/ viernes 22 de marzo de 2024

Hojas de Papel | Bueno… bueno… ¿Quién llama?

La verdad, eso del teléfono celular -o móvil, si quiere— se ha convertido en una solución, en un acercamiento entre los seres humanos, un romper distancias, un sentirse aquí y ahora todos juntos…

Pero también es un fenómeno de comportamiento social extraordinario, de actitud en la vida, de estatus, de forma de ser y estar, de introspección, de ausencia, de distanciamiento, de yo conmigo y mi circunstancia… de soledad… De “Mi vida sin mi celular carece de sentido”.

Martin Cooper, el padre del teléfono celular, lo presagio con un cierto dejo de terror y dolor: ‘Tengo que decirles que me siento desolado cuando veo a alguien cruzar la calle y mirar su teléfono móvil. Es algo muy común, están mal de la cabeza" … “Los humanos tarde o temprano se darán cuenta de que esto no es su vida, es su solución, pero no su vida’…

En una ocasión un primo y yo fuimos a comer a un restaurante para platicar de cosas de familia, de la vida, de cómo te va, como nos va… y, abrazados en el afecto, platicábamos a gusto. Frente a nosotros estaba una mesa a la que concurría una familia de unas doce personas. Por lo que se suponía celebraban algo o a alguno de ellos…

Pero en un momento nadie estaba ahí: todos estaban en silencio, sumergidos cada uno en su teléfono celular. El mundo no existía. No existía la familia. No existía la celebración. No había mundo. Su mundo estaba en sus manos, en su teléfono celular ya para sonreír a solas, ya para interesarse a solas, ya para decir que lo demás no importa, ‘importo yo y mi celular’.

Hubo días en los que estaban en las calles aquellos teléfonos “de a veinte centavos”. En cabinas. En las esquinas. Había que hacer cola interminable para esperar a que los de adelante terminaran de hablar de sus perritos y sus periquitos… Quienes tenían teléfono en su casa eran privilegiados. Los demás éramos de a pie. Los de la torta de queso de puerco.

Con veinte centavos de pirámide de Teotihuacan podía uno hablar tres minutos y echarle más y más monedas hasta concluir la charla… ¡Ah! pero eso sí, muchas de aquellas casetas tenían teléfonos que no funcionaban o teléfonos que ya no estaban ahí porque los vándalos se los habían llevado.

Y ni se diga si uno quería hablar por larga distancia: podía ser pagando aquí, o “por cobrar” que era cargarle al otro el costo de la llamada que tenía que ser archi-breve porque costaba un ojo de la cara.

¡Qué gran invento este el del teléfono! Quién lo hubiera imaginado hasta antes del siglo XIX; ni en sueños; como ahora mismo, no imaginamos lo que habrán de ver quienes vivan en el siglo XXII: sorpresas y más buenas sorpresas, pero también, posiblemente, el monstruo destructor de conciencias y de vidas… A lo Mary Shelley y su “Frankenstein o El moderno Prometeo”. Ojalá no.

¿A quién se le hubiera ocurrido inventar que una persona pudiera hablar, de viva voz, desde un lugar extremo a otro lejano con la sola utilización de un aparato que transmitía la palabra y aquella otra persona escuchaba y contestaba? Cosa de otro mundo.

Pues sí. Ocurrió que un día de 1854 la esposa del ingeniero italiano Antonio Meucci estaba enferma y en cama. No se podía levantar por males reumáticos. No podía caminar. Su esposo tenía su despacho en la parte baja de la casa y quería estar en comunicación con la señora. Y pues eso. De pronto pensó en inventar un sistema por el cual pudiera hablar con ella a distancia.

Y lo consiguió. Inventó un sistema de comunicación alámbrico cuyo dispositivo podía transmitir señales acústicas a distancia por medio de señales eléctricas (ejem). Era el precursor del teléfono actual, pero Meucci no tenía dinero para patentar su invento aunque sabía su importancia, de forma que su descubrimiento no fue reconocido de su propiedad: lo llamó Teletrófono.

Y por un largo tiempo hasta ahí quedó el invento, aunque poco a poco el mismo Meucci le hizo ajustes y consiguió alargar la distancia de transmisión-recepción. Aquello era incipiente y por lo mismo tenía muchas interferencias y quien se comunicaba tenía que gritar para ser escuchado al otro lado del hilo. Era así, pero el hombre había conseguido una hazaña: comunicarse a distancia y aportar a la humanidad lo que hoy es esencial: el teléfono.

