Uno de los acontecimientos más importantes en la vida política de cualquier país son las elecciones. En un régimen presidencial, los comicios para elegir al poder ejecutivo toman una relevancia particular, dadas las facultades y el peso político que aquel tiene en la vida de la nación.
Lo anterior no significa que las elecciones parlamentarias, así como las competencias del Congreso y del poder judicial, sean irrelevantes, todo lo contrario, son tan importantes como la primera, ya que de ellas depende, en mucho, la gobernabilidad, por la conformación o no de mayorías y el hecho de que la o el presidente recién electo pueda llevar a cabo su programa de gobierno.
Sin embargo, la mediatización y la encarnación del poder ejecutivo en una sola persona hacen justamente de esta elección un acontecimiento de gran relevancia en la vida pública nacional. En tal sentido, cabe recordar que tanto en México como en Estados Unidos (EU) se celebrarán comicios presidenciales el 2 de junio y el 5 de noviembre de 2024, respectivamente. Ambos tienen sus singularidades e importancia, aunque los dos tienen correlación, desde luego de manera proporcional cada uno.
En el caso de México, existen grandes probabilidades de que se elija por primera vez a una mujer como jefa de Estado, si bien existe en la contienda un candidato a la primera magistratura. En cualquier caso, quien resulte electa o electo tendrá que seguir avanzando en desafíos como migración, medio ambiente, seguridad, crimen organizado y tráfico de armas provenientes de la frontera norte, además de abordar la siempre compleja relación con EU, la cual tiene muchos elementos, uno de los cuales es el comercial, plasmado en el T-MEC.
El Tratado tendrá que ser revisado en 2026, por lo que el nuevo gobierno en México podría comenzar desde antes un diálogo con sus contrapartes, a fin de fortalecer el enfoque norteamericano de la integración comercial en temas como el automotriz —para que se cumpla con el contenido regional que debe tener un vehículo—, la inteligencia artificial y las energías limpias, entre otros.
Por su parte, en la elección presidencial estadounidense se avizora, en principio, la contienda entre el actual presidente Joe Biden y el ex primer mandatario Donald Trump. Algunos de los temas que preocupan a ambos aspirantes no son muy distintos de los ya mencionados: migración, narcotráfico y seguridad son solo algunas de las inquietudes que se encuentran en la agenda presente y futura de los dos políticos con respecto a la relación con México. La diferencia estriba en que el segundo tiene una postura más radical en temas como el migratorio. Ha llegado a declarar que detendrá la invasión de personas indocumentadas a su país y que cerrará la frontera con el nuestro.
Sin embargo, el presidente López Obrador señaló que, si bien durante las campañas se expresan muchas ideas para ganar votos, no es posible, por ejemplo, cerrar las fronteras. Y es cierto. México se convirtió en el primer socio comercial de EU, con un intercambio de alrededor de 600 mil millones de dólares (noviembre de 2023).
La eventual candidatura presidencial y triunfo de Donald Trump tendría sin duda diversas implicaciones a nivel global y, por supuesto, en relación con nuestro país. No obstante, a diferencia de otras gestiones de gobierno, la transformación que está en marcha en México nos permite tener interlocución entre iguales con todos los Gobiernos del mundo; nos posibilita, asimismo, aprovechar las ventajas de la relocalización de las industrias (por citar un caso), debido a que se combate la corrupción, se respeta el Estado de derecho y se cuenta con infraestructura para aprovechar esta coyuntura, sin soslayar que, en temas como el migratorio o el del tráfico de drogas, la cooperación bilateral es fundamental, debido a que son fenómenos transnacionales, no únicamente nacionales.
Así, ambas elecciones presidenciales representan la oportunidad para nuestros pueblos de caminar juntos, no de confrontarse.
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