Por Ricardo Gallegos
Hace algunos días publicamos nuestros escenarios macroeconómicos para este tercer trimestre, y muy en línea con lo que comentaba en la columna anterior, estimamos una reducción del crecimiento del PIB para 2024 y 2025 debido a dos fenómenos muy particulares. Por un lado, una desaceleración de los primeros dos trimestres reportados y, por otro, un contexto de factores políticos tanto internos como externos que nos hacen ajustar nuestra perspectiva para el próximo año.
De las distintas métricas que revisamos, me gustaría concentrarme particularmente en cuatro de ellas por la relevancia que tienen en la economía en el corto plazo; estas son crecimiento del PIB, la inflación, tipo de cambio y tasa de política monetaria.
Bajamos nuestra expectativa del crecimiento del PIB para 2024 a 1.4% real anual desde el 2.0% previsto, en general fundamentados en el crecimiento observado en los primeros dos trimestres del año. En particular hubo sectores que crecieron a una menor tasa respecto a lo esperado; por ejemplo, vemos debilidad en los sectores de construcción y manufactura, y particularmente en el sector terciario al segundo trimestre, que tuvo una desaceleración importante por la reducción en el consumo. Para lo que resta del año, si bien veremos cierto repunte en la actividad derivado de ciertos eventos específicos como la temporada vacacional, regreso a clases y fiestas de fin de año, así como la inversión privada, estimamos que esto no sería suficiente para alcanzar al cierre del año un nivel de crecimiento del 2%.
Esta consideración la extendemos hacia el año siguiente, en donde reducimos nuestra expectativa de crecimiento a un 1.1% desde un 1.85% previo, ya que prevemos una reducción por el lado del consumo en servicios y una menor dinámica en la construcción por factores asociados a la incertidumbre de las políticas públicas, especialmente para el sector privado, así como menores desarrollos en los proyectos de obras públicas como parte de la consolidación fiscal propuesta por la Secretaría de Hacienda. En este sentido, será importante vigilar el paquete económico que se propondrá el 15 de noviembre de este año para tener más información en torno al déficit y nivel de endeudamiento propuesto por el ejecutivo para el siguiente año.
Del lado de la inflación, la modificamos a un nivel de 4.60% anual, por encima del 4.15% en la revisión anterior. Este movimiento considera las mayores presiones tanto en el componente subyacente como en el no subyacente, especialmente derivado de la mayor resistencia a la baja en los precios de los servicios, y por el importante crecimiento observado en los precios de los productos agropecuarios; otro factor a monitorear será el efecto de la actual depreciación en el tipo de cambio.
Para la tasa de política monetaria estimamos que la misma cerrará en 10.25%, con lo cual esperamos dos reducciones más de 25pb en las tres decisiones de política monetaria restantes, lo cual podría ayudar sobre el ambiente de desaceleración económica que estamos viviendo. Lo anterior estaría muy en línea con la probable reducción de la tasa de referencia de la FED de los Estados Unidos, país que según los últimos datos ha tenido buenos resultados en términos de inflación y empleo.
Finalmente, para el caso del tipo de cambio, probablemente sea una de las variables de mayor volatilidad. Estimamos que para el cierre de este año tenga un valor de 19.90 MXP/USD. Desde nuestra perspectiva, pensamos que la moneda mexicana seguirá bajo una volatilidad importante. Desde el lado local, la moneda ha mostrado una depreciación en parte por el resultado en las elecciones, las reformas electorales aprobadas y las que seguramente se aprobarán, así como la incertidumbre que genera la dirección de la política pública y económica de la siguiente administración. Por el lado externo, prevemos que las elecciones en Estados Unidos y la postura monetaria que tomen los bancos centrales de países desarrollados, especialmente en Estados Unidos y Japón, podría generar volatilidad en los meses siguientes.
Desde el punto de vista contextual, el tipo de cambio también ha sido afectado por la incertidumbre, ya que no sabemos cómo los cambios constitucionales aprobados en las últimas semanas podrían impactar los diferentes sectores de la actividad económica, como por ejemplo la inversión extranjera directa y la incidencia sobre el acuerdo de libre comercio (T-MEC) con Canadá y Estados Unidos. Estos eventos podrían tener un efecto negativo en el sector manufacturero, lo que podría desacelerar aún más el crecimiento económico y estresaría aún más la situación fiscal del sector público federal, que actualmente ya se encuentra comprometida como resultado de los fuertes déficits y las intenciones de ampliar el alcance de los programas sociales.
En términos generales, vemos un escenario menos optimista que a inicio del año, sin embargo, también hay que recalcar que la economía mexicana ha mostrado una fuerte resiliencia, a pesar de tener este pico de déficit en 2024 y de crecimiento de la deuda; en lo general, contamos con sólidos niveles macroeconómicos. Por ejemplo, el nivel de reservas internacionales con el cual cerraremos será uno de los más altos, por lo tanto, tenemos una economía preparada para recomponernos de choques, siempre y cuando éstos sean temporales y no profundos; probablemente ahí esté la cuestión. Al tiempo.
*Director General Adjunto de análisis Económico en HR Ratings