¡Ah! Pero luego vino lo malo. El inventor escocés Alexander Graham Bell fue el primero en patentar el teléfono en 1876. Era el invento de Meucci pero se atribuyó su invención. Hizo algunos chanchullos porque Meucci reclamó como suyo el invento ante las cortes de Estados Unidos, pero nada. Bell había hecho algunos enjuagues, soltó algún dinerillo por ahí y consiguió que se le reconociera como suya la telefonía. Por supuesto el italiano hizo su entripado y murió en 1889, en pleno litigio.

Bell se hizo famoso por “su invento”. Hombre de negocios también, creó su empresa: La “Bell Telephone Company” que fue instalada en 1877. Tal fue el éxito que nueve años después más de 150 mil personas en Estados Unidos tenían teléfonos. Se hizo millonario. Eran los teléfonos de Bell. Y sí, también es cierto que hizo mejoras al sistema.

En 1879, la empresa adquirió las patentes de Edison para el micrófono de carbón de la Western Union. Esto hizo que a través del teléfono se pudieran hacer llamadas de larga distancia, y que el sonido fuera más audible y sin necesidad de pegar tanto grito.

El 25 de enero de 1915 Bell hizo la primera llamada telefónica transcontinental, desde Nueva York a San Francisco, California. En adelante la telefonía evolucionó a grandes pasos. Sorprendentes. Se mejoró el sonido, se mejoró el sistema de disco por uno numérico. La calidad de las llamadas era más audible y sin interferencias. Todo así en constante evolución hasta que llegó 1973…

Ese año, el ingeniero Martin Cooper desarrollo el sistema celular telefónico. Que es decir un teléfono sin cables. Esto habría de cambiar la comunicación humana y someterla a los designios de la telefonía en sus variantes actualizadas cada instante…

El 3 de abril de 1973, Martin Cooper, un ingeniero estadounidense, hizo la primera llamada de teléfono celular de la historia. La firma Motorola. Y fue una llamada planeada. Su invento habría de cambiar todo modelo de tele comunicación anterior. Ese día llamó desde Nueva York a su rival de la compañía Bell System, el doctor Joel Engel.

Cooper: "Le dije, Joel, soy Martin Cooper. Él dijo: "Hola, Marty. “Joel, te estoy hablando por un teléfono celular de mano: Un móvil de verdad, personal, portátil, de mano. Se hizo el silencio al otro lado de la línea, creo que estaba apretando los dientes".

El sistema celular de telefonía habría de comercializarse hasta 1983. Era el Motorola DynaTAC 8000X. Costaba 4 mil dólares. Le decían "el ladrillo" porque medía 33 centímetros y pesaba 794 gramos, casi un kilo. Lo que siguió a esto es la historia sin fin. Una hazaña, sí, pero también un mundo de novedades y ganancias. La empresa telefónica en sus distintas variantes sometería al ser humano a sus designios.

Luego vendría agregar colores a la pantalla; en el 2000 se agregó la cámara de fotográfica, los mensajes de textos (SMS) y los multimedia (MMS), permitiendo adjuntar sonido o fotografías. En 2007 circularon un total de 1.9 trillones de mensajes alrededor del mundo.

Ese 2007 saldría el primer IPhone de Steve Jobs. Una pantalla táctil, navegación directa a Internet y un mercado de aplicaciones. El móvil ya no sólo servía para hablar. Se configuraban los primeros dispositivos inteligentes o smartphones… y tanto más…

Y miles de beneficiarios del teléfono celular, de su mensajería, de sus redes sociales, de sus imágenes, de las facilidades de comunicación entre seres humanos conocidos o desconocidos. El mundo está en las manos de cada uno de nosotros…

Y la ausencia y la soledad y la atonía y las ganas de estar a solas con alguien en el celular, aunque al frente se tenga a humanos que también quieren hablar y decir y expresar…

Hoy la comunicación es digital, es celular, es todo eso que nos dijeron que es la novedad y que nos muestra que los seres humanos somos inteligentes, pero también somos ese ser que vive ensimismado mirando-mirando-mirando-tocando-tocando-tocando a ese objeto inanimado que es el celular nuestro de cada día. ‘Lejos del mundanal ruido’.

El 11 de junio 2002 el Congreso de EUA reconoció a Antonio Meucci como el verdadero inventor del teléfono. Ciento cuarenta y ocho años después.

