Por: Michelle Calderón García
El pasado 19 de abril del 2022, Wang Wenbin, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China, confirmó que las Islas Salomón y su país firmaron un acuerdo de cooperación bilateral en materia de seguridad, que tiene como propósito promover la estabilidad social a largo plazo de ese país isleño y cooperar para proteger la vida y propiedad en materia de asistencia humanitaria, en respuesta a desastres naturales. Este pacto es particularmente importante para el primer ministro de las Islas Salomón, Monasseh Sogavare, quien se ha mostrado cercano a China a pesar de la presión que ejerce la oposición política a su gobierno, misma que se pronuncia en contra de esta alianza porque considera que el financiamiento chino sirve para mantenerlo en el poder y no para atender problemas sociales o mejorar los servicios públicos.
Un hecho relevante para entender las implicaciones de este acuerdo es que el gobierno de Islas Salomón rompió relaciones diplomáticas con la República de China (en adelante, Taiwán) en 2019 para reconocer a la República Popular China. Esta práctica, que data de la década de los setenta del siglo XX y que se ha extendido a partir de la llegada de Xi Jinping al poder en 2013, alude al principio de “una sola China” e implica que sólo existe un Estado soberano que representa a su nación, oponiéndose al reconocimiento de Taiwán como un Estado independiente puesto que, desde la óptica de Beijing, es una provincia rebelde que forma parte de China y, por lo tanto, los Estados que reconozcan a la República Popular deben finalizar sus relaciones con Taiwán. Este punto es de suma importancia porque en la actualidad China está impulsando programas internacionales de financiamiento, infraestructura y cooperación en distintas materias, por lo que resulta indispensable el reconocimiento diplomático para formalizar dichas alianzas, teniendo como consecuencia un aislamiento paulatino de Taiwán de la escena internacional, preservando vínculos comerciales y políticos solamente con algunos gobiernos del Pacífico y América Latina.
La alianza de Islas Salomón y la República Popular podría significar un “efecto dominó” para el resto de las islas del Pacífico, consolidando la presencia China en la región. Claramente estos avances estratégicos en el Pacífico podrían minar el apoyo militar y el suministro de mercancías y armamento a Taiwán, por lo que estas presiones sobre la presidente taiwanesa Tsai Ingwen podrían reavivar los temores de una posible unificación política con China continental por medios militares, a pesar de que Xi Jinping sostiene que su gestión no se orienta a generar conflictos.
El pacto es controversial porque, por un lado, destaca la cooperación con trasfondo humanitario, y por el otro, se sospecha que contiene cláusulas en las que el gobierno de Islas Salomón permitiría el establecimiento de bases navales chinas en su territorio. También, el posible despliegue de fuerzas de seguridad en el caso de revueltas internas (como las que surgieron en el contexto de la pandemia por el SARS-CoV-2) con el propósito de garantizar la continuidad de sus proyectos de inversión y empresas. Debido a esto, Estados Unidos de América y Australia manifestaron su oposición a dicho acuerdo. Este hecho se enmarca en una dinámica más amplia a nivel regional, en la que las relaciones entre Australia y China se han tensado debido a la inconformidad por la relación deficitaria que presenta el país insular. Además, a las alianzas preexistentes como el AUKUS (alianza militar integrada por Australia, Reino Unido y Estados Unidos), la alianza de inteligencia FVEY (conocido como “Cinco ojos”, integrada por Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos) y el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD por sus siglas en inglés, e integrado por Australia, India, Japón y Estados Unidos) que constantemente denuncian la expansión de la influencia china en la región. Este es otro elemento que justifica el acercamiento político y posiblemente militar entre Islas Salomón y China.
Ante esta situación, Estados Unidos gestionó rápidamente la reapertura de su embajada en Islas Salomón, misma que tenía cerrada desde 1993, y sus representantes advirtieron que, en dado caso de que China instale bases militares en dicho país, habrá “grandes repercusiones”. De acuerdo con Daniel Kritenbrink, Subsecretario de Estado de EE. UU. para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico, esta alianza tiene potenciales implicaciones de seguridad regional. Es claro que EE. UU. busca evitar la presencia militar china de largo alcance en las Islas Salomón pues su posición geográfica resulta estratégica y posee un puerto de aguas profundas que, en un escenario de guerra, facilitaría la movilización de buques de gran calado.
Finalmente, el pacto de seguridad firmado entre China y las Islas Salomón genera una ventaja ante los intentos estadounidenses por contener su influencia internacional y fortalece al gobierno de Monasseh Sogavare. Por otro lado, la creación y reconfiguración de alianzas militares remite a las tensiones transcurridas durante la Guerra Fría, en las que se suscitaron conflictos en distintas zonas geográficas, provocados por la percepción de amenazas, aludiendo particularmente a casos de países insulares. Como el conflicto diplomático entre Estados Unidos, la extinta Unión Soviética y Cuba en 1962 o la invasión estadounidense a Granada del año 1983, derivada de la creciente cooperación con técnicos y políticos cubanos y soviéticos para la construcción de infraestructura dentro de un país considerado como parte de la esfera de influencia estadounidense. No obstante, se espera que los líderes políticos de todos los Estados involucrados en la región no incurran en los errores del pasado y tomen decisiones que beneficien a la población por encima de los intereses estratégicos.
*Profesora de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, UNAM y Maestra en Estudios de Asia y África, con especialidad en China, por El Colegio de México.