Por Diego Loyola
La familia del siglo XXI en el mundo se está tranformando gracias a las personas TRANS, ya sea transgenero e igual transexual. Es relevante hacer mención que la familia sigue siendo uno de los factores principales referentes en la vida de los seres humanos; la representación y la vivencia de una familia donde hay un padre y una madre, criando y educando a sus hijos, es una realidad para un gran porcentaje de la población en México, así como en Latinoamérica. La heteronormatividad al ser un dispositivo social-político que, establece a la heterosexualidad reproductiva como una regla universal para la construcción de vínculos de cuidado o afecto, hace que se desvanezcan del escenario social todas aquellas configuraciones familiares que en este siglo XXI son existentes; sin embargo, hoy en día las personas transgenero que deciden ser padres gestantes o madres procreadoras, ya son una realidad en Latinoamérica y es totalmente visible su existencia.
Actualmente, en los debates de tipo psicológico, ético e incluso político, existen hombres y mujeres transgenero que son padres y madres mediante relación sentimental e igual por el simple hecho de su deseo de tener una familia propia, sin necesidad de recurrir a inseminación artificial en ninguno de las dos partes. A pesar de ello, existen creencias totalmente erróneas como, calificar la paternidad o maternidad con base en la identidad de género, cuando la realidad es que, ser buen padre o buena madre no depende de ello. De hecho, la transición es un paso para amar e igual armonizar la mente y corazón de una persona, incluso, brinda oportunidad para aprender sobre diversidad y tolerancia.
Otra creencia errónea, pero por parte de personas heteronormales e incluso del sector LGBT, es que creen que los padres transgenero influyen en la identidad de género u orientación sexual de sus hijos/as; no obstante, no hay pruebas suficientes que afirman que los hijos/as de padres o madres transgenero tengan una mayor tendencia a ser personas trans, gays, lesbianas, bisexuales, queer, binaries etc. De acuerdo con LAMBDALEGAL y TRANSEQUALITY que datan desde los años setenta, demuestran que no hay diferencia.
Uno de los casos más relevantes a nivel internacional de latinoamérica fue Danna Sultana y Esteban Landrau, personas transgenero que en 2021 tuvieron a Ariel, su hijo. Este es uno de los casos que empoderan la visibilidad y existencia de las nuevas familias trans del siglo XXI, donde el modelo de familias ha evolucionado, y muestran cómo el amor es el eje de la familia moderna, incluso, sus familias al ser un poco conservadoras y enterarse que Esteban Landrau estaba esperando un hijo con su esposa, rompieron todo tipo de conservadurismo y celebraron la dicha de ser abuelos.
Ariel es uno de las nuevas infancias que vienen a cambiar el mundo y a demostrar que lo más importante es el amor, ya que si Ariel en algún momento de su vida decide tener una preferencia o identidad de género diferente a la asignada al nacer, los padres no tendrán problema alguno, dado que lo relevante para ellos es amar e inculcarle amor propio a su hijo en su vida.
Verdaderamente, la comunidad transgénero y transexual ha dejado claro que ellos ya son parte de la historia de la familia y no se les puede negar su existencia en la misma.