La verdad, eso del teléfono celular -o móvil, si quiere— se ha convertido en una solución, en un acercamiento entre los seres humanos, un romper distancias, un sentirse aquí y ahora todos juntos…

Pero también es un fenómeno de comportamiento social extraordinario, de actitud en la vida, de estatus, de forma de ser y estar, de introspección, de ausencia, de distanciamiento, de yo conmigo y mi circunstancia… de soledad… De “Mi vida sin mi celular carece de sentido”.

Martin Cooper, el padre del teléfono celular, lo presagio con un cierto dejo de terror y dolor: ‘Tengo que decirles que me siento desolado cuando veo a alguien cruzar la calle y mirar su teléfono móvil. Es algo muy común, están mal de la cabeza" … “Los humanos tarde o temprano se darán cuenta de que esto no es su vida, es su solución, pero no su vida’…

En una ocasión un primo y yo fuimos a comer a un restaurante para platicar de cosas de familia, de la vida, de cómo te va, como nos va… y, abrazados en el afecto, platicábamos a gusto. Frente a nosotros estaba una mesa a la que concurría una familia de unas doce personas. Por lo que se suponía celebraban algo o a alguno de ellos…

Pero en un momento nadie estaba ahí: todos estaban en silencio, sumergidos cada uno en su teléfono celular. El mundo no existía. No existía la familia. No existía la celebración. No había mundo. Su mundo estaba en sus manos, en su teléfono celular ya para sonreír a solas, ya para interesarse a solas, ya para decir que lo demás no importa, ‘importo yo y mi celular’.

Hubo días en los que estaban en las calles aquellos teléfonos “de a veinte centavos”. En cabinas. En las esquinas. Había que hacer cola interminable para esperar a que los de adelante terminaran de hablar de sus perritos y sus periquitos… Quienes tenían teléfono en su casa eran privilegiados. Los demás éramos de a pie. Los de la torta de queso de puerco.

Con veinte centavos de pirámide de Teotihuacan podía uno hablar tres minutos y echarle más y más monedas hasta concluir la charla… ¡Ah! pero eso sí, muchas de aquellas casetas tenían teléfonos que no funcionaban o teléfonos que ya no estaban ahí porque los vándalos se los habían llevado.

Y ni se diga si uno quería hablar por larga distancia: podía ser pagando aquí, o “por cobrar” que era cargarle al otro el costo de la llamada que tenía que ser archi-breve porque costaba un ojo de la cara.

¡Qué gran invento este el del teléfono! Quién lo hubiera imaginado hasta antes del siglo XIX; ni en sueños; como ahora mismo, no imaginamos lo que habrán de ver quienes vivan en el siglo XXII: sorpresas y más buenas sorpresas, pero también, posiblemente, el monstruo destructor de conciencias y de vidas… A lo Mary Shelley y su “Frankenstein o El moderno Prometeo”. Ojalá no.

¿A quién se le hubiera ocurrido inventar que una persona pudiera hablar, de viva voz, desde un lugar extremo a otro lejano con la sola utilización de un aparato que transmitía la palabra y aquella otra persona escuchaba y contestaba? Cosa de otro mundo.

Pues sí. Ocurrió que un día de 1854 la esposa del ingeniero italiano Antonio Meucci estaba enferma y en cama. No se podía levantar por males reumáticos. No podía caminar. Su esposo tenía su despacho en la parte baja de la casa y quería estar en comunicación con la señora. Y pues eso. De pronto pensó en inventar un sistema por el cual pudiera hablar con ella a distancia.

Y lo consiguió. Inventó un sistema de comunicación alámbrico cuyo dispositivo podía transmitir señales acústicas a distancia por medio de señales eléctricas (ejem). Era el precursor del teléfono actual, pero Meucci no tenía dinero para patentar su invento aunque sabía su importancia, de forma que su descubrimiento no fue reconocido de su propiedad: lo llamó Teletrófono.

Y por un largo tiempo hasta ahí quedó el invento, aunque poco a poco el mismo Meucci le hizo ajustes y consiguió alargar la distancia de transmisión-recepción. Aquello era incipiente y por lo mismo tenía muchas interferencias y quien se comunicaba tenía que gritar para ser escuchado al otro lado del hilo. Era así, pero el hombre había conseguido una hazaña: comunicarse a distancia y aportar a la humanidad lo que hoy es esencial: el teléfono.

