Por ahí de 2014 empezó a circular en los sectores tecnológicos el término “computación en la nube” o cloud computing para referirse al almacenamiento y posterior acceso a nuestra información a través del internet, en lugar de usar dispositivos externos físicos como el disco duro de nuestra computadora.
Cada vez es menos común escuchar que alguien perdió tal o cual documento porque la memoria USB donde lo tenía guardado, se dañó; es decir que pasamos del “local computing” al “cloud computing”. Este giro de 180 grados ha ocurrido en menos de una década y hoy es una tendencia global que la pandemia ayudó a apresurar, debido al trabajo remoto y la necesidad de acceder a información desde cualquier equipo en lugares distintos a las oficinas.
Un factor esencial para consolidar la computación en la nube ha sido la evolución de 3G, a 4G y recientemente a 5G. Es decir que con el desarrollo de las redes móviles aumentó la velocidad para subir y bajar información de internet, lo cual ha permitido cosas tan esenciales como enviar un archivo por mail desde el celular en segundos o buscar una dirección en una aplicación de mapas. Hasta cosas más complejas como bajar información de una base de datos global o mejorar la calidad del audio y video de las producciones publicitarias.
Particularmente en América Latina, guardar nuestra información en la nube empezó a ser más sencillo, accesible y seguro, a partir de 2012 y, como todo avance digital, su ascenso se ha basado en la facilidad de acceso, pues fue en este año cuando las compañías de telecomunicaciones empezaron a comercializar servicios o los gobiernos convocaron licitaciones relacionadas con la tecnología 4G.
Para finales de 2021, con la llegada de la 5G, los servicios tecnológicos basados en la nube prometen más y mejor acceso para todos los usuarios y la oportunidad de negocios “basados en la nube” cada vez más eficientes y a nivel nacional, pues de acuerdo con la International Data Corporation (IDC, por sus siglas en inglés), en el bienio 2021-2022, la cobertura 5G alcanzará las 100 ciudades más importantes del país.
Hoy en día podemos almacenar miles de fotografías tomadas con nuestros teléfonos, en la nube; acceder a documentos de trabajo mediante un drive, incluso compartirlos para que varias personas los modifiquen en tiempo real; podemos enviar archivos de audio y video pesados en minutos mediante aplicaciones basadas en la nube diseñadas especialmente para tal fin.
En otras palabras, hoy podemos hablar de la “cloudización de la economía” y cómo está globalizando los mercados vertiginosamente. Lo cual nos lleva a hablar de la necesidad de digitalizar a las empresas de todos los sectores y tamaños, pues los avances en las redes de telecomunicación transforman los mercados y crean modelos de negocio que, si bien son cada vez más atractivos, están en innovación permanente.
Naturalmente, no todas las industrias avanzan al paso que marca la tecnología, lo cual evidencia ineficiencias en las cadenas de valor. Esto es especialmente evidente para las empresas de menor tamaño, pues el riesgo de quedarse relegadas es alto, por eso el uso intensivo de tecnologías debe ir de lo micro a lo macro: de los procesos administrativos sencillos a la transformación del modelo de negocios. El reto no es subirse a la ola tecnológica, el reto es que esa ola no nos arrastre y que seamos capaces de permanecer y avanzar con ella.