/ viernes 19 de abril de 2024

Hojas de Papel | ¡Bolo Padrino! ¡Bolo Madrina!

¿El padrino es el protector buena onda? ¿Es con el que nos vamos a refugiar cuando hay broncas con el papá o la mamá? ¿Es el que da la cara en la escuela cuando cometemos ‘una falta’ y no queremos que lo sepan en casa? ¿Es el que nos acompaña a echarnos un trago para platicar de lo que traemos en el buche?

... ¿Es el que nos da consejos sin exigir su cumplimiento? ¿Es el que nos presta lana para llevar a la novia a cenar, cansada ya de caminatas en el parque con un helado? ¿Es el que nos quiere sin decirlo? ¿Es el que habla con los papás en nuestro favor para ‘arreglar las cosas’? Uhhh... tanto y tanto es el padrino... o la madrina... o los dos.

El padrino o la madrina son el mejor amigo de la familia. Ya del papá, y por extensión de la mamá, o a la inversa. En todo caso son alguien muy cercano y querido o querida. Son alguien con quien se ha convivido, con quien se sienten en confianza, con quien se está a gusto y a quien, en gran medida, se tiene respeto y consideración...

Se les ve como árboles firmes y perennes. Se les ve amigos de toda la vida –aunque a veces esa misma vida los aleje porque así es ella: no es muy seria en sus cosas-. Pero son aquellos seres humanos cuya cercanía permite que algunos de los actos más rigurosos y solemnes en la vida de los seres humanos, sobre todo dentro del catolicismo, estén ahí, también solemnes y asumiendo su responsabilidad ya como padrino de bautizo o de confirmación...

En realidad son la esperanza de que –ojalá no, se dice—si algún día faltaran los padres, el padrino o la madrina, o ambos, se harán cargo de guiar al ahijado o la ahijada por el buen camino, protegerlos –no necesariamente con recursos o apoyos económicos-: el tema es más del tono moral y espiritual. Alguien en quien el ahijado o ahijada pueden confiar y a quien pueden ver como el sustituto de los afectos más intensos y más puros: los padres.

Esto del padrinazgo y el compadrazgo está muy arraigado en México. En todo el país. Y mucho más tierra adentro. Quizá ya no tanto en zonas urbanas en donde sí, hay la costumbre pero no con tan alto grado de responsabilidad y cuyos vínculos entre compadres y ahijados son más laxos aunque sí, respetuosos.

Pero es al interior del país en donde el vínculo y la responsabilidad del padrinazgo son muy fuertes. Sobre todo en entidades en donde las tradiciones y costumbres ancestrales están arraigadas y son parte de su historia, sus tradiciones, sus formas de ser y entender la vida y entenderse en sí y entre sí.

Todavía hace algunos años, en municipios oaxaqueños se tenía la costumbre de saludar al padrino o la madrina diciéndole con gran respeto: “La mano padrino. La mano madrina”. Y se les saludaba con reverencia.

Ellos contestaban con una bendición y muestras de cariño. Y sí, sabían su responsabilidad porque de tiempo en tiempo visitaban a los compadres y al ahijado para saber cómo iba en la vida, la escuela, el trabajo... Hoy ya no es así, pero se mantiene el vínculo familiar, el afecto y el respeto.

En contraposición, hasta hace no mucho se han inventado otros distintos padrinazgos. De todos los colores y sabores. Para bueno y para malo. Los hay de todo y para todo... o casi...

El padrino político, por ejemplo, es el que apoya a un personaje en su camino al éxito en su función pública... Y lo ayudan aunque tengan que pisar a otros seres humanos. El fin es el objetivo, no el medio. O como dijera Nicolás Maquiavelo en 1513: “El fin justifica los medios” Y eso hacen los padrinos políticos y sus ahijados-protegidos.

Uno de los más famosos padrinos en la historia reciente es “El Padrino”, la película de Francis Ford Coppola (1972). Está basada en la novela de Mario Puzo y relata la vida y el entorno mafioso e implacable de Don Vito Corleone, el padrino, y sus hijos asimismo mafiosos. Es una crónica criminal ubicada en Nueva York en los años 1945 y 1955. La película es considerada una joya del cine mundial. Una obra de arte.