¡Ah! Pero luego vino lo malo. El inventor escocés Alexander Graham Bell fue el primero en patentar el teléfono en 1876. Era el invento de Meucci pero se atribuyó su invención. Hizo algunos chanchullos porque Meucci reclamó como suyo el invento ante las cortes de Estados Unidos, pero nada. Bell había hecho algunos enjuagues, soltó algún dinerillo por ahí y consiguió que se le reconociera como suya la telefonía. Por supuesto el italiano hizo su entripado y murió en 1889, en pleno litigio.

Bell se hizo famoso por “su invento”. Hombre de negocios también, creó su empresa: La “Bell Telephone Company” que fue instalada en 1877. Tal fue el éxito que nueve años después más de 150 mil personas en Estados Unidos tenían teléfonos. Se hizo millonario. Eran los teléfonos de Bell. Y sí, también es cierto que hizo mejoras al sistema.

En 1879, la empresa adquirió las patentes de Edison para el micrófono de carbón de la Western Union. Esto hizo que a través del teléfono se pudieran hacer llamadas de larga distancia, y que el sonido fuera más audible y sin necesidad de pegar tanto grito.

El 25 de enero de 1915 Bell hizo la primera llamada telefónica transcontinental, desde Nueva York a San Francisco, California. En adelante la telefonía evolucionó a grandes pasos. Sorprendentes. Se mejoró el sonido, se mejoró el sistema de disco por uno numérico. La calidad de las llamadas era más audible y sin interferencias. Todo así en constante evolución hasta que llegó 1973…

Ese año, el ingeniero Martin Cooper desarrollo el sistema celular telefónico. Que es decir un teléfono sin cables. Esto habría de cambiar la comunicación humana y someterla a los designios de la telefonía en sus variantes actualizadas cada instante…

El 3 de abril de 1973, Martin Cooper, un ingeniero estadounidense, hizo la primera llamada de teléfono celular de la historia. La firma Motorola. Y fue una llamada planeada. Su invento habría de cambiar todo modelo de tele comunicación anterior. Ese día llamó desde Nueva York a su rival de la compañía Bell System, el doctor Joel Engel.

Cooper: "Le dije, Joel, soy Martin Cooper. Él dijo: "Hola, Marty. “Joel, te estoy hablando por un teléfono celular de mano: Un móvil de verdad, personal, portátil, de mano. Se hizo el silencio al otro lado de la línea, creo que estaba apretando los dientes".

El sistema celular de telefonía habría de comercializarse hasta 1983. Era el Motorola DynaTAC 8000X. Costaba 4 mil dólares. Le decían "el ladrillo" porque medía 33 centímetros y pesaba 794 gramos, casi un kilo. Lo que siguió a esto es la historia sin fin. Una hazaña, sí, pero también un mundo de novedades y ganancias. La empresa telefónica en sus distintas variantes sometería al ser humano a sus designios.

Luego vendría agregar colores a la pantalla; en el 2000 se agregó la cámara de fotográfica, los mensajes de textos (SMS) y los multimedia (MMS), permitiendo adjuntar sonido o fotografías. En 2007 circularon un total de 1.9 trillones de mensajes alrededor del mundo.

Ese 2007 saldría el primer IPhone de Steve Jobs. Una pantalla táctil, navegación directa a Internet y un mercado de aplicaciones. El móvil ya no sólo servía para hablar. Se configuraban los primeros dispositivos inteligentes o smartphones… y tanto más…

Y miles de beneficiarios del teléfono celular, de su mensajería, de sus redes sociales, de sus imágenes, de las facilidades de comunicación entre seres humanos conocidos o desconocidos. El mundo está en las manos de cada uno de nosotros…

Y la ausencia y la soledad y la atonía y las ganas de estar a solas con alguien en el celular, aunque al frente se tenga a humanos que también quieren hablar y decir y expresar…

Hoy la comunicación es digital, es celular, es todo eso que nos dijeron que es la novedad y que nos muestra que los seres humanos somos inteligentes, pero también somos ese ser que vive ensimismado mirando-mirando-mirando-tocando-tocando-tocando a ese objeto inanimado que es el celular nuestro de cada día. ‘Lejos del mundanal ruido’.

El 11 de junio 2002 el Congreso de EUA reconoció a Antonio Meucci como el verdadero inventor del teléfono. Ciento cuarenta y ocho años después.

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