Son muchas y muy variadas las voces que en México claman por la necesidad de una oposición fuerte como condición de salud democrática. Y esto incluso desde posiciones de una supuesta izquierda.
Pareciera que esas voces ignoran que en México la oposición es muy fuerte, muy amplia y muy poderosa. Para empezar cuenta con una tercera parte del electorado, como se ve elección tras elección y encuesta tras encuesta. Se trata, sencillamente de decenas de millones de personas.
La oposición, además, cuenta a su favor con la simpatía combatiente de la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Y también cuenta con el respaldo político, económico y diplomático del gobierno de Estados Unidos.
Igualmente la apoyan o son parte de ella las jerarquías burocráticas de las diversas confesiones religiosas que operan en México, con el vigoroso respaldo de sus pares extranjeros, señaladamente el Vaticano, Brasil y, desde luego, Estados Unidos y otros países colonialistas.
Y lo mismo se puede decir de los grandes capitales y capitalistas de México y del resto del planeta. Ahí está, como botón de muestra el multibillonario Elon Musk, destacado propagandista de la derecha mundial.
Sería casi interminable la lista de participantes de la oposición de derecha en México, pero hay quienes absurdamente piensan que la oposición mexicana debe ser fortalecida.
Si ese fuere el caso, la tarea le correspondería a la propia oposición y no a quienes no comparten esa ideología de derecha, conservadora y muchas veces hasta nazi-fascista.
La oposición de derecha en México, ciertamente, sufre de notorias carencias. Carece, para empezar, de la simpatía y el respaldo del pueblo. Sólo cuenta con una tercera parte de la población.
Y carece, asimismo, de un programa político y un proyecto de nación que pudiera ser compartido por los muchos millones de ciudadanos (dos terceras partes del electorado) de condición social y pensamiento populares.
Como es evidente, la elaboración de ese programa político y de ese proyecto de nación corresponde a la oposición, y no a los sectores y clases sociales que no comparten los valores y las ideas de la derecha.
Lo que en verdad requiere la salud democrática de México es el fortalecimiento del pensamiento y las acciones gubernativas de carácter social y popular. Dicho de otro modo, el fortalecimiento de la izquierda. Eso es lo que se necesita y no lo contrario como inexplicablemente sostienen los voceros y beneficiarios del conservadurismo hoy desplazados del poder.
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