La bala que rozó la oreja derecha de Donald Trump durante un evento político en Pensilvania podría tener graves consecuencias políticas. Es indudable que el Partido Republicano y el movimiento trumpista aprovecharán retóricamente este intento de magnicidio. Ya hoy circulan teorías conspirativas según las cuales el asesino no actuó sólo, sino que lo hizo en asociación con los servicios secretos que tenían la obligación de cuidar al candidato.
Otras voces, simpatizantes de la causa demócrata, apuntan a que se trató de otro caso de un joven desorientado que tuvo acceso a armas que son de fácil acceso en nuestro vecino del norte.
Lo que parece claro es que todo esto ocurre en medio de una campaña en donde la polarización ha alcanzado niveles intolerables. Algo de cierto hay en esto. Cualquiera que haya seguido la evolución del lenguaje político en ese país sabe que este se ha exacerbado en los últimos veinte años.
En 2008 el triunfo de Barack Obama produjo el llamado Tea Party, un movimiento de extrema derecha que no ahorró palabras para denostar al primer presidente afroamericano en la historia. El trumpismo - con su retórica incendiaria - es el sucesor del Tea Party.
Al mismo tiempo, del otro lado del espectro político, hubo también una reacción por parte de grupos radicales de ultraizquierda que arremetieron con lenguaje excesivo contra Trump y su movimiento. En este clima de enfrentamiento político, no es sorprendente lo ocurrido en Pensilvania.
La causa de Trump ha sido solidificada con la sentencia de una jueza federal, según la cual el nombramiento del fiscal especial, Jack Smith, cuya encomienda era investigar el manejo de Trump de material clasificado, fue inconstitucional. Los jueces nombrados por Trump durante su presidencia están actuando cuando él más los necesita.
Aunque el Presidente, Joseph Biden, reaccionó con altura de miras al aconsejar a sus correligionarios reducir el tono de sus comentarios, la situación no es nada halagüeña para el Partido Demócrata.
Siguió la Convención Republicana en Milwaukee, donde Trump fue ungido oficialmente como el candidato presidencial y en la que apareció con su compañero de fórmula, J. D. Vance, candidato a la Vicepresidencia. El intento de magnicidio dará mucha energía a la Convención.
Mientras esto sucede en el flanco republicano, del lado demócrata las cosas no parecen marchar bien. El Partido parece estar dividido entre quienes quieren conservar al Presidente como candidato presidencial y quienes buscan reemplazarlo, muy probablemente por la Vice-Presidenta, Kamala Harris.
Faltando escasos cuatro meses para la elección el pronóstico es un triunfo de Trump. No obstante, siendo la política el teatro más rápido del mundo, todo podría cambiar, dependiendo de los acontecimientos. El triunfo de Trump no es seguro, pero es hoy el más probable.
Dada la importancia de la dinámica política de Estados Unidos en nuestro país, bien haríamos en mantenernos atentos al progreso de la campaña para designar al Jefe de Estado del país más poderoso del planeta.