El próximo martes a las 21 horas en el Gran Museo del Mundo Maya de Mérida, capital yucateca en la zona sur de nuestro país, celebrará el tercer y último debate presidencial de este proceso 2018. El tema general es Economía y Desarrollo, aunque habrá segmentos específicos para abordar con más detalle “Crecimiento económico”, “Pobreza y desigualdad”, “Educación, “Ciencia y Tecnología”, “Salud”, “Desarrollo Sustentable y cambio Climático”.
Es público desde hace algunas semanas que la moderadora y los moderadores son Gabriela Warkentin, Leonardo Antonio Curzio Gutiérrez y Carlos Puig, periodistas con amplia experiencia para conducir un intercambio que en esta cita debe tomar en cuenta la discusión que en redes sociales fue convocada previamente para registrar preguntas dirigidas a candidatos, cuestionamientos, videos, fotos y comentarios diversos sobre los temas a debatir.
En el primer debate el 22 de abril en el Palacio de Minería de la CDMX, se entregó a moderadoras y moderador un paquete de estudios donde se plasmaban percepciones y preocupaciones comunes de la población mexicana para que pudieran ser tomados en cuenta al momento de preguntar a la entonces candidata y los candidatos que permanecen en la contienda; en el segundo debate el 20 de mayo en Tijuana, tuvimos público presente realizando de viva voz seis preguntas y ahora moderadora y moderadores van a elegir 15 preguntas o planteamientos concretos directamente de la conversación abierta que cerró el 5 de junio en redes sociales para recabar preocupaciones a propósito del tercer debate en puerta.
En 1994 se inauguraron los debates presidenciales México y no habíamos tenido desde entonces tres encuentros cara a cara con difusión masiva y presencia de todos los candidatos; tampoco, hasta este 2018, había sido posible concretar formatos más flexibles que permitieran a moderadores hacer preguntas, solicitar precisión, postura clara sobre temas específicos o incluir alternativas de participación ciudadana con incidencia directa en la discusión entre presidenciables como ahora lo harán las redes y hace un par de semanas el público de Tijuana para romper aquella lógica de zona de confort donde candidatos y su estrategia de silencio o generalidades era siempre más atendida que las condiciones para propiciar claridad de información y argumentos para la audiencia votante.
Hemos dado pasos muy importantes para salir de esos monólogos estudiados, de guiones favorables a la ambigüedad por la sobreprotección que implicaban hasta en los encuadres de cámara inamovibles que se acordaban para garantizar buena imagen, que no se mostrara un mal ángulo de algún candidato, ninguna de sus reacciones de enojo o sorpresa cuando la intervención de otro lo aludiera, y entonces no se enfocaba eso por regla, solo podía observarse su rostro cuando el uso de la palabra lo acompañara enunciando sin interrupción líneas preparadas.
En esos formatos, tuvieran o no relación con la agenda de discusión convocada, nadie podía solicitar centrarse en el tema, matizar, aclarar alguna idea suelta. Hoy sí.
Las réplicas de aquellos otros años eran una extensión de las intervenciones porque el turno para ocuparlas significaba siempre espacio dispuesto para responderle a quién ni siquiera lo había referido directamente en ese momento.
La distancia entre las campañas y las urnas es corta, apenas 24 días. El debate de Mérida es una mesa puesta para robustecer el voto informado, eso es lo sustantivo de cualquier ejercicio de contraste entre ofertas presidenciales en juego, mostrar insumos nítidos ante electores que buscan respuestas para ejercer su derecho a elegir a partir de información cierta y de viva voz. El voto razonado no se agota en los debates pero tiene en ellos una herramienta fundamental para concretarse, de gran alcance, un espacio para afianzar o modificar voluntades ya perfiladas, disipar dudas o matizar certezas que no habían reparado en datos o propuestas por no tenerlos a la vista o lejos de la generalidad que permiten promocionales musicalizados de apenas 30 segundos.
De eso se tratan estos ejercicios, de promover vitrinas que sean útiles para la toma de decisiones en un entorno democrático libre, con diálogo franco, claro, civilizado
Consejero del INE
@MarcoBanos