El 7 de octubre de 2023, el mundo fue testigo de una tragedia desgarradora, cuando una serie de ataques violentos resultaron en la pérdida de aproximadamente miles de vidas a través de las peores atrocidades en escenas inimaginables. Este día, nos encaramos contra lo más cruel de la humanidad y marcó un punto crítico en la historia del conflicto en Medio Oriente.
Cada una de las víctimas del 7 de octubre, representan un sueño truncado, una familia rota, una vida apagada y todas ellas en conjunto representan el duelo de una nación, de un pueblo, de la humanidad. Debemos honrar su memoria mediante el compromiso de causas personales profundas, de una reflexión interna que nos encamine a un cambio colectivo, humano, mediante la paz desde cada una de las trincheras que nos corresponda.
Sin embargo, la tragedia no terminó el 7 de octubre. Desde entonces, hemos visto la continuación de la violencia y la pérdida, con más víctimas que han caído en el camino hacia un futuro incierto. Son dolorosas todas las situaciones desgarradoras que trae consigo una guerra: el sufrimiento, la pérdida de vidas humanas, la violencia, la polarización.
A menudo, diferentes narrativas emergen, cada una enraizada en experiencias y perspectivas diversas. En este caso, la verdad no solo implica el reconocimiento de los actos de violencia, sino también la comprensión de la historia que ha llevado a estos enfrentamientos. Miremos hacia la situación mundial en donde en cada rincón del mundo se toma una posición ante el conflicto y preguntémonos: ¿qué queremos de éste, nuestro mundo?, pero antes valdría la pena darnos un espacio de reflexión personal: ¿qué estamos defendiendo?
Hoy en un mundo donde tantos podemos tener una voz y no todos tenemos algo importante que decir, es imperativo buscar dentro de nosotros mismos las respuestas antes de arrojar las ideas al por mayor. ¿Hacia que valores nos estamos alineando? Definitivamente las víctimas de ambos lados de un conflicto duelen, así como el sufrimiento y la tragedia que conlleva, y es que, estoy a favor de la paz, pero a veces esa noción parece muy alejada de la realidad, podría decir que pareciera inevitable el conflicto, cuando existen grupos que simple y llanamente buscan la destrucción a través del terror de todo el que no tiene las mismas ideologías.
Hamas nunca ha buscado el bienestar de su población. En lugar de ver por la prosperidad social, estuvo más de 15 años armándose para este ataque, es desgarrador ver que un acuerdo en 2005 en el cual, Israel salió de Gaza, haya fomentado una barbarie de tal magnitud casi 20 años más tarde. Eran evidentes, los pasos a seguir por parte de Israel tras aquel día.
Podemos estar muy en desacuerdo ante estrategias políticas, ante la situación del conflicto de territorio en Medio Oriente, ante posturas que emanan de juicios religiosos. Lo que me quita el sueño, es la dificultad que tenemos como humanidad para encaminarnos hacia el camino de paz, entiéndase por esto, el no condenar inequívocamente a un grupo terrorista, no político, pero terrorista.
He leído millones de veces “Liberar a los Palestinos… de Hamas” y toda la humanidad, debería estar de acuerdo. Y a todos los pueblos de “gobiernos” opresores, que adoctrinan jóvenes hacia el odio. ¿Qué no nos permite verlo así de claro? Esa pregunta, te la dejo a ti, lector. Gracias por leerme.
Por la paz, por la verdad. En memoria de las víctimas del 7 de octubre.