/ domingo 23 de junio de 2024

Entre piernas y telones / “Benda’Muxe”

Un muxe es, según la tradición oaxaqueña, una bendición para la familia en la que nace. Sin embargo, la realidad cotidiana parece ser, en muchos casos, exactamente lo contrario.

Por si alguien no lo sabe, intentaré explicar quiénes son los muxes. Se trata de personas que no se identifican ni con el género femenino ni con el masculino, sino que pertenecen a uno que es conocido como “el tercer género”. De hecho, la palabra muxe es un término zapoteca que ha sido traducido como tercer género.

Una leyenda regional cuenta que el santo patrón de Juchitán, Vicente Ferrer, paseaba por la zona y llevaba tres bolsas: una con semillas femeninas, una con semillas masculinas y otra donde las dos estaban mezcladas. La tercera bolsa se le rompió precisamente en ese pueblo, y esa es la razón por la que hay tantos muxes ahí.

Hago este largo preámbulo para poner en contexto la espina dorsal de la obra “Benda’Muxe” (“Mi hermana muxe”), que se presenta nuevamente en la ciudad de México, como parte del ciclo Diversas 2024, que se realiza en el marco del mes del orgullo LGBTQ+.

Extraordinaria es el calificativo exacto para hablar de esta puesta en escena escrita y dirigida por César Enríquez, a partir del trabajo en conjunto que realizó a lo largo de tres años con muxes, cinco de los cuales que participan en la puesta en escena.

¿Los, las, les?

Mientras escribo recuerdo una crónica firmada por Ola Synowiec, que publicó “BBC Travel”, y que decía: “¿Qué forma debo usar cuando hablo con usted: femenina o masculina?, le pregunté a Lukas Avendaño, a quien había visto en pantalones al principio del día pero que ahora llevaba una falda negra tradicional con coloridas flores bordadas. Estábamos hablando en español, con sus sustantivos y pronombres con género. ‘Prefiero que solo me llames cariño’, responde y se ríe Avendaño”.

Así, me siento yo mientras escribo: ¿ellas, ellos, elles?

La obra es extraordinaria, primero, porque es auténtica al 100%. Cada palabra, cada línea, cada texto, cada historia, sale de la vida real. No hay ficción, todo es real, sin tapujos, sin mentiras, sin dobles intenciones.

Es casi una terapia de grupo en la que los participantes se abren plenamente y se muestran sin máscaras; sin embargo, para fortuna del público, no se trata de un relato solemne, lúgubre o triste, sino todo lo contrario.

Y también por eso es extraordinario. No dejan títere con cabeza. El montaje es absolutamente irreverente, directo, sin contemplaciones, pero sobre todo es ingenioso y muy, muy, MUY divertido.

Gran parte del mérito de lo ágil, ingenioso, conmovedor e innovador que resulta el texto es gracias al talento de César Enríquez, que tomando las historias reales, las ha transformado en un material de dramaturgia brillante.

A esto hay que agregar su dirección escénica, otra joya llena de detalles y que derrama creatividad e ingenio; lo que contribuye en altísimo grado a hacer extraordinaria esta propuesta.

Y luego, están los (¿las?) excelentes intérpretes.

Sin ser profesionales de la actuación teatral, los muxes tienen maestría en el arte de la transformación, la viven todos los días, en todos los momentos; y el escenario no es la excepción.

Y ver eso es, también, extraordinario. Sobre todo porque invita al espectador a cuestionarse las muchas cosas que damos por ciertas desde siempre, que nunca hemos puesto en duda, y que son, sin duda, la semilla de nuestros prejuicios.

“Mi hermana muxe” es una ventana a un mundo mágico, que tenemos a la vuelta de la esquina y frente al que, en muchas ocasiones, cerramos los ojos.

Los muxes que participan en este montaje son: Eli Mijangos, Violette Núñez, Naomi Rivas e Isabela Urbieta. El quinteto lo completaba Julia de la Rosa, quien falleció recientemente; su lugar fue ocupado para estas funciones por el codirector del montaje, Luis Montalvo.

¡Bravo, bravo, bravo a todo el elenco!

La extraordinaria “Benda’Muxe” (“Mi hermana muxe”) se presenta hasta hoy domingo en la nueva sala del Centro Cultural del Bosque.


