/ domingo 30 de junio de 2024

Entre piernas y telones / “Los perros”

Comedia negra es un concepto que en un primer vistazo pudiera parecer contradictorio, pues uno se pregunta cómo se busca provocar la risa a partir de situaciones y temas que normalmente consideramos tabúes o incómodos, como la muerte, la enfermedad o la violencia.

Si a esto sumamos que la ironía y el absurdo son pilares de este subgénero, es lógico que haya gente a la que no le gusta, e incluso le molesta. Aunque luego de ver la obra “Los perros” parece ser que son más, muchas más las personas a las que la comedia negra les encanta.

Escrita por Nelson Valente “Los perros” tiene una trama aparentemente inofensiva: en la celebración por el cumpleaños 40 de “Laura”, su novio “Rodrigo” y sus suegros, “Alicia” y “Emilio”, tienen una reunión llena de lugares comunes y hastío familiar, en la que el tema de los perros es el eje conductor de la charla, hasta que…

Sí, hasta que la festejada se pregunta y pregunta a los invitados: ¿es ésta la vida que quiero? ¿Alguien me ha preguntado si es así como quiero pasar el resto de mis días?

De una charla absolutamente absurda, la trama gira hacia un momento al interior de la misma totalmente demoledor, pero presentado con tal ironía, que el espectador no para de reír.

No contaré más de la anécdota para no arruinar las varias sorpresas que van sucediendo, sólo diré que entre más avanza la historia, hay más ironías, más momentos absurdos, una comedia negrísima, que es recibida en medio de enormes carcajadas. ¿Serán risas nerviosas porque todos nos vemos identificados con lo que sucede en escena?

De Nelson Valente ya hemos disfrutado en esta ciudad su obra “El loco y la camisa”, otra comedia negra sobre problemas familiares. Estupendos y agudos textos ambos.

La dirección de escena es de Cristian Magaloni, quien pone en orden todo el caos que se vive en la trama. Con gran cuidado, Magaloni va sembrando desde los primeros momentos pequeños detalles que anticipan la bomba que estallará en la segunda parte.

Obviamente para lograrlo, se debe contar con un cuadro de actores estupendos, y aquí los hay. Ellos son: Paloma Woolrich y Sofía Álvarez (alternan como “Alicia”), Paula Watson es “Laura”; Emilio Guerrero es “Emilio”; e Ignacio Riva Palacio y José Ramón Berganza, alternan como “Rodrigo”.

Nada fácil debe ser para el elenco el manejo de la comedia negra, pues ante las situaciones difíciles que están viviendo sus personajes deben enfrentarse a las sonoras carcajadas que provocan en el público.

Gran trabajo de cada uno de ellos.

No deja de impresionarme la versatilidad del Foro Shakespeare, donde miércoles y jueves se “construye” la casa de “Laura” y “Rodrigo”, que incluye sala-comedor, cocina (con fregadero y refrigerador incluidos), recámara, hasta una pequeña terraza, gracias al talento de Félix Arroyo (diseñador de escenografía e iluminación).

“Los perros”, un retrato descarnado de las tranquilas y felices familias, cuya estabilidad está agarrada apenas con unas tachuelas, y cualquier soplido, por débil que sea, puede derrumbarlas.

Vale mucho la pena verla.


Comedia negra es un concepto que en un primer vistazo pudiera parecer contradictorio, pues uno se pregunta cómo se busca provocar la risa a partir de situaciones y temas que normalmente consideramos tabúes o incómodos, como la muerte, la enfermedad o la violencia.

Si a esto sumamos que la ironía y el absurdo son pilares de este subgénero, es lógico que haya gente a la que no le gusta, e incluso le molesta. Aunque luego de ver la obra “Los perros” parece ser que son más, muchas más las personas a las que la comedia negra les encanta.

Escrita por Nelson Valente “Los perros” tiene una trama aparentemente inofensiva: en la celebración por el cumpleaños 40 de “Laura”, su novio “Rodrigo” y sus suegros, “Alicia” y “Emilio”, tienen una reunión llena de lugares comunes y hastío familiar, en la que el tema de los perros es el eje conductor de la charla, hasta que…

Sí, hasta que la festejada se pregunta y pregunta a los invitados: ¿es ésta la vida que quiero? ¿Alguien me ha preguntado si es así como quiero pasar el resto de mis días?

De una charla absolutamente absurda, la trama gira hacia un momento al interior de la misma totalmente demoledor, pero presentado con tal ironía, que el espectador no para de reír.

No contaré más de la anécdota para no arruinar las varias sorpresas que van sucediendo, sólo diré que entre más avanza la historia, hay más ironías, más momentos absurdos, una comedia negrísima, que es recibida en medio de enormes carcajadas. ¿Serán risas nerviosas porque todos nos vemos identificados con lo que sucede en escena?

De Nelson Valente ya hemos disfrutado en esta ciudad su obra “El loco y la camisa”, otra comedia negra sobre problemas familiares. Estupendos y agudos textos ambos.

La dirección de escena es de Cristian Magaloni, quien pone en orden todo el caos que se vive en la trama. Con gran cuidado, Magaloni va sembrando desde los primeros momentos pequeños detalles que anticipan la bomba que estallará en la segunda parte.

Obviamente para lograrlo, se debe contar con un cuadro de actores estupendos, y aquí los hay. Ellos son: Paloma Woolrich y Sofía Álvarez (alternan como “Alicia”), Paula Watson es “Laura”; Emilio Guerrero es “Emilio”; e Ignacio Riva Palacio y José Ramón Berganza, alternan como “Rodrigo”.

Nada fácil debe ser para el elenco el manejo de la comedia negra, pues ante las situaciones difíciles que están viviendo sus personajes deben enfrentarse a las sonoras carcajadas que provocan en el público.

Gran trabajo de cada uno de ellos.

No deja de impresionarme la versatilidad del Foro Shakespeare, donde miércoles y jueves se “construye” la casa de “Laura” y “Rodrigo”, que incluye sala-comedor, cocina (con fregadero y refrigerador incluidos), recámara, hasta una pequeña terraza, gracias al talento de Félix Arroyo (diseñador de escenografía e iluminación).

“Los perros”, un retrato descarnado de las tranquilas y felices familias, cuya estabilidad está agarrada apenas con unas tachuelas, y cualquier soplido, por débil que sea, puede derrumbarlas.

Vale mucho la pena verla.