/ lunes 20 de agosto de 2018

Infraestructura para el desarrollo

Por: Gustavo Arellano

La construcción de los puentes, las carreteras, los puertos y los aeropuertos que unan a los mexicanos y que nos conecten con el resto del mundo, así como la construcción de infraestructura de energía, agua y telecomunicaciones, son ingredientes indispensables para el éxito de una economía moderna. La infraestructura no sólo es un detonador inmediato de empleo, sino que fortalece la actividad productiva en el largo plazo.

Sin embargo, nuestro país ha acumulado años de baja inversión en infraestructura. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, México se encuentra en el lugar 62 de 137 países en este rubro. Mientras nuestra posición geográfica y riquezas naturales, sociales y culturales abren oportunidades para acelerar el crecimiento de la economía, pero la falta de planeación y baja inversión en infraestructura nos ha impedido aprovecharlo.

Es necesario transformar esa realidad y apostar por el desarrollo de más y mejor infraestructura como vía para detonar el crecimiento y lograr un México más competitivo.

Desde el Consejo Coordinador Empresarial estamos convencidos de impulsar este sector, para abrir nuevas avenidas al crecimiento económico, mejorar la calidad de los servicios públicos, generar mejores empleos y elevar el bienestar de los mexicanos.

Es por eso, que a través de nuestra Comisión de Infraestructura, en colaboración con la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), hemos definido tres prioridades para avanzar en esta agenda.

En primer lugar, es urgente elevar los niveles de inversión en infraestructura. A través de asociaciones público-privadas y novedosos esquemas de financiamiento, los empresarios nos hemos comprometido a ser parte de esta tarea, haciendo posible que se multipliquen los recursos y que se asignen de la mejor manera a más y a mejores proyectos.

En segundo lugar, tenemos que asignar esta inversión de manera más eficiente a través de una política transversal de infraestructura.

Debemos mejorar la planeación, ejecución y evaluación en el desarrollo de infraestructura. Sólo así lograremos impulsar una política pública integral y de largo plazo, que permita ordenar la importancia de los proyectos, facilite su financiamiento y mejore la transparencia y el combate a la corrupción.

Por último, tenemos que apostarle a aquellos sectores en los que la inversión tiene mayores retornos sociales, tales como lo son las comunicaciones y transportes, agua y energía.

Debemos construir un sistema nacional de logística y transporte seguro, eficiente y sostenible; fortalecer la infraestructura del sector de hidrocarburos así como aumentar la generación de energías renovables; desarrollar un modelo de gestión hidráulica con criterios técnicos; promover un crecimiento urbano vertical, de alta densidad y sustentable.

Invirtiendo en obras de gran calado y en los sectores adecuados, México puede ampliar su potencial de crecimiento y su capacidad para reducir la pobreza y la desigualdad en el país.

La infraestructura no es sólo un motor de crecimiento sino también un factor de inclusión social. México tiene aquí una de las mayores oportunidades de desarrollo para el futuro.



Por: Gustavo Arellano

La construcción de los puentes, las carreteras, los puertos y los aeropuertos que unan a los mexicanos y que nos conecten con el resto del mundo, así como la construcción de infraestructura de energía, agua y telecomunicaciones, son ingredientes indispensables para el éxito de una economía moderna. La infraestructura no sólo es un detonador inmediato de empleo, sino que fortalece la actividad productiva en el largo plazo.

Sin embargo, nuestro país ha acumulado años de baja inversión en infraestructura. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, México se encuentra en el lugar 62 de 137 países en este rubro. Mientras nuestra posición geográfica y riquezas naturales, sociales y culturales abren oportunidades para acelerar el crecimiento de la economía, pero la falta de planeación y baja inversión en infraestructura nos ha impedido aprovecharlo.

Es necesario transformar esa realidad y apostar por el desarrollo de más y mejor infraestructura como vía para detonar el crecimiento y lograr un México más competitivo.

Desde el Consejo Coordinador Empresarial estamos convencidos de impulsar este sector, para abrir nuevas avenidas al crecimiento económico, mejorar la calidad de los servicios públicos, generar mejores empleos y elevar el bienestar de los mexicanos.

Es por eso, que a través de nuestra Comisión de Infraestructura, en colaboración con la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), hemos definido tres prioridades para avanzar en esta agenda.

En primer lugar, es urgente elevar los niveles de inversión en infraestructura. A través de asociaciones público-privadas y novedosos esquemas de financiamiento, los empresarios nos hemos comprometido a ser parte de esta tarea, haciendo posible que se multipliquen los recursos y que se asignen de la mejor manera a más y a mejores proyectos.

En segundo lugar, tenemos que asignar esta inversión de manera más eficiente a través de una política transversal de infraestructura.

Debemos mejorar la planeación, ejecución y evaluación en el desarrollo de infraestructura. Sólo así lograremos impulsar una política pública integral y de largo plazo, que permita ordenar la importancia de los proyectos, facilite su financiamiento y mejore la transparencia y el combate a la corrupción.

Por último, tenemos que apostarle a aquellos sectores en los que la inversión tiene mayores retornos sociales, tales como lo son las comunicaciones y transportes, agua y energía.

Debemos construir un sistema nacional de logística y transporte seguro, eficiente y sostenible; fortalecer la infraestructura del sector de hidrocarburos así como aumentar la generación de energías renovables; desarrollar un modelo de gestión hidráulica con criterios técnicos; promover un crecimiento urbano vertical, de alta densidad y sustentable.

Invirtiendo en obras de gran calado y en los sectores adecuados, México puede ampliar su potencial de crecimiento y su capacidad para reducir la pobreza y la desigualdad en el país.

La infraestructura no es sólo un motor de crecimiento sino también un factor de inclusión social. México tiene aquí una de las mayores oportunidades de desarrollo para el futuro.