/ sábado 16 de octubre de 2021

Entendimiento Bicentenario: entre la política y la estrategia

Por Fausto Carbajal

Los gobiernos de México y Estados Unidos presentaron de manera conjunta el Entendimiento Bicentenario sobre Seguridad, Salud Pública y Comunidades Seguras, en el marco de un diálogo de alto nivel que funcionarios de ambos países sostuvieron en la Ciudad de México el pasado 8 de octubre. Dicho acuerdo renueva la cooperación bilateral en materia de seguridad, tras una serie de antecedentes que sería contraproducente omitir, a saber: 1) Un año, por lo menos, de distanciamiento en la cooperación bilateral en seguridad, cuyo clímax fue la detención en Estados Unidos del General Salvador Cienfuegos, otrora Secretario de la Defensa, basándose en una endeble y por demás cuestionable investigación de la DEA. 2) La obsolescencia política –y, por lo tanto, presupuestaria– en que la Iniciativa Mérida cayó en ambos lados del Río Bravo, luego de 13 años funcionando. 3) La reconfiguración de las amenazas del siglo XXI en Norteamérica, particularmente la evolución de la delincuencia organizada en México, algo para lo que la Iniciativa Mérida le resultaba incomprensible.

No obstante, el acuerdo ha sido legítimamente criticado por algunos analistas, lo mismo por su aparente vaguedad, la carencia de recursos involucrados, o su falta de novedad. Como se verá líneas abajo, no escribiría esta entrega sino estuviera en desacuerdo. Reconozco, sin embargo, que la situación de inseguridad y violencia en México se trata de una problemática que estamos ávidos de trascender como país, toda vez que ha generado, como dijera Winston Churchill, “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.

Ahora bien, con independencia del debate que siga sobre la cooperación México-EUA en seguridad, es necesario señalar el error en el que incurrimos al confundir la formulación de política (policy, no politics) con la estrategia –o estrategias. La política se trata de un conjunto de prioridades y lineamientos –incluso de una visión– que establece un gobierno en turno, con el propósito de alcanzar –o acercarse cada vez más– al interés nacional de un Estado. En este sentido, al Entendimiento Bicentenario hay que leerlo como lo que es: un documento de política, salvo con una virtud mayor: que haya sido un planteamiento conjunto, producto de dos Estados, con el propósito de resguardar la seguridad de una región.

Una vez establecida la política de seguridad –caracterizada por un enfoque multidimensional que incorpora salud, cooperación para el desarrollo, etc.–, el rol de la estrategia es alinear las capacidades (medios) e, igualmente importante, las formas (actividades) para alcanzar los objetivos políticos (fines) establecidos. Parafraseando al maestro Colin S. Gray, en su artículo Inescapable geography, la estrategia es producto del diálogo entre la política (policy) y el poder nacional.

Por ejemplo, el documento de política señala en su objetivo 3: “Perseguir a las redes criminales”. En este caso, la directriz es, en otras palabras, desmantelar a los grupos delictivos que sean más tóxicos para ambas sociedades. La estrategia, por lo tanto, incorporará tanto los medios como las formas para responder, entre otras preguntas, lo siguiente: ¿Qué herramientas del Estado mexicano y estadounidense se utilizarán?, ¿qué instituciones participarán en este esfuerzo conjunto?, ¿qué le tocará a cada quién?, más aún ¿de qué tipo de desarticulación estamos hablando? Ciertamente, convendría que fuera una variación de la kingpin strategy, cuya proclividad por aprehender o abatir a los capos se convirtió en mantra durante el apogeo de la Iniciativa Mérida, y que contribuyó a un aumento sin precedente de la violencia criminal. En este sentido, el éxito del Entendimiento Bicentenario tendría que medirse, por ejemplo, en acciones que reduzcan la violencia homicida y el consumo de drogas.

Lo mismo será para contrarrestar las cadenas de suministro ilícitas de armas y drogas, la trata de personas, el tratamiento de las adicciones, el fortalecimiento del sistema penitenciario, el apoyo a mecanismos de búsqueda para personas desaparecidas. Por lo anterior, el Entendimiento Bicentenario podría ser uno de los instrumentos de política de seguridad más importante en décadas. Es igualmente importante decir que será crucial la estrategia que se desprenda de esta nueva política binacional, y cuyo anuncio está programado para diciembre de este año. Habrá que estar atentos.

Apreciable lector(a), en otros temas, hoy el que escribe comienza un ciclo en El Sol de México. Agradezco la confianza de las personas involucradas en que esto sucediera. Estoy seguro que será un espacio quincenal en el que Usted y yo podremos mantener un intercambio constante y rico de ideas sobre geopolítica, seguridad nacional y lo que exista en medio, con la esperanza de que sirva al país. ¡Comenzamos!