Un muxe es, según la tradición oaxaqueña, una bendición para la familia en la que nace. Sin embargo, la realidad cotidiana parece ser, en muchos casos, exactamente lo contrario.

Por si alguien no lo sabe, intentaré explicar quiénes son los muxes. Se trata de personas que no se identifican ni con el género femenino ni con el masculino, sino que pertenecen a uno que es conocido como “el tercer género”. De hecho, la palabra muxe es un término zapoteca que ha sido traducido como tercer género.

Una leyenda regional cuenta que el santo patrón de Juchitán, Vicente Ferrer, paseaba por la zona y llevaba tres bolsas: una con semillas femeninas, una con semillas masculinas y otra donde las dos estaban mezcladas. La tercera bolsa se le rompió precisamente en ese pueblo, y esa es la razón por la que hay tantos muxes ahí.

Hago este largo preámbulo para poner en contexto la espina dorsal de la obra “Benda’Muxe” (“Mi hermana muxe”), que se presenta nuevamente en la ciudad de México, como parte del ciclo Diversas 2024, que se realiza en el marco del mes del orgullo LGBTQ+.

Extraordinaria es el calificativo exacto para hablar de esta puesta en escena escrita y dirigida por César Enríquez, a partir del trabajo en conjunto que realizó a lo largo de tres años con muxes, cinco de los cuales que participan en la puesta en escena.

¿Los, las, les?

Mientras escribo recuerdo una crónica firmada por Ola Synowiec, que publicó “BBC Travel”, y que decía: “¿Qué forma debo usar cuando hablo con usted: femenina o masculina?, le pregunté a Lukas Avendaño, a quien había visto en pantalones al principio del día pero que ahora llevaba una falda negra tradicional con coloridas flores bordadas. Estábamos hablando en español, con sus sustantivos y pronombres con género. ‘Prefiero que solo me llames cariño’, responde y se ríe Avendaño”.

Así, me siento yo mientras escribo: ¿ellas, ellos, elles?

La obra es extraordinaria, primero, porque es auténtica al 100%. Cada palabra, cada línea, cada texto, cada historia, sale de la vida real. No hay ficción, todo es real, sin tapujos, sin mentiras, sin dobles intenciones.

Es casi una terapia de grupo en la que los participantes se abren plenamente y se muestran sin máscaras; sin embargo, para fortuna del público, no se trata de un relato solemne, lúgubre o triste, sino todo lo contrario.

Y también por eso es extraordinario. No dejan títere con cabeza. El montaje es absolutamente irreverente, directo, sin contemplaciones, pero sobre todo es ingenioso y muy, muy, MUY divertido.

Gran parte del mérito de lo ágil, ingenioso, conmovedor e innovador que resulta el texto es gracias al talento de César Enríquez, que tomando las historias reales, las ha transformado en un material de dramaturgia brillante.

A esto hay que agregar su dirección escénica, otra joya llena de detalles y que derrama creatividad e ingenio; lo que contribuye en altísimo grado a hacer extraordinaria esta propuesta.

Y luego, están los (¿las?) excelentes intérpretes.

Sin ser profesionales de la actuación teatral, los muxes tienen maestría en el arte de la transformación, la viven todos los días, en todos los momentos; y el escenario no es la excepción.

Y ver eso es, también, extraordinario. Sobre todo porque invita al espectador a cuestionarse las muchas cosas que damos por ciertas desde siempre, que nunca hemos puesto en duda, y que son, sin duda, la semilla de nuestros prejuicios.

“Mi hermana muxe” es una ventana a un mundo mágico, que tenemos a la vuelta de la esquina y frente al que, en muchas ocasiones, cerramos los ojos.

Los muxes que participan en este montaje son: Eli Mijangos, Violette Núñez, Naomi Rivas e Isabela Urbieta. El quinteto lo completaba Julia de la Rosa, quien falleció recientemente; su lugar fue ocupado para estas funciones por el codirector del montaje, Luis Montalvo.

¡Bravo, bravo, bravo a todo el elenco!

La extraordinaria “Benda’Muxe” (“Mi hermana muxe”) se presenta hasta hoy domingo en la nueva sala del Centro Cultural del Bosque.