Padrinos los hay entre las estrellas, estrellitas y asteroides del mundo del espectáculo. Algunos de ellos o ellas tienen un padrino. Un apoyo. Un guía. A veces se confunde o se usa este tipo de padrinazgo, como también en muchos casos se mal interpreta, pero al final de cuentas está ahí esa figura de ayuda y apoyo en un espacio de por sí complicado y competitivo.

En los deportes los hay. En la vida profesional en distintas disciplinas se encuentra ese apoyo tan necesario para caminar sobre rutas trazadas y no perderse entre la maleza.

Son del tipo de padrinazgo generoso, desinteresado y muy dispuesto a reconocer virtudes como también para exigir éxito para quien recibe el apoyo. “Los triunfos de mis alumnos son mis propios triunfos” decía un maestro-periodista-amigo hace algunos años. Y sí. Nos gustaba buscarlo para poner a su vista nuestros logros o escuchar su consejo frente a nuestros fracasos.

En todo caso, por origen, los padrinos reconocidos son los de bautizo o confirmación. Esto según los cánones religiosos y queda claro. No existen los padrinos de boda o de “Presentación del niño o la niña ante la iglesia” o tantas nuevas fórmulas; en este caso la regla clerical los ubica tan sólo como “testigos” de la ceremonia.

¿Y de dónde viene eso de tener padrino o madrina, compadre o comadre? Pues según los libros (porque los libros tienen la palabra) la cosa fue así:

Esto viene del siglo II d. C. Al bautismo cristiano se le consideraba como una ceremonia para la purificación e iniciación social de los niños. Pero para la ceremonia se requería la presencia de adultos que actuaban como garantes del niño.

Ellos pronunciaban la confesión de fe de su representado y garantizaban su educación espiritual. Al principio eran los padres mismos. Pero es a partir del año 813 d.C., en el Concilio de Múnich cuando se decide que los padres no pueden ser los únicos responsables del niño o niña...

... Y se requiere la presencia de un padrino o madrina, que es un padre o madre sustitutos en la fe católica. De hecho, los padrinos y madrinas no tienen ninguna obligación legal. Su función es una labor de acompañamiento y de guía al niño o la niña en su “vida práctica y moral”.

Según establece el precepto religioso, los padrinos deben estar siempre presentes en la vida del niño desde la infancia. ‘Tendrán que asistir a cada momento importante de la vida del niño o niña. Deberán estar a su lado a medida que crecen y cuando quieran discutir cosas que quizá no se sientan cómodos a la hora de hablar con los padres. Serán como maestros morales.’

“La Iglesia Católica exige que los padrinos sigan la fe cristiana y tengan un mínimo de 18 años de edad. Sean gente honorable y ejemplo para sus ahijados o ahijadas.”... (Bueno: es la exigencia... tranquilos.)

Al final ser padrino o madrina es una responsabilidad moral. Es un acompañamiento a los padres, o sustituto de ellos, dado el caso. De hecho se les considera segundos padres en caso necesario. Sus funciones se pueden resumir en unos cuantos preceptos:

“Velar por el bienestar de su ahijado o ahijada. Colaborar en su educación. Ayudar a los padres en caso que estén atravesando momentos difíciles con el niño o niña. Cuidarle siempre que lo necesite. Aconsejarle en los momentos de la vida que lo requiera. Estar al lado del ahijado o ahijada durante todas las etapas de su vida. Quererle de forma incondicional. Ser un buen modelo a seguir en todos los aspectos. Estar presente en todos los momentos importantes de la vida del ahijado o ahijada. Buscar siempre la manera de que esté feliz y se divierta a su lado.”

Y todo esto viene al caso porque precisamente este domingo 21 de abril se celebra el “Día de los Padrinos y las Madrinas.” Es una fecha en la que se recuerda ese compromiso y esa responsabilidad compartida. Y ese estado de buena relación humana y de expectativa.

Pero si bien las reglas establecidas exigen esa transparencia y moralidad ejemplares, también es cierto que no siempre se cumple tal y cual. Sin embargo es bueno saber que la familia cordial se extiende hacia horizontes de fraternidad y solidaridad humanas. De afecto y cariño.

“Ya me tenían a Cheto ahí en la pila bautismal. Con el agua se puso inquieto y que la empiezan a regar. Pos destápele aquí el pechito...ay señor, no, pobrecito, se nos puede hasta resfriar. Pos destápele que es bautizo, si se moja, Dios lo quiso, ahí lo saca usté a asolear...”

