/ domingo 7 de julio de 2024

Entre piernas y telones / Dos películas teatrales

Teatro y cine forman un binomio que existe desde el nacimiento del llamado Séptimo Arte. Las conexiones son múltiples, desde textos escénicos llevados a la pantalla, equipos artísticos compartidos, hasta la idea absurda surgida hace décadas, que afirmaba que “el cine es teatro filmado”.

A esas variadas conexiones quiero agregar dos más, que experimenté de primera mano en las semanas recientes.

La primera fue con la película “Todo el silencio”, que se ha convertido en la sorpresa de la temporada, aspira a seis premios Ariel, de la Academia Mexicana de Cine, y tiene un aire teatral absoluto.

“Todo el silencio” tiene su simiente en una puesta en escena dirigida hace una década por Diego del Río y protagonizada por Adriana Llabrés, y que tuvo una breve pero muy exitosa temporada, en una casa habilitada como teatro en la calle Cracovia, al sur de la Ciudad.

En la cinta repiten director y protagonista, y a ellos se añade un elenco con sólidas trayectorias teatrales: Ludwika Paleta, Arcelia Ramírez, Monserrat Marañón, Diana Bracho, Enrique Singer. Mauricio García Lozano, sólo por mencionar algunos.

Y por si esto fuera poco, la trama está plagada de referencias teatrales: escenas, ensayos, recintos, textos, carteles, personajes, referencias, funciones, libretos, camerinos…

“Todo el silencio” es una historia fuerte, que impacta, con actuaciones que merecen el Ariel y muchos premios más. Adriana y Ludwika, a quien he visto muchas veces en teatro, tienen aquí dos de sus mejores trabajos. ¡Bravo, bravo, bravo a ambas!

Y también ovación para Diego del Río quien con ésta, su ópera prima, salta brillantemente al mundo del cine. Dudo mucho Diego se vaya a alejar del teatro, y prueba de ello es su próximo estreno de “Un tranvía llamado deseo”, con Marina de Tavira como “Blanche Dubois”; pero tampoco dudo que veamos nuevos trabajos cinematográficos de este joven artista.

“Todo el silencio”, que se exhibe en la Cineteca Nacional y está disponible en la plataforma Prime Video, fue el filme que abrió el Festival Mix.

Y precisamente para cerrar el festival se estrenó el documental “Rituales”, dirigido por el muy joven Alan Cabrera, con la producción de Rubén Fischer, y con él, con Rubén, es que la película se vuelve teatrera.

Conocía Rubén hace cerca de 40 años, coincidimos como estudiantes de la licenciatura en Literatura dramática y Teatro, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Hoy, a través de este documental me entero de la relación de pareja que Rubén tuvo con Arturo Ramírez Juárez, artista plástico, poeta y defensor de las causas la comunidad gay de aquellos entonces.

Esa relación comenzó precisamente mientras éramos alumnos en la carrera de teatro, y empezó, como muchas otras historias, en la línea 2 del metro, que por décadas ha sido terreno para el ligue gay.

De Ramírez Juárez, no sabía yo nada. Me entero ahora que hace 43 años para ser exactos, el cartel de San Sebastián, creado por él fue el emblema de la tercera marcha del orgullo gay.

Y caigo en la cuenta que recientemente este cartel ha sido retomado para exposiciones y se encuentra en resguardo para su preservación, pues es un testigo de la lucha por el respeto a la dignidad y los derechos humanos de la comunidad LGBTQ+.

Una de las entrevistadas principales en el documental es la crítica teatral Reyna Barrera, por lo que su cercanía al mundo escénico se vuelve también evidente.

Un gusto conocer esta parte de la vida de Rubén Fischer; más aún conocer el trabajo artístico de Arturo Ramírez Juárez, y todavía más comprobar que los vasos comunicantes entre teatro y cine siguen más vigentes que nunca.

Busque ambas películas. Valen mucho la pena.