/ viernes 27 de julio de 2018

Juego de palabras | Después del 1 de diciembre no cuenten con México

Con un artículo en el New York Times que se intitula “El papel de México en la crisis nicaragüense“, Jorge Castañeda, canciller con Vicente Fox y coordinador de la campañade Ricardo Anaya, analiza los cambios que se pueden dar en la política exterior de Méxicocuando tome posesión Andrés Manuel López Obrador.

Según Castañeda, actualmente un grupo de países actúa en secreto con la Iglesia, los Estados Unidos y los empresarios, para negociar un acuerdo tripartito: 1) el fin de la represión y del uso de escuadrones paramilitares o de matones que golpean o asesinan a los estudiantes; 2) la renuncia de Rosario Murillo —la esposa de Ortega, vicepresidenta y el poder tras el trono— y su promesa de que no será candidata las próximas elecciones, y 3)convocar elecciones con observadores internacionales a principios del próximo año y la renuncia previa del presidente Daniel Ortega.

Uno de los obstáculos para el acuerdo sería nuestro país, asegura Castañeda. En el año 2000, dice,México abandonó su tradicional política exterior de no intervención y enfatizó la defensa colectiva de los derechos humanos y la democracia en la región. En la actualidad, con Peña Nieto, el país ha atribuido una importancia mucho mayor a los valores universales que a la introversión y el aislacionismo tradicionales.

Pero la llegada de López Obrador abre muchas incógnitas porque una de sus promesas de campañas fue la de crear una nueva política exterior para México.

Esa “ nueva “ política exterior sería precisamente regresar a la vieja, o sea, no involucrarse en la política de otras naciones ni expresar opiniones sobre la situación de los derechos humanos en otros países. Su futuro secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, ha declarado que la sola discusión de los casos de Nicaragua y Venezuela en la OEA era equivalente a interferir en los asuntos internos de estas naciones.

Siempre según Castañeda, con el nuevo gobierno, México dejará de pertenecer a la alianza latinoamericana que buscaba soluciones a las crisis venezolana y nicaragüense. De lo que se sigue que

para que el esfuerzo actual por encontrar una solución en Nicaragua tenga éxito, debe dar resultados mientras Peña Nieto y Videgaray sigan en el poder.

“ AunqueconcluyeLópez Obrador debería condenar el derramamiento de sangre en Nicaragua y apoyar los esfuerzos del presidente Enrique Peña Nieto y de la OEA para dar con una solución y defender los derechos humanos en la región, es poco probable que lo haga. Después del 1 de diciembre, no cuenten con México “.

Buenos días. Buena suerte

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