¿El padrino es el protector buena onda? ¿Es con el que nos vamos a refugiar cuando hay broncas con el papá o la mamá? ¿Es el que da la cara en la escuela cuando cometemos ‘una falta’ y no queremos que lo sepan en casa? ¿Es el que nos acompaña a echarnos un trago para platicar de lo que traemos en el buche?

... ¿Es el que nos da consejos sin exigir su cumplimiento? ¿Es el que nos presta lana para llevar a la novia a cenar, cansada ya de caminatas en el parque con un helado? ¿Es el que nos quiere sin decirlo? ¿Es el que habla con los papás en nuestro favor para ‘arreglar las cosas’? Uhhh... tanto y tanto es el padrino... o la madrina... o los dos.

El padrino o la madrina son el mejor amigo de la familia. Ya del papá, y por extensión de la mamá, o a la inversa. En todo caso son alguien muy cercano y querido o querida. Son alguien con quien se ha convivido, con quien se sienten en confianza, con quien se está a gusto y a quien, en gran medida, se tiene respeto y consideración...

Se les ve como árboles firmes y perennes. Se les ve amigos de toda la vida –aunque a veces esa misma vida los aleje porque así es ella: no es muy seria en sus cosas-. Pero son aquellos seres humanos cuya cercanía permite que algunos de los actos más rigurosos y solemnes en la vida de los seres humanos, sobre todo dentro del catolicismo, estén ahí, también solemnes y asumiendo su responsabilidad ya como padrino de bautizo o de confirmación...

En realidad son la esperanza de que –ojalá no, se dice—si algún día faltaran los padres, el padrino o la madrina, o ambos, se harán cargo de guiar al ahijado o la ahijada por el buen camino, protegerlos –no necesariamente con recursos o apoyos económicos-: el tema es más del tono moral y espiritual. Alguien en quien el ahijado o ahijada pueden confiar y a quien pueden ver como el sustituto de los afectos más intensos y más puros: los padres.

Esto del padrinazgo y el compadrazgo está muy arraigado en México. En todo el país. Y mucho más tierra adentro. Quizá ya no tanto en zonas urbanas en donde sí, hay la costumbre pero no con tan alto grado de responsabilidad y cuyos vínculos entre compadres y ahijados son más laxos aunque sí, respetuosos.

Pero es al interior del país en donde el vínculo y la responsabilidad del padrinazgo son muy fuertes. Sobre todo en entidades en donde las tradiciones y costumbres ancestrales están arraigadas y son parte de su historia, sus tradiciones, sus formas de ser y entender la vida y entenderse en sí y entre sí.

Todavía hace algunos años, en municipios oaxaqueños se tenía la costumbre de saludar al padrino o la madrina diciéndole con gran respeto: “La mano padrino. La mano madrina”. Y se les saludaba con reverencia.

Ellos contestaban con una bendición y muestras de cariño. Y sí, sabían su responsabilidad porque de tiempo en tiempo visitaban a los compadres y al ahijado para saber cómo iba en la vida, la escuela, el trabajo... Hoy ya no es así, pero se mantiene el vínculo familiar, el afecto y el respeto.

En contraposición, hasta hace no mucho se han inventado otros distintos padrinazgos. De todos los colores y sabores. Para bueno y para malo. Los hay de todo y para todo... o casi...

El padrino político, por ejemplo, es el que apoya a un personaje en su camino al éxito en su función pública... Y lo ayudan aunque tengan que pisar a otros seres humanos. El fin es el objetivo, no el medio. O como dijera Nicolás Maquiavelo en 1513: “El fin justifica los medios” Y eso hacen los padrinos políticos y sus ahijados-protegidos.

Uno de los más famosos padrinos en la historia reciente es “El Padrino”, la película de Francis Ford Coppola (1972). Está basada en la novela de Mario Puzo y relata la vida y el entorno mafioso e implacable de Don Vito Corleone, el padrino, y sus hijos asimismo mafiosos. Es una crónica criminal ubicada en Nueva York en los años 1945 y 1955. La película es considerada una joya del cine mundial. Una obra de arte.

