/ martes 13 de agosto de 2024

Golpe en Níger: Impacto Regional

Por Patricia González Garza*

A un año del golpe de Estado en Níger, el país se enfrenta a una crisis que amenaza con desestabilizar la región del Sahel. La retirada de las tropas estadounidenses, sumada al resurgimiento de insurrecciones jihadistas lideradas por grupos como ISIS, Al-Qaeda y Boko Haram, ha exacerbado la inseguridad en una nación ya afectada por la violencia y las graves consecuencias del cambio climático. Esta situación ha desencadenado una crisis humanitaria y de seguridad con implicaciones que trascienden las fronteras de Níger, poniendo en riesgo la estabilidad de toda la región.

Desde su independencia de Francia en 1960, Níger ha estado marcado por inestabilidad. En 2021, se logró la primera transferencia democrática de poder con la elección de Mohamed Bazoum como presidente. Sin embargo, el 26 de julio de 2023, la guardia presidencial lo derrocó, y el general Abdourahamane Tchiani se proclamó líder de una junta militar. Las causas del golpe incluyen los planes de Bazoum de reemplazar a altos mandos del ejército y un descontento popular exacerbado por la pobreza extrema y sentimientos nacionalistas. Níger también enfrenta tensiones regionales debido al incremento de la actividad de grupos extremistas islámicos en el Sahel. Bazoum y sus políticas pro-occidentales convirtieron a Níger en un aliado clave de Occidente en la lucha contra el terrorismo desde el 2022, lo que fue rechazado por la población.

Las implicaciones del golpe son graves. La situación económica y de seguridad en Níger ha empeorado considerablemente. La junta militar redujo el gasto estatal en un 40%, agravando la pobreza. Diplomáticamente, el nuevo gobierno ha adoptado una postura aislacionista, rompiendo relaciones con actores internacionales clave, resultando en la imposición de sanciones y la suspensión del apoyo en seguridad y desarrollo. Esto ha exacerbado la pobreza e inseguridad alimentaria. Actualmente, 4.5 millones de personas necesitan ayuda humanitaria.

El pasado 5 de agosto, las tropas estadounidenses se retiraron de Níger, en línea con la política aislacionista y anti-Occidente de Tchiani. Esta retirada pone en riesgo la ya decadente imagen de Estados Unidos como “defensor” del Sur global y evidencia la creciente influencia de Rusia en la región, lo que amenaza los intereses geopolíticos de Washington. El vacío de poder es atractivo para organizaciones extremistas islámicas, cuya actividad ha aumentado desde el golpe, incrementando la violencia. La crisis en Níger podría fortalecer a estos grupos, con repercusiones no solo para la región, sino también para la seguridad global.

La situación en Níger subraya la complejidad de las dinámicas geopolíticas en el Sahel y la necesidad de una respuesta internacional coordinada para evitar una mayor desestabilización de la región. Esto podría implicar presión diplomática, sanciones específicas y un esfuerzo dedicado para apoyar a la población nigerina con ayuda humanitaria. Una cooperación más estrecha es esencial para desarrollar estrategias de seguridad que aborden tanto la crisis actual como las causas estructurales de la inestabilidad como la pobreza, la desigualdad y el cambio climático.

*Especialista en Desarrollo Internacional y Estudios de Paz y Conflicto. Docente de la asignatura “Introducción al Desarrollo Global” o de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México.

Por Patricia González Garza*

A un año del golpe de Estado en Níger, el país se enfrenta a una crisis que amenaza con desestabilizar la región del Sahel. La retirada de las tropas estadounidenses, sumada al resurgimiento de insurrecciones jihadistas lideradas por grupos como ISIS, Al-Qaeda y Boko Haram, ha exacerbado la inseguridad en una nación ya afectada por la violencia y las graves consecuencias del cambio climático. Esta situación ha desencadenado una crisis humanitaria y de seguridad con implicaciones que trascienden las fronteras de Níger, poniendo en riesgo la estabilidad de toda la región.

Desde su independencia de Francia en 1960, Níger ha estado marcado por inestabilidad. En 2021, se logró la primera transferencia democrática de poder con la elección de Mohamed Bazoum como presidente. Sin embargo, el 26 de julio de 2023, la guardia presidencial lo derrocó, y el general Abdourahamane Tchiani se proclamó líder de una junta militar. Las causas del golpe incluyen los planes de Bazoum de reemplazar a altos mandos del ejército y un descontento popular exacerbado por la pobreza extrema y sentimientos nacionalistas. Níger también enfrenta tensiones regionales debido al incremento de la actividad de grupos extremistas islámicos en el Sahel. Bazoum y sus políticas pro-occidentales convirtieron a Níger en un aliado clave de Occidente en la lucha contra el terrorismo desde el 2022, lo que fue rechazado por la población.

Las implicaciones del golpe son graves. La situación económica y de seguridad en Níger ha empeorado considerablemente. La junta militar redujo el gasto estatal en un 40%, agravando la pobreza. Diplomáticamente, el nuevo gobierno ha adoptado una postura aislacionista, rompiendo relaciones con actores internacionales clave, resultando en la imposición de sanciones y la suspensión del apoyo en seguridad y desarrollo. Esto ha exacerbado la pobreza e inseguridad alimentaria. Actualmente, 4.5 millones de personas necesitan ayuda humanitaria.

El pasado 5 de agosto, las tropas estadounidenses se retiraron de Níger, en línea con la política aislacionista y anti-Occidente de Tchiani. Esta retirada pone en riesgo la ya decadente imagen de Estados Unidos como “defensor” del Sur global y evidencia la creciente influencia de Rusia en la región, lo que amenaza los intereses geopolíticos de Washington. El vacío de poder es atractivo para organizaciones extremistas islámicas, cuya actividad ha aumentado desde el golpe, incrementando la violencia. La crisis en Níger podría fortalecer a estos grupos, con repercusiones no solo para la región, sino también para la seguridad global.

La situación en Níger subraya la complejidad de las dinámicas geopolíticas en el Sahel y la necesidad de una respuesta internacional coordinada para evitar una mayor desestabilización de la región. Esto podría implicar presión diplomática, sanciones específicas y un esfuerzo dedicado para apoyar a la población nigerina con ayuda humanitaria. Una cooperación más estrecha es esencial para desarrollar estrategias de seguridad que aborden tanto la crisis actual como las causas estructurales de la inestabilidad como la pobreza, la desigualdad y el cambio climático.

*Especialista en Desarrollo Internacional y Estudios de Paz y Conflicto. Docente de la asignatura “Introducción al Desarrollo Global” o de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México.