/ martes 6 de agosto de 2024

Geopolítica del Sahel

Por Juan Arellanes*

El Sahel, una región semiárida de África que se extiende a lo largo del sur del desierto del Sáhara, abarca 11 países africanos. La región enfrenta importantes desafíos demográficos, climáticos, de pobreza extrema y de insurgencias yihadistas violentas. Los gobiernos de la región han buscado socios extranjeros, especialmente en materia de seguridad. Las grandes potencias han comenzado a considerar al Sahel como una región crucial en la competencia global.

La intervención francesa en el Sahel, iniciada en 2013 en Malí para combatir el yihadismo en el norte del país, se complicó por la falta de comprensión de las raíces del conflicto, como la pobreza y las diferencias étnicas. La transición de la Operación Serval a la Operación Barkhane no logró frenar la violencia, que se extendió a Burkina Faso y Níger. La intervención fue percibida como neocolonial, generó resentimiento local y fracasó en estabilizar la región.

Con la actividad del Grupo Wagner en Malí y su creciente presencia en Burkina Faso y Níger, Rusia está aumentando su influencia en el Sahel. La llegada de asesores militares rusos a Níger y las sospechas de colaboración entre Rusia e Irán están alterando el equilibrio geopolítico en la región. El general Michael Langley, jefe del Comando África de EEUU, afirmó que: “Rusia está intentando apoderarse de África Central y del Sahel”.

Irán está expandiendo su influencia en el Sahel mediante estrategias políticas, económicas y religiosas. Mientras EEUU e Israel se enfocan en el "semicírculo chií" que va de Líbano a Yemen, Teherán está estableciendo un segundo semicírculo en el Sahel y África Occidental. Existen comunidades chiíes significativas en Guinea, Malí, Mauritania, Níger, el norte de Nigeria y Senegal, países en los que Irán busca aumentar su legitimidad internacional y expandir su influencia.

Malí, Níger y Burkina Faso, cuyos anteriores gobiernos pro-occidentales fueron derrocados por golpes militares entre 2020 y 2024, están utilizando las rivalidades geopolíticas para obtener concesiones y beneficios de socios externos. Estos países han visto ventajas en trabajar con Rusia, China, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos para obtener armas y apoyo militar. La presencia de tropas rusas y la colaboración con empresas chinas para el desarrollo y la explotación de recursos minerales y energéticos reflejan un cambio hacia relaciones más transaccionales, pragmáticas y “honestas”, desde la perspectiva saheliana. Los beneficios (inversiones, armamento, asesoría militar) son palpables e inmediatos. Por el contrario, el fracaso en la relación con Occidente refleja resentimientos por el historial colonial y neocolonial de explotación y racismo en la región.

Desde la perspectiva occidental, en cambio, se trata de la consolidación de regímenes autoritarios: los líderes del Sahel están enfatizando una postura de soberanía agresiva, utilizando el apoyo de socios externos como Rusia y China para mantenerse en el poder.

Europa y Estados Unidos tienen opciones limitadas para influir en el Sahel sin un cambio hacia un mayor compromiso de largo plazo. Si no reaccionan rápido, en pocos años la región puede caer bajo el control absoluto de Rusia, China e Irán.

*Profesor de Geopolítica de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

Por Juan Arellanes*

El Sahel, una región semiárida de África que se extiende a lo largo del sur del desierto del Sáhara, abarca 11 países africanos. La región enfrenta importantes desafíos demográficos, climáticos, de pobreza extrema y de insurgencias yihadistas violentas. Los gobiernos de la región han buscado socios extranjeros, especialmente en materia de seguridad. Las grandes potencias han comenzado a considerar al Sahel como una región crucial en la competencia global.

La intervención francesa en el Sahel, iniciada en 2013 en Malí para combatir el yihadismo en el norte del país, se complicó por la falta de comprensión de las raíces del conflicto, como la pobreza y las diferencias étnicas. La transición de la Operación Serval a la Operación Barkhane no logró frenar la violencia, que se extendió a Burkina Faso y Níger. La intervención fue percibida como neocolonial, generó resentimiento local y fracasó en estabilizar la región.

Con la actividad del Grupo Wagner en Malí y su creciente presencia en Burkina Faso y Níger, Rusia está aumentando su influencia en el Sahel. La llegada de asesores militares rusos a Níger y las sospechas de colaboración entre Rusia e Irán están alterando el equilibrio geopolítico en la región. El general Michael Langley, jefe del Comando África de EEUU, afirmó que: “Rusia está intentando apoderarse de África Central y del Sahel”.

Irán está expandiendo su influencia en el Sahel mediante estrategias políticas, económicas y religiosas. Mientras EEUU e Israel se enfocan en el "semicírculo chií" que va de Líbano a Yemen, Teherán está estableciendo un segundo semicírculo en el Sahel y África Occidental. Existen comunidades chiíes significativas en Guinea, Malí, Mauritania, Níger, el norte de Nigeria y Senegal, países en los que Irán busca aumentar su legitimidad internacional y expandir su influencia.

Malí, Níger y Burkina Faso, cuyos anteriores gobiernos pro-occidentales fueron derrocados por golpes militares entre 2020 y 2024, están utilizando las rivalidades geopolíticas para obtener concesiones y beneficios de socios externos. Estos países han visto ventajas en trabajar con Rusia, China, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos para obtener armas y apoyo militar. La presencia de tropas rusas y la colaboración con empresas chinas para el desarrollo y la explotación de recursos minerales y energéticos reflejan un cambio hacia relaciones más transaccionales, pragmáticas y “honestas”, desde la perspectiva saheliana. Los beneficios (inversiones, armamento, asesoría militar) son palpables e inmediatos. Por el contrario, el fracaso en la relación con Occidente refleja resentimientos por el historial colonial y neocolonial de explotación y racismo en la región.

Desde la perspectiva occidental, en cambio, se trata de la consolidación de regímenes autoritarios: los líderes del Sahel están enfatizando una postura de soberanía agresiva, utilizando el apoyo de socios externos como Rusia y China para mantenerse en el poder.

Europa y Estados Unidos tienen opciones limitadas para influir en el Sahel sin un cambio hacia un mayor compromiso de largo plazo. Si no reaccionan rápido, en pocos años la región puede caer bajo el control absoluto de Rusia, China e Irán.

*Profesor de Geopolítica de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México