/ domingo 22 de septiembre de 2024

Entre piernas y telones / “Soñé con Lázaro y sus palabras extraviadas”

¿Cómo nacen las historias para teatro? ¿Son producto de la imaginación; las musas las inspiran o son resultado del trabajo y la dedicación? ¿Qué tienen los dramaturgos en la cabeza para construir anécdotas que cobrarán vida en un escenario?

Pienso en eso mientras veo” Soñé con Lázaro y sus palabras extraviadas”, escrita y dirigida por Carlos Virgen, a quien conocí hace un par de años y no deja de sorprenderme por su amor al teatro y la versatilidad de caminos por los que se acerca a él.

Por el título con el que Carlos bautizó su texto es difícil, por decir lo menos, prever su contenido. Por ello el público, o al menos fue mi caso, llega con ninguna idea de lo que va a ver.

Y me encuentro con una historia de guerrillas, ideales, búsqueda de justicia, migración, engaños, poesía, amor a la familia…

Mañana lunes es 23 de septiembre, una fecha que a la gente joven ya no le dice nada, pero que para quienes superamos el medio siglo de vida nos habla de una de las etapas más complicadas y quizá oscuras de nuestra historia: la guerrilla urbana, que tuvo en la Liga 23 de septiembre su principal representante.

Atentados, secuestros, robos, asesinatos fueron algunas de las formas de protesta de este movimiento que hoy es parte central de la anécdota de esta obra.

La lucha de la liga guerrillera 23 de septiembre fue, dirán algunos, absolutamente infructuosa, Otros aseguran que fue la respuesta a la matanza de estudiantes del 68 y del 71 y que gracias a este movimiento nació el México moderno. Fue, afirman algunos más, el inicio de la debacle del viejo régimen, que predominó en el país por siete décadas.

Esta puesta en escena habla de eso. Se trata de un relato en espiral, que juega entre el presente y el pasado, para presentar la vida de una familia inmigrante relacionada con aquel movimiento y sus muchas repercusiones en la actualidad.

La puesta en escena arranca con un accidente aéreo, haciendo referencia al que sucedido el 31 de octubre de 1979 en el aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, y que costó la vida a 72 personas.

Unas cuantas sillas, luces y una guitarra son los elementos mínimos con los que se escenifica aquel desastre. Y así es todo el montaje.

A su fluido texto, Carlos suma una muy ágil dirección, por lo que las dos horas que dura la función transcurren rápidamente.

La escenografía, que es mínima, se complementa con fotos y videos de hechos reales que transportan al espectador a aquellos momentos y situaciones de las que se habla.

No es exactamente teatro documental, pero toma algunos elementos de éste para contarse más eficazmente. Esta es una producción de Trabuco Teatro. El elenco lo integran Carlos Guízar, Guillermo Navarro, Horacio Trujillo, Mariana Arocena, Rafael Gallegos y Mariana Amero; y los acompaña en la guitarra Rosy Luna, apoyando toda la función para crear los ambientes necesarios.

“Soñé con Lázaro y sus palabras extraviadas” es un buen ejemplo del teatro que se hace por amor, con una intensión artística y social, y que por lo tanto merece y debe ser apoyado por todos.

Se presenta los miércoles a las 20:00 horas hasta el 16 de octubre en el teatro La capilla, que hace más de 70 fue inaugurado por Salvador Novo, quien seguramente se sentiría muy orgulloso de ver esta obra representada en su escenario.


¿Cómo nacen las historias para teatro? ¿Son producto de la imaginación; las musas las inspiran o son resultado del trabajo y la dedicación? ¿Qué tienen los dramaturgos en la cabeza para construir anécdotas que cobrarán vida en un escenario?

Pienso en eso mientras veo” Soñé con Lázaro y sus palabras extraviadas”, escrita y dirigida por Carlos Virgen, a quien conocí hace un par de años y no deja de sorprenderme por su amor al teatro y la versatilidad de caminos por los que se acerca a él.

Por el título con el que Carlos bautizó su texto es difícil, por decir lo menos, prever su contenido. Por ello el público, o al menos fue mi caso, llega con ninguna idea de lo que va a ver.

Y me encuentro con una historia de guerrillas, ideales, búsqueda de justicia, migración, engaños, poesía, amor a la familia…

Mañana lunes es 23 de septiembre, una fecha que a la gente joven ya no le dice nada, pero que para quienes superamos el medio siglo de vida nos habla de una de las etapas más complicadas y quizá oscuras de nuestra historia: la guerrilla urbana, que tuvo en la Liga 23 de septiembre su principal representante.

Atentados, secuestros, robos, asesinatos fueron algunas de las formas de protesta de este movimiento que hoy es parte central de la anécdota de esta obra.

La lucha de la liga guerrillera 23 de septiembre fue, dirán algunos, absolutamente infructuosa, Otros aseguran que fue la respuesta a la matanza de estudiantes del 68 y del 71 y que gracias a este movimiento nació el México moderno. Fue, afirman algunos más, el inicio de la debacle del viejo régimen, que predominó en el país por siete décadas.

Esta puesta en escena habla de eso. Se trata de un relato en espiral, que juega entre el presente y el pasado, para presentar la vida de una familia inmigrante relacionada con aquel movimiento y sus muchas repercusiones en la actualidad.

La puesta en escena arranca con un accidente aéreo, haciendo referencia al que sucedido el 31 de octubre de 1979 en el aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, y que costó la vida a 72 personas.

Unas cuantas sillas, luces y una guitarra son los elementos mínimos con los que se escenifica aquel desastre. Y así es todo el montaje.

A su fluido texto, Carlos suma una muy ágil dirección, por lo que las dos horas que dura la función transcurren rápidamente.

La escenografía, que es mínima, se complementa con fotos y videos de hechos reales que transportan al espectador a aquellos momentos y situaciones de las que se habla.

No es exactamente teatro documental, pero toma algunos elementos de éste para contarse más eficazmente. Esta es una producción de Trabuco Teatro. El elenco lo integran Carlos Guízar, Guillermo Navarro, Horacio Trujillo, Mariana Arocena, Rafael Gallegos y Mariana Amero; y los acompaña en la guitarra Rosy Luna, apoyando toda la función para crear los ambientes necesarios.

“Soñé con Lázaro y sus palabras extraviadas” es un buen ejemplo del teatro que se hace por amor, con una intensión artística y social, y que por lo tanto merece y debe ser apoyado por todos.

Se presenta los miércoles a las 20:00 horas hasta el 16 de octubre en el teatro La capilla, que hace más de 70 fue inaugurado por Salvador Novo, quien seguramente se sentiría muy orgulloso de ver esta obra representada en su escenario.