Desde 2018 y hasta ahora, no ha habido expropiaciones de empresas (ni grandes ni pequeñas). Tampoco ha sido expropiado ningún banco, ni grandes extensiones de tierra. Y sin embargo ha crecido enormemente la propiedad pública.
Para conseguir esto último, los dos gobiernos de la Cuarta Transformación se han valido de dos recursos: la creación de nuevas empresas, como el Tren Maya, o la compra de algunas ya existentes, cual es el caso de la refinería Dear Park en Estados Unidos.
O, también, del relanzamiento de otras abandonadas por el capital privado. Dos buenos ejemplos de este último procedimiento son los casos de la Compañía Mexicana de Aviación y del Banco del Bienestar.
El resultado neto de esta manera de proceder ha sido el crecimiento y fortalecimiento de la propiedad pública. Y, consecuentemente, de la intervención del Estado en la economía.
Esto es precisamente lo que incomoda y disgusta a la oligarquía criolla y a Estados Unidos. No es que hayan visto afectadas sus propiedades o sus riquezas, sino que por razones puramente ideológicas, no están de acuerdo con este papel del Estado en la economía.
El ideal y la meta del capital privado es cero participación e intervención del Estado en la economía, aunque estas se realicen con base en las leyes mercantiles propias del régimen capitalista de producción.
Pero si a la oligarquía criolla y a Estados Unidos no les place la conducta de los dos gobiernos de la Cuarta Transformación (4T), es evidente que tal proceder cuenta con la aprobación y el apoyo mayoritarios del pueblo de México, como se ha visto en las dos últimas elecciones generales en 2018 y 2024.
De modo que el camino está claro. Se trata de ampliar cada vez más la intervención y la participación del Estado en la economía, sin afectar ni un ápice la propiedad privada.
Como es evidente, el modelo funciona y funciona muy bien en beneficio del pueblo. Por eso es que los esfuerzos judiciales y mediáticos por descarrilar al gobierno de Claudia Sheinbaum son infructuosos.
La elección por voto popular de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial pondrá freno a los afanes golpistas de éste. Cosa, cuando mucho, de unos pocos meses. Y en cuanto al poder mediático, hay que decir que con las mañaneras del pueblo la influencia política de ese poder es cada día más irrelevante.
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