/ miércoles 31 de julio de 2024

Kamala Harris y el reto de escoger nuevos errores

Emiliano Polo

Donald Trump y su equipo de campaña cometieron el error de pensar que todos son de su condición. No imaginaron que Biden pudiera anteponer país y partido frente a intereses personales. Como pensaron que la trayectoria era irreversible, que la ventana de oportunidad para cambiar de candidato se había cerrado, no se prepararon para la posibilidad de su declinación.

Después del debate presidencial y el atentado contra Trump, era insostenible mantener la candidatura de Biden, un titular describió el contexto como: “La bala que hirió a Trump, mató a Biden”. Pero como los insultos rara vez son parte de una estrategia, la noticia derrumbó la narrativa que sostenía la campaña del Partido Republicano, volcada en desacreditar y humillar a Biden por su edad. Su sobrada confianza se transformó en un control de daños y hoy tienen que lidiar con que Trump se convirtió en la víctima de sus propios insultos: ahora el viejo y enfermo es él. Hoy, él es el candidato de mayor edad en competir por la presidencia de EU.

Con la declinación, Trump mostró su preocupación por tener que volver a diseñar su campaña. Publicó más de diez veces en su red social, Truth Social, ante la noticia y la mañana del lunes, denuncias por la supuesta injusticia en que su partido tuviera que enfrentar a una nueva candidata a estas alturas de la contienda. Escribió después de la declinación: “estuvimos obligados en gastar tiempo y dinero en pelear contra el corrupto Joe, las encuestas lo castigan después de su terrible debate y renuncia a la campaña. Ahora tenemos que empezar desde cero”.

Los primeros ataques de Trump contra Harris mostraron el cinismo y la desvergüenza de siempre, pero también cierta desesperación e improvisación. Por ejemplo: “no podemos permitir tener una presidenta socialista”, mientras que, por medio de redes sociales, sus seguidores difundían que el hecho de no tener hijos biológicos la descalifica para tener un puesto de responsabilidad. Ni siquiera faltaron las críticas por la forma en que sonríe, “¿la han visto reírse?”, preguntó Trump, “está loca, podemos saber mucho por cómo se ríe”.

El pasmo y ofuscación de los Republicanos contrastó con la velocidad del Partido Demócrata para cerrar filas alrededor de Harris, quizá una prisa proporcional a la intranquilidad que ya generaba la reelección de Biden. En veinticuatro horas consiguió el apoyo de suficientes delegados de partido y gobernadores para formalizar su nominación en la convención del partido el próximo mes.

Harris comenzó su campaña con algunas frases efectivas subrayando su experiencia como fiscal en California para resaltar las recientes sentencias judiciales contra Trump y su condición de criminal convicto. Sin embargo, sería un error de ella y su equipo entrar en el mismo sendero de inevitabilidad por donde caminaban los Republicanos hasta hace pocos días. A pesar del buen arranque, la campaña de Harris tendrá que lidiar con obstáculos como su aprobación que, en promedio, ha estado por debajo de 40%, y un papel poco visible como vicepresidenta.

Algunos atribuyen su posición tan relegada al encargo (tan poco redituable políticamente) que Biden le hizo en 2021 de atender las causas de la migración en América Latina. Los flujos de migración llegaron a máximos históricos a finales de 2023 y este será uno de los flancos débiles que los Republicanos trataran de explotar. Paradójicamente, para algunos, sus pocos logros como vicepresidenta ahora se convierten en un activo, al permitirle presentarse como una política nueva – cuando no lo es.

El aborto y los derechos reproductivos, que se han convertido en una debilidad para los Republicanos, serán, seguramente, el pilar en la campaña de Harris. Desde la revocación del precedente Roe v Wade por la Suprema Corte que garantizaba el derecho, solo el 10% estadounidenses piensa que el aborto debe ser ilegal bajo cualquier circunstancia. Encuestas de julio sostuvieron que Trump generaba más confianza entre votantes en migración, economía, la guerra en Medio Oriente y combate al crimen; sin embargo, respecto a aborto y derechos reproductivos, Trump recibe menor confianza frente a Biden.

