/ domingo 20 de febrero de 2022

En riesgo la industria del algodón en México

A mediados del siglo XX, el algodón fue uno de los principales cultivos de México, llegando a sembrarse 900 mil hectáreas para producir más de dos millones de pacas del tejido al año, posteriormente el cultivo prácticamente desapareció por la presión de las plagas y los elevados costos en agroquímicos y su aplicación, para proteger su producción.

A partir de 1996 inició la siembra de algodón biotecnológico o genéticamente modificado (OGM), con lo cual empezó la recuperación del cultivo en México y esto nos ubica hoy en el 9° lugar de producción de esta fibra a nivel mundial.

El algodón es el cultivo no alimentario más importante en el mundo. Su papel es estratégico en muchos países y podría serlo para México también, sobre todo, si se toma en cuenta que su cadena de valor representa negocios por más de 13 mil millones de pesos por año, para generar productos textiles de alto interés para la población, junto con subproductos de impacto en industrias, como la nutrición animal y la producción de papel, además de que el cultivo de algodón es intensivo en mano de obra.

México tiene un gran potencial de siembra de algodón, al estar ubicado dentro de los primeros cinco países con mayor rendimiento por hectárea, gracias al uso de semillas mejoradas genéticamente. En promedio 8 mil agricultores cultivan algodón cada año principalmente en los Estados de Chihuahua, Baja California, Coahuila, Tamaulipas y Sonora, entidades que aportan el 99.5% del total de la producción nacional.

A pesar del buen desempeño del cultivo y el éxito logrado durante más de 20 años, en 2019 la producción de algodón se desplomó 35% y esta situación se agravará porque desde el 2020 los agricultores han enfrentado el desabasto de semilla, particularmente de nueva generación, y la ausencia de apoyo por parte de algunas autoridades para dar solución a esta problemática.

Es así como el sector está enfrentando restricciones y negativas, especialmente de parte de las autoridades federales de Medio Ambiente, lo que pone en grave riesgo la sobrevivencia de este sector, siendo además una política contraria a los objetivos de protección al medio ambiente y el apoyo a los pequeños productores.

Adicionalmente, el desabasto de la semilla está fortaleciendo el uso de productos ilegales, como el contrabando y la semilla recuperada de los despepites, con el consecuente desconocimiento de las tecnologías genéticas que se pueden estar introduciendo y liberando, así como la pérdida de control por la autoridad.



Por otra parte, la industria textil en México es altamente competitiva y requiere de insumos que puedan fortalecer la exportación de bienes finales en mercados internacionales. El potencial que existe para incrementar el consumo nacional desde la semilla permitiría aumentar el 37% de contenido nacional actual en este sector, atrayendo así mayor valor agregado desde el algodón.

El cultivo del algodón, y su cadena de valor, necesita políticas públicas enfocadas en garantizar la producción, así como el abasto para el consumo interno y la exportación, que permitan hacer al campo más productivo y eficiente en sus procesos y favorecer el cuidado del medio ambiente, considerando que la utilización de semilla genéticamente modificada en este cultivo permite reducir el uso de agroquímicos para el control de plagas.

Preocupan varias decisiones del Gobierno sobre temas de vital importancia para el campo, como son el decreto para la prohibición del uso de glifosato y de la importación de maíz OGM, así como las decisiones en torno a la no autorización de permisos para siembra de algodón genéticamente modificado de nueva generación.

Las decisiones y acciones deben estar basadas en ciencia y no en ideologías o en principios precautorios ante supuestos impactos negativos; esto no contribuye al objetivo de protección a la salud y al medio ambiente que se dice atender, y en cambio, sí atenta contra el desarrollo y en algunos casos, contra la subsistencia de ciertas actividades productivas, como lo es el caso del algodón.


Ing. Luis Fernando Haro Encinas

Director General

Consejo Nacional Agropecuario