantes de grupos minoritarios a través de las acciones afirmativas.

Estamos hablando de indígenas, afromexicanas, migrantes y de la diversidad. Mi caso es uno de ellos: soy la primera mujer afromexicana que por acción afirmativa ocupa un escaño en el Senado de la República.

Gracias a estas acciones afirmativas llegaron al congreso representantes de grupos minoritarios que expondrán su problemática y exigirán relevancia a sus demandas.

Y nuestras demandas, después de años, se tradujeron en la reforma constitucional de pueblos indígenas y afrodescendientes que modifica el artículo segundo constitucional y con ello queda en la constitución el reconocimiento y protección de los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos. Somos sujetos de derecho, el Estado está obligado a garantizar nuestra cultura e identidad.

Por primera vez se reconoce en la Carta Magna la importancia de estas poblaciones, sobre todo del pueblo afromexicano, lo cual abrirá una serie de participaciones y de accesos a esta población de la que yo soy parte. El pueblo afromexicano guerrerense es mi pueblo, por que soy una costeña guerrerense.

Nosotras y nosotros, durante más de 500 años fuimos invisibilizados lo que llevó al no reconocimiento. El mestizaje es de tres no de dos como nos lo quisieron imponer. La herencia es negra, indígena y española.

Somos fundadores de la nación. Estamos presentes en la cultura mexicana, en su gastronomía, por ejemplo: los tacos de tripa, buche, lengua, hígado, la pancita; el agua de Jamaica y de sandía eran alimentos de las personas esclavizadas que llegaron de África a Veracruz de “manera legal” y a Acapulco, de manera ilegal.

El Estado mexicano se negó una y otra vez en reconocer que tenía pueblos negros en México, a pesar de sus contribuciones históricas.

Por ejemplo, en el centro del recinto legislativo del Senado de la República, dice: “La patria es primero”. Nos causa mucho orgullo decir que esa frase la dijo Vicente Guerrero. Pero nadie reconoce que Vicente Guerrero fue nuestro primer presidente afrodescendiente, como nadie reconoció a Juan N. Álvarez o a Morelos.

Por cierto, una de las grandes contribuciones históricas de los afrodescendientes fue el movimiento independentista, en el que Vicente Guerrero luchó de la mano de cientos de hombres negros que lo acompañaron en su ejército. No fue casual que la principal demanda, fue la abolición de la esclavitud.

Hoy en la cuarta transformación por fin llega el reconocimiento por el que hemos luchado por décadas los pueblos negros de México: los costeños, los jarochos, los mazcogos.

Por ello, la importancia de las voces de quienes llegamos por acciones afirmativas. Somos el receptáculo y las voceras de las y los que por décadas fueron ignorados.

Ante esto, es fundamental insistir a los partidos políticos que no simulen las acciones afirmativas. Son el instrumento por el que muchas voces llegan a los congresos llevando las demandas de la población vulnerada. Por ello hace sentido, por primera vez en nuestro país, decir que el pueblo llegó al Senado.

Senadora por Morena


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