En los lejanos años 50 del siglo pasado, Manolo Fábregas tomó la responsabilidad de programar el Teatro de Los Insurgentes, que en aquel entonces quedaba casi afuera de la ciudad.
Esa distancia provocó que fuera complicado lograr que el público fuera “hasta allá”, es por eso que su esposa, la dinámica Fela, se inventara una forma muy atractiva de tener la atención constante de prensa y espectadores: develar placas por X número de funciones.
Sí, la tradición de develar placas en el teatro existe sólo en México y es, a final de cuentas, una estrategia mercadológica. Sin embargo, se ha convertido en un emotivo ritual para los teatreros, que además permite dejar constancia de las temporadas escénicas.
Habitualmente los padrinos de la develación son personas cercanas, amigos, conocedores que hablan muy bien de la obra en cuestión.
Hago este recuento porque el pasado viernes develó placa por sus 100 representaciones “La ternura”, y tuvo como padrinos a cuatro teatreros de hueso colorado, que en sus palabras subrayaron lo importante de un festejo así.
La productora Carla Estrada —quien si bien su carrera no está en el teatro, es asidua espectadora— habló de la pertinencia de la temática de la obra, que versa sobre la familia y de lo vital que es que los padres dejen “volar” a sus hijos y no les impongan formas de vida, pues sólo en la libertad el ser humano alcanza la plenitud.
Ana Francis Mor —quien amén de actriz, directora y dramaturga, asumirá en los próximos días como titular de la Secretaría de Cultura de la CdMx— elogió la magia que sucede en el escenario, pues “La ternura”, dijo, es la más clara expresión de lo que el teatro debe ser: un juego de convenciones entre actores y público que, como niños, juegan y disfrutan.
También aplaudió que luego de la pandemia, el teatro vuelve a ser punto de reunión masiva. Y finalmente, con el humor que caracteriza a la siempre Reina Chula, ovacionó la “divertidísima orgía escénica”, que sucede en cada función de “La ternura”.
La tercera madrina fue la joven y muy talentosa actriz María Perroni Garza, quien felicitó al elenco por el enorme trabajo que realizan, de manos del director Benjamín Cann, de los diseñadores Estela Fagoaga (vestuario), Emilio Zurita (escenografía) en una compañía encabezada por el productor Morris Gilbert.
Y cerró el poker de padrinos Roberto Beck, sin duda uno de los actores más talentosos de su generación, quien conocedor desde dentro del enorme trabajo que implica acumular 100 representaciones, brindó porque “La ternura” tenga una larga vida; y reconoció la importancia esencial del público para lograrlo.
Más que merecidamente Mónica Dionne, Carla Medida, Luisa Guzmán Quintero, Alejandro Calva, Gabriel Navarro y Pierre Louis, recibieron una cerradísima ovación y carretadas de bravos por su talento, su disciplina, su entrega… evidentes en cada segundo del montaje.
Escrita por Alfredo Sanzol, “La ternura” es un divertimento escénico que retoma la estructura de las comedias del teatro isabelino, brillantemente desarrolladas por Shakespeare, y que son el trampolín desde que se impulsa Sanzol para ofrecer una comedia actual, que reivindica cada uno de los temas de hoy como inclusión, igualdad de géneros, defensa de los valores femeninos, surgimiento de nuevas masculinidades, logros LGBTQ+…
Hace más de 70 años, Fela y Manolo Fábregas crearon esta tradición que es hoy uno de los sellos del teatro mexicano.
El nacimiento de la develación de placas sucedió a una cuadra del Nuevo teatro Libanés, donde ahora triunfa en grande “La ternura”, una obra que en verdad debe verse pues, sin temor a equivocarme, aseguro que es una de las mejores de la cartelera capitalina.