Por Laura Coronado Contreras
Los sicarios digitales son atacantes a sueldo dedicados a utilizar las redes sociales para acosar, humillar, publicar información falsa y, en términos generales, atentar contra el honor, la privacidad y la integridad de sus víctimas. ¿Un término demasiado fuerte?
La popularización de las plataformas y la comercialización por parte de influencers, crearon -sin pensarlo- un mercado negro: las llamadas “granjas de bots”, es decir, programas informáticos generalmente enfocados a realizar tareas repetitivas y que usualmente se dedican a comentar perfiles para engrosar, artificialmente, sus seguidores o la interacción con ellos. Lo que comenzó, de manera inicial con un fin mercadológico -y poco ético- rápidamente se introdujo en la política, no sólo para aumentar la popularidad de candidatos y gobernantes, sino para denostar a competidores. ¿Podemos ponerle fin?
Lamentablemente, la violencia digital se ha normalizado en sus distintas modalidades: desde comentarios ofensivos, amenazas, memes insultantes hasta el acoso, la pornovenganza, intercambio de imágenes sin autorización o la propagación de rumores y cuyas consecuencias son impactantes para la vida de las víctimas, en su mayoría mujeres. Por desgracia, son pocas las repercusiones en el ámbito jurídico por vacíos legales y un acceso a la justicia burocrático y lento, lo que crea un halo de impunidad por parte de los agresores.
Eduardo Galeano señalaba que “la violencia engendra violencia, como se sabe; pero también engendra ganancias para la industria de la violencia, que la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo”.
¿Cuál es el límite entre conductas triviales y -aparentemente- inocentes y aquellas que pueden ser delictivas? La búsqueda de fama, la monetización, el sentimiento de incidir en las decisiones de otros ha convertido al ciberespacio en el medio ideal para prácticas que pueden implicar riesgos. Por ejemplo, la sobreexposición de contenidos en internet abre la puerta para que “el público” opine, describa, etiquete o transforme imágenes, audios, videos o publicaciones en mecanismos de acoso. Esto, obviamente, crecerá de forma exponencial con el uso de herramientas de Inteligencia Artificial.
Y, no sólo eso, ahora nos enfrentamos a empresas dedicadas a empañar la trayectoria de cualquier persona a cambio de una contraprestación económica aprovechándose de perfiles falsos y el anonimato que les proporciona el internet. Hoy más que nunca, al no contar con mecanismos adecuados, con las votaciones de 2024 acercándose, con dos candidatas a la Presidencia de la República y muchas mujeres más que aspirarán a cargos de elección popular en distintos niveles de gobierno, es necesario que nos encontremos más alertas que nunca.
¿Debemos dejar que la desinformación vuelva a ganarnos la partida? Charles Manson mencionó en alguna ocasión: “mírame con atención y te verás a ti mismo”. Si frivolizamos los delitos cometidos por los sicarios digitales, compartimos noticias falsas, nos burlamos en redes sociales de otros y opinamos sin conocimiento y responsabilidad, efectivamente, somos cómplices de éstos. ¿Es lo que queremos?
Investigadora de la Universidad Anáhuac México. @soylaucoronado