“El dinero no es la vida, es tan sólo vanidad…” Y eso nadamás por vivir en el “Quinto patio”, de una vecindad, el galán (Emilio Tuero) abandonado reprocha a la muchacha amada --que en realidad era “fifí” (Emilia Guiú)-- y quien no quería sólo amor, sino también la seguridad de que las monedas de cuño corriente estuvieran en su monedero y a su disposición: “…El amor cuando es sincero, lo mismo se encuentra, en la torre de un palacio, que en humilde vecindad” ¡Tenga para que se entretenga!
La diferencia entre tener o no tener monedas está en “Nosotros los pobres” y “Ustedes los ricos”, dos dramones de lágrima viva, con Pedro Infante y Blanca Estela Pavón, y que nos asestó Gabriel Figueroa en los años cincuenta…
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Ahí, el dinero está a raudales en la mesa de unos ricos (incapaces de conseguir la felicidad) y la ausencia de monedas contantes y sonantes en la mesa de los pobres pero que no por eso dejan de ser felices: Aquellos son “¡Rotos fufurufos!” en tanto que nosotros “pobres pero decentes y felices” … La demagogia pura. (Hoy se diría: ser pobre es ser bueno que es decir “pueblo bueno” en cambio los ricos son “fifís”, “conservadores”, “neoliberales”, “aspiracionistas” …)
Y ya puestos en otra manera de explicar la presencia de las monedas en la historia de la humanidad, está el que según el Evangelio de Mateo, Judas Iscariote obtuvo 30 denarios (monedas de plata) por entregar a Jesús a sus enemigos… Monedas que según el mismo libro bíblico le quema las manos y termina en el suicidio del traidor…
O cómo también cuando el hombre de Belén sacude a los comerciantes que invadieron el templo de Dios, los amonesta y de pronto pide una moneda en la que está la figura del César romano: “Dad al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios” les refriega en la nariz el Nazareno.
Y todo por unas monedas. Una representación tangible de riqueza -o pobreza si no se les tiene--, pero que le dan sentido al mundo en tanto el intercambio de servicios, bienes, salarios, comercio (interior-exterior-internacional): ‘tipo de moneda’, ‘moneda de cambio’, ‘moneda del cuño corriente’ y tantas denominaciones que se da al dinero base: la moneda.
Por supuesto hay papel moneda, billetes, cheques, tarjetas de crédito o débito, moneda digital y tantas representaciones de garantía de intercambio. Pero es la moneda -contante y sonante - el punto de origen y eje central de todo movimiento en sistemas políticos cerrados como en libre comercio…
Pero eso: la moneda fue el origen de todo esto. Es generador de confianza, tranquilidad y apoyo para lo que se necesite. O como dijera Benito Juárez, ‘vivir en la honrosa medianía de la retribución por nuestro trabajo…’
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Pero ¿cómo está eso de que el hombre inventó la moneda como forma de compra-pago-recurso? Uhhh… pues es de muchos años-siglos-pasos pisados… Y para empezar ¿qué es la moneda?
‘La moneda –dicen los libros-- es una pieza de un material resistente, de peso y composición uniforme, normalmente de metal acuñado en forma de círculo y con los distintivos elegidos por la autoridad emisora, que se emplea como medida de cambio (dinero) por su valor legal o intrínseco y como unidad de cuenta.
‘También se llama moneda a la divisa de curso legal de un Estado. Su nombre en lenguas romances proviene del latín moneta, debido a que la casa en donde se acuñaban en Roma estaba anexa al templo de Juno Moneta, diosa de la Memoria, encontrándose esta actividad bajo su protección. La ciencia que estudia y clasifica las monedas físicas, metálicas o de material similar, se denomina numismática.
‘El lugar donde se realiza la acuñación de monedas se conoce con el nombre de ceca o casa de moneda. El nombre proviene de una voz del árabe clásico (sikkah), que significa troquel. Por extensión, también se considera moneda al billete o papel de curso legal.’ (¡Ah, verdad!)
Pues eso. Así que según las huellas del hombre en la historia hacen suponer que las primeras monedas que se acuñaron fueron en Lidia, (hoy Turquía), aproximadamente entre los años 680 y 560 a. C.
