La suspensión definitiva dictada por la valiente jueza Nancy Juárez Salas en contra de la venganza judicial de AMLO y Morena desnudó de cuerpo entero el talante autoritario, tirano y déspota de la presidenta Sheinbaum. La reacción colérica hizo trizas la exigua esperanza que aún anidaba en algunas almas ingenuas de una gestión diferente a la anterior.
No fueron pocos los electores que optaron por el autoengaño de que se trataría de alguien más moderado, diferente, más tolerante, plural y mucho más democrático que AMLO. A los gobernantes NO se les conoce en campaña, sino en el manejo de sus crisis y momentos difíciles, y eso hizo Sheinbaum definirse a si misma como titular del ejecutivo esta semana.
La primera señal ominosa fue cuando se rehusó a dialogar con la oposición, remitiendo a todos a quienes no votaron por ella a Segob, como si fuesen ciudadanos de primera, actuando como cadenera del gobierno y no como Jefa de Estado. Dejó claro que sólo gobernará para ella y para quienes piensan como ella y le hayan votado, los demás están miserablemente a pagar impuestos sólo para hacer viable su proyecto político sin derecho alguno a quejarse o exigir algo. Como lo dijera Carlos Salinas de Gortari respecto del PRD, ni los ve ni los oye.
Pero aún más grave fue su golpe de estado judicial de facto con el que demostró que el techo de cristal jamás fue roto. En su discurso de toma de protesta manifestó: “El 2 de junio de este año, el pueblo de México de forma democrática y pacífica dijo fuerte y claro, es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres…por primera vez llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación. Y digo llegamos, y digo llegamos porque no llego sola, llegamos todas.”
Con su abierto desafío a la jueza y a la ministra Piña demostró que no cree ni respeta el empoderamiento de otras mujeres, que sólo ella está facultada para definir el acontecer nacional. Al invisibilizarlas y desacreditarlas públicamente, las trató con la misma misoginia que por décadas han combatido las mujeres, sólo que encima de todo lo hizo en la semana del 71 aniversario del voto de la mujer.
Las trató y desacreditó con la misma virulencia y misoginia que lo hubiera hecho AMLO, con el mismo rencor y coraje que él lo hizo antes con los liderazgos femeninos que no coincidieron con él como la propia Ministra Piña, Lily Téllez, Carolina Viggiano, María Amparo Casar, Azucena Uresti, Kenia López Rabadán y Ceci Flores por mencionar tan sólo algunas mujeres que fueron denostadas e intentaron callarles e invisibilizarles desde el púlpito mañanero.
“Habrá Estado de derecho…Piénsenlo solo por un momento, si el objetivo hubiera sido que la presidenta controlara la Suprema Corte hubiéramos hecho una reforma al estilo Zedillo. No, eso es autoritarismo, nosotros somos demócratas.” Dijo también Sheinbaum y no sólo desafió al poder judicial, sino que amenazó con denunciar a Nancy Juárez ante la Judicatura Federal, idéntica a AMLO.
“Dije que el pueblo fue muy claro al decir este 2 de junio, es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres. Durante mucho tiempo las mujeres fuimos anuladas, a muchas de nosotras nos contaron desde niñas una versión de la historia, que no nos quería hacer creer, que nos quería hacer creer, perdón, que el curso de la humanidad era protagonizado únicamente por hombre, poco a poco esa visión se ha ido revirtiendo.” Fue otra frase de la presidenta miserablemente traicionada y llevaba a letra muerta, pues quedó claro que, para ella, ni la jueza ni la ministra Piña tienen derecho a aplicar la ley y a velar por el estado de derecho.
“Hoy quiero reconocer, no solo a las heroínas de la patria, a las que seguiremos exaltando, sino también a todas las heroínas anónimas, a las invisibles, que con estas líneas hacemos visibles, a las que con nuestra llegada a la Presidencia y estas palabras hago aparecer, las que lucharon por su sueño y lo lograron, las que lucharon y no lo lograron.” De nada valieron los sueños alcanzados con su trabajo, conocimiento y esfuerzo, para Sheinbaum ellas NO tienen derecho a cristalizar sus sueños dictando sentencias que le incomoden tal y como lo aprendió de AMLO.
“Y con todas ellas aquí en nuestro lado, llegan nuestros más grandes sueños y anhelos, llegan con nosotras el pueblo de México, hombres y mujeres empoderados, la transformación les devolvió la dignidad, la libertad y la felicidad y nunca nadie más se las podrá arrebatar” dijo Sheinbaum y en el primer arrebato despótico propio de María Antonieta, decidió que ellas no tienen derecho ni a la “arrogancia de sentirse libres” y por ende, mucho menos, a sentirse o asumirse empoderadas.