Romero Munguía / Estudiante del Doctorado en Seguridad Internacional, Universidad Anáhuac México.
M es “normal” escuchar o leer que la soberanía de una nación es de suma importancia y que la cultura y la identidad son la espada y escudo de ella. El guerrero es el Estado y el resto de su armónica.
En la actualidad,adura es el ejército. Uno de los temas más recurrentes, pero que en el siglo XXI se ha desproporcionado es el tema de la deportación del inmigrante ilegal, en donde el guerrero tiene que hacer uso de sus herramientas para salvaguardar a su pueblo.
Un nuevo siglo que representa una intolerancia mayor entre culturas, que a pesar de tener un dinamismo más íntimo entre las naciones gracias a la globalización la brecha entre ellas es mayor. Si bien es cierto, acontecimientos como la caída de las Torres Gemelas en el año 2001 y la Crisis de 2008 son un marco idóneo para abordar el interés de respaldar la seguridad y la economía del pueblo estadounidense. Los Estados Unidos de América han ejercido una política dura a lo largo del tiempo hacia los inmigrantes ilegales.
Las leyes anti-inmigrantes separan a las familias y los deportados entran en crisis porque tienen una nacionalidad mexicana y una identidad estadounidense, ya que llevan varios o muchos años viviendo en el territorio estadounidense. Entre las razones se encuentra que el deportado considera que su nación de origen no le ofrece una mejor calidad de vida y, por ello, se aventura en otras tierras.
Al "humanizar la deportación", se crea una dimensión biopolítica, según Meneses. En realidad, el muro fronterizo no es el ejecutor, ni quien impide el paso, pues ni siquiera tiene vida, pero es ahí donde todo recae en el deportado inmigrante ilegal. Uno de los argumentos que han apoyado estas medidas migratorias ante la comunidad estadounidense es el de salvaguardar los intereses nacionales a través de prácticas racializadas, es decir, concebida la raza como una construcción social, y las formas en que se crea, se propaga y se institucionaliza que conllevan inherentemente afirmaciones de poder, generando identidades raciales, que funcionan como mecanismos socialmente impuestos, según Maas.
Ea importante decir que no toda la comunidad estadounidense está a favor de estas políticas migratorias. En agosto de 2024 el departamento de Seguridad Nacional (DHS) implementó la política "Manteniendo a las Familias Juntas", un proceso para que ciertos cónyuges no ciudadanos e hijastros no ciudadanos de ciudades estadounidenses soliciten el permiso de permanencia temporal en el país en virtud de la autoridad legal existente (U.S. Citizenship and Immigration Services). Es claro que existe una fragmentación en el tejido social en Estados Unidos, construida desde tiempo atrás, con un gran debate ético sobre si son correctas o no las medidas tomadas por ciertos gobernantes.
Estamos ante una crisis donde la identidad es la que podría generar fricciones entre naciones más que los procesos culturales como lo refería Huntington.