Padrinos los hay entre las estrellas, estrellitas y asteroides del mundo del espectáculo. Algunos de ellos o ellas tienen un padrino. Un apoyo. Un guía. A veces se confunde o se usa este tipo de padrinazgo, como también en muchos casos se mal interpreta, pero al final de cuentas está ahí esa figura de ayuda y apoyo en un espacio de por sí complicado y competitivo.

En los deportes los hay. En la vida profesional en distintas disciplinas se encuentra ese apoyo tan necesario para caminar sobre rutas trazadas y no perderse entre la maleza.

Son del tipo de padrinazgo generoso, desinteresado y muy dispuesto a reconocer virtudes como también para exigir éxito para quien recibe el apoyo. “Los triunfos de mis alumnos son mis propios triunfos” decía un maestro-periodista-amigo hace algunos años. Y sí. Nos gustaba buscarlo para poner a su vista nuestros logros o escuchar su consejo frente a nuestros fracasos.

En todo caso, por origen, los padrinos reconocidos son los de bautizo o confirmación. Esto según los cánones religiosos y queda claro. No existen los padrinos de boda o de “Presentación del niño o la niña ante la iglesia” o tantas nuevas fórmulas; en este caso la regla clerical los ubica tan sólo como “testigos” de la ceremonia.

¿Y de dónde viene eso de tener padrino o madrina, compadre o comadre? Pues según los libros (porque los libros tienen la palabra) la cosa fue así:

Esto viene del siglo II d. C. Al bautismo cristiano se le consideraba como una ceremonia para la purificación e iniciación social de los niños. Pero para la ceremonia se requería la presencia de adultos que actuaban como garantes del niño.

Ellos pronunciaban la confesión de fe de su representado y garantizaban su educación espiritual. Al principio eran los padres mismos. Pero es a partir del año 813 d.C., en el Concilio de Múnich cuando se decide que los padres no pueden ser los únicos responsables del niño o niña...

... Y se requiere la presencia de un padrino o madrina, que es un padre o madre sustitutos en la fe católica. De hecho, los padrinos y madrinas no tienen ninguna obligación legal. Su función es una labor de acompañamiento y de guía al niño o la niña en su “vida práctica y moral”.

Según establece el precepto religioso, los padrinos deben estar siempre presentes en la vida del niño desde la infancia. ‘Tendrán que asistir a cada momento importante de la vida del niño o niña. Deberán estar a su lado a medida que crecen y cuando quieran discutir cosas que quizá no se sientan cómodos a la hora de hablar con los padres. Serán como maestros morales.’

“La Iglesia Católica exige que los padrinos sigan la fe cristiana y tengan un mínimo de 18 años de edad. Sean gente honorable y ejemplo para sus ahijados o ahijadas.”... (Bueno: es la exigencia... tranquilos.)

Al final ser padrino o madrina es una responsabilidad moral. Es un acompañamiento a los padres, o sustituto de ellos, dado el caso. De hecho se les considera segundos padres en caso necesario. Sus funciones se pueden resumir en unos cuantos preceptos:

“Velar por el bienestar de su ahijado o ahijada. Colaborar en su educación. Ayudar a los padres en caso que estén atravesando momentos difíciles con el niño o niña. Cuidarle siempre que lo necesite. Aconsejarle en los momentos de la vida que lo requiera. Estar al lado del ahijado o ahijada durante todas las etapas de su vida. Quererle de forma incondicional. Ser un buen modelo a seguir en todos los aspectos. Estar presente en todos los momentos importantes de la vida del ahijado o ahijada. Buscar siempre la manera de que esté feliz y se divierta a su lado.”

Y todo esto viene al caso porque precisamente este domingo 21 de abril se celebra el “Día de los Padrinos y las Madrinas.” Es una fecha en la que se recuerda ese compromiso y esa responsabilidad compartida. Y ese estado de buena relación humana y de expectativa.

Pero si bien las reglas establecidas exigen esa transparencia y moralidad ejemplares, también es cierto que no siempre se cumple tal y cual. Sin embargo es bueno saber que la familia cordial se extiende hacia horizontes de fraternidad y solidaridad humanas. De afecto y cariño.

“Ya me tenían a Cheto ahí en la pila bautismal. Con el agua se puso inquieto y que la empiezan a regar. Pos destápele aquí el pechito...ay señor, no, pobrecito, se nos puede hasta resfriar. Pos destápele que es bautizo, si se moja, Dios lo quiso, ahí lo saca usté a asolear...”

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