Probablemente durante el reinado de Ardis de Lidia fue cuando los lidios empezaron a acuñar monedas. Las acuñaciones llevan como símbolo heráldico un león representando a la Dinastía Mermnada a la cual pertenecían los reyes. La pieza fue acuñada en electrum (aleación natural de oro y plata) y con un peso de 4.75 gramos. (Ejem…)
Luego de muchos años de intercambio a modo de trueque, la moneda vino a hacer más eficiente el intercambio ya que ésta era garantía de su peso en oro y plata y con la cual el poseedor podía hacer otros intercambios… Posteriormente la acuñación incluyó el cobre y otros metales…
Pero ya estaba digerida la jalea: la moneda fue una solución y cuyo uso se extendió muy pronto por China, la India y así en todo el mundo.
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Monedas envidiables fueron la española, durante la colonización de América. Iban navíos cargados de oro, plata o de plano monedas ya hechas y derechas de oro o de plata o con la aleación de estos dos metales, lo que motivó la codicia de piratas ingleses que enriquecieron a la corona británica con estas cargas provenientes de México y Perú…
Fue principalmente la Nueva España (México) la que proporcionó enormes cargas de riqueza metálica desde el oro oaxaqueño y la plata de distintos estados. Con los recursos que llegaban a salvo a la península ibérica, la Corona Española compraba todo lo que necesitaba a los países del norte, especialmente a Inglaterra: nuevos ricos, pues. Y así durante trescientos años.
Con la independencia de los países latinoamericanos las cosas cambiaron. Cada una de las naciones comenzó a acuñar sus monedas y hacer comercio interno o externo con ellas.
La fundición del metal y la elaboración del “peso” -por lo que pesaba en metal y entonces denominado Real-- comenzó poco después de la conquista, cuando llegó el virrey Antonio de Mendoza, quien traía la encomienda de la Corona Española para la creación de la primera casa de moneda de América. Así, en 1535 es fundada la ‘ceca’ (troquel) de México.
Luego -y siguen los libros- durante la guerra de Independencia ‘la inestabilidad política y, sobre todo, el cierre de caminos, provocó una escasez en las monedas que estaban en circulación, así fue como los ejércitos Realista e Insurgente, decidieron acuñar sus propias monedas y poder continuar con el intercambio de bienes, además de tener la capacidad para pagarle a sus tropas.’ Y fue entre 1811 y 1812 que se acuñaron las primeras monedas con símbolos mexicanos: el águila sobre un nopal, aunque aún utilizaba el nombre del Rey Fernando VII.
La moneda de esta época se llamaba “real”, en el sentido de los “realistas” que eran aquellos que defendían los intereses del Rey y la Corona Española. Más tarde, debido al robo de minas de plata, la mayor parte de las monedas se fabricaron en cobre, aunque muchas de ellas conservaron los elementos de los diseños originales españoles: nombre y retrato de Fernando VII, escudo de armas, leyendas y el valor de cada moneda.
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José María Morelos y Pavón -por su parte- fue el representante de la acuñación de la moneda insurgente, la que se fabricaba de forma clandestina y cuya sencilla elaboración en cobre provocó su falsificación. La moneda del Siervo de la Nación sólo se mantuvo tres años en circulación. Pero su diseño ya llevaba el sello de América.
De ahí en adelante la acuñación de moneda correspondía a cada gobierno en el poder; esto generaba un caos porque dependía de las diferentes facciones el modelo y el peso de cada moneda. Y fue en 1822 cuando se hizo la primera emisión oficial de papel moneda, bajo el gobierno de Agustín de Iturbide. Los billetes estaban impresos a una sola cara y eran de forma semicuadrada. Pero esto ya es otra historia.
México ha tenido una larga tradición y linaje de altísimo nivel en la elaboración de monedas, desde su Casa de Moneda. Troquela lo mismo para el país en distintos modelos y valores, como para otros países que confían en la calidad mexicana para la elaboración de sus monedas de cambio o conmemorativas…
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De todos modos, ya se sabe: “El dinero no es la vida, es tan sólo vanidad”; “Oro, que engañaste a la que adoro”; “Por un puñado de oro cambiaste tu sino y el mío” … o de plano: “No soy monedita de oro, pa’ caerles bien a todos…”