Consultor

carbglass16@hotmail.com


Por Fausto Carbajal

Los gobiernos de México y Estados Unidos presentaron de manera conjunta el Entendimiento Bicentenario sobre Seguridad, Salud Pública y Comunidades Seguras, en el marco de un diálogo de alto nivel que funcionarios de ambos países sostuvieron en la Ciudad de México el pasado 8 de octubre. Dicho acuerdo renueva la cooperación bilateral en materia de seguridad, tras una serie de antecedentes que sería contraproducente omitir, a saber: 1) Un año, por lo menos, de distanciamiento en la cooperación bilateral en seguridad, cuyo clímax fue la detención en Estados Unidos del General Salvador Cienfuegos, otrora Secretario de la Defensa, basándose en una endeble y por demás cuestionable investigación de la DEA. 2) La obsolescencia política –y, por lo tanto, presupuestaria– en que la Iniciativa Mérida cayó en ambos lados del Río Bravo, luego de 13 años funcionando. 3) La reconfiguración de las amenazas del siglo XXI en Norteamérica, particularmente la evolución de la delincuencia organizada en México, algo para lo que la Iniciativa Mérida le resultaba incomprensible.

No obstante, el acuerdo ha sido legítimamente criticado por algunos analistas, lo mismo por su aparente vaguedad, la carencia de recursos involucrados, o su falta de novedad. Como se verá líneas abajo, no escribiría esta entrega sino estuviera en desacuerdo. Reconozco, sin embargo, que la situación de inseguridad y violencia en México se trata de una problemática que estamos ávidos de trascender como país, toda vez que ha generado, como dijera Winston Churchill, “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.

Ahora bien, con independencia del debate que siga sobre la cooperación México-EUA en seguridad, es necesario señalar el error en el que incurrimos al confundir la formulación de política (policy, no politics) con la estrategia –o estrategias. La política se trata de un conjunto de prioridades y lineamientos –incluso de una visión– que establece un gobierno en turno, con el propósito de alcanzar –o acercarse cada vez más– al interés nacional de un Estado. En este sentido, al Entendimiento Bicentenario hay que leerlo como lo que es: un documento de política, salvo con una virtud mayor: que haya sido un planteamiento conjunto, producto de dos Estados, con el propósito de resguardar la seguridad de una región.

Una vez establecida la política de seguridad –caracterizada por un enfoque multidimensional que incorpora salud, cooperación para el desarrollo, etc.–, el rol de la estrategia es alinear las capacidades (medios) e, igualmente importante, las formas (actividades) para alcanzar los objetivos políticos (fines) establecidos. Parafraseando al maestro Colin S. Gray, en su artículo Inescapable geography, la estrategia es producto del diálogo entre la política (policy) y el poder nacional.

Por ejemplo, el documento de política señala en su objetivo 3: “Perseguir a las redes criminales”. En este caso, la directriz es, en otras palabras, desmantelar a los grupos delictivos que sean más tóxicos para ambas sociedades. La estrategia, por lo tanto, incorporará tanto los medios como las formas para responder, entre otras preguntas, lo siguiente: ¿Qué herramientas del Estado mexicano y estadounidense se utilizarán?, ¿qué instituciones participarán en este esfuerzo conjunto?, ¿qué le tocará a cada quién?, más aún ¿de qué tipo de desarticulación estamos hablando? Ciertamente, convendría que fuera una variación de la kingpin strategy, cuya proclividad por aprehender o abatir a los capos se convirtió en mantra durante el apogeo de la Iniciativa Mérida, y que contribuyó a un aumento sin precedente de la violencia criminal. En este sentido, el éxito del Entendimiento Bicentenario tendría que medirse, por ejemplo, en acciones que reduzcan la violencia homicida y el consumo de drogas.

Lo mismo será para contrarrestar las cadenas de suministro ilícitas de armas y drogas, la trata de personas, el tratamiento de las adicciones, el fortalecimiento del sistema penitenciario, el apoyo a mecanismos de búsqueda para personas desaparecidas. Por lo anterior, el Entendimiento Bicentenario podría ser uno de los instrumentos de política de seguridad más importante en décadas. Es igualmente importante decir que será crucial la estrategia que se desprenda de esta nueva política binacional, y cuyo anuncio está programado para diciembre de este año. Habrá que estar atentos.

Apreciable lector(a), en otros temas, hoy el que escribe comienza un ciclo en El Sol de México. Agradezco la confianza de las personas involucradas en que esto sucediera. Estoy seguro que será un espacio quincenal en el que Usted y yo podremos mantener un intercambio constante y rico de ideas sobre geopolítica, seguridad nacional y lo que exista en medio, con la esperanza de que sirva al país. ¡Comenzamos!


Consultor

carbglass16@hotmail.com