El reto es crear una alianza anti-Trump mucho más flexible que en 2020, lo cual incluye convencer y acercarse a la población blanca de estados como Pensilvania y Michigan. Harris tiene la posibilidad de atraer votos que estaban fuera del alcance del presidente actual, por ejemplo, jóvenes en redes sociales y votos de la comunidad afroamericana y Latina que Biden perdió. Quizá hoy la incógnita más relevante es si la hoy vicepresidenta aprendió de los errores de su campaña presidencial de 2020, recordada por sus mensajes poco consistentes y posturas, para muchos, demasiado cargadas a la izquierda. Quizá un buen inicio sea aceptar que las críticas de Trump hacia el Partido Demócrata han sido exitosas en un gran segmento de la población, principalmente la narrativa de haberse desfigurado en un partido de élites que mira por encima del hombro.

Abogado especializado en derecho internacional y diplomacia. Maestro en asuntos exteriores y seguridad internacional y asociado en el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Twitter: @EmPoloA

Emiliano Polo

Donald Trump y su equipo de campaña cometieron el error de pensar que todos son de su condición. No imaginaron que Biden pudiera anteponer país y partido frente a intereses personales. Como pensaron que la trayectoria era irreversible, que la ventana de oportunidad para cambiar de candidato se había cerrado, no se prepararon para la posibilidad de su declinación.

Después del debate presidencial y el atentado contra Trump, era insostenible mantener la candidatura de Biden, un titular describió el contexto como: “La bala que hirió a Trump, mató a Biden”. Pero como los insultos rara vez son parte de una estrategia, la noticia derrumbó la narrativa que sostenía la campaña del Partido Republicano, volcada en desacreditar y humillar a Biden por su edad. Su sobrada confianza se transformó en un control de daños y hoy tienen que lidiar con que Trump se convirtió en la víctima de sus propios insultos: ahora el viejo y enfermo es él. Hoy, él es el candidato de mayor edad en competir por la presidencia de EU.

Con la declinación, Trump mostró su preocupación por tener que volver a diseñar su campaña. Publicó más de diez veces en su red social, Truth Social, ante la noticia y la mañana del lunes, denuncias por la supuesta injusticia en que su partido tuviera que enfrentar a una nueva candidata a estas alturas de la contienda. Escribió después de la declinación: “estuvimos obligados en gastar tiempo y dinero en pelear contra el corrupto Joe, las encuestas lo castigan después de su terrible debate y renuncia a la campaña. Ahora tenemos que empezar desde cero”.

Los primeros ataques de Trump contra Harris mostraron el cinismo y la desvergüenza de siempre, pero también cierta desesperación e improvisación. Por ejemplo: “no podemos permitir tener una presidenta socialista”, mientras que, por medio de redes sociales, sus seguidores difundían que el hecho de no tener hijos biológicos la descalifica para tener un puesto de responsabilidad. Ni siquiera faltaron las críticas por la forma en que sonríe, “¿la han visto reírse?”, preguntó Trump, “está loca, podemos saber mucho por cómo se ríe”.

El pasmo y ofuscación de los Republicanos contrastó con la velocidad del Partido Demócrata para cerrar filas alrededor de Harris, quizá una prisa proporcional a la intranquilidad que ya generaba la reelección de Biden. En veinticuatro horas consiguió el apoyo de suficientes delegados de partido y gobernadores para formalizar su nominación en la convención del partido el próximo mes.

Harris comenzó su campaña con algunas frases efectivas subrayando su experiencia como fiscal en California para resaltar las recientes sentencias judiciales contra Trump y su condición de criminal convicto. Sin embargo, sería un error de ella y su equipo entrar en el mismo sendero de inevitabilidad por donde caminaban los Republicanos hasta hace pocos días. A pesar del buen arranque, la campaña de Harris tendrá que lidiar con obstáculos como su aprobación que, en promedio, ha estado por debajo de 40%, y un papel poco visible como vicepresidenta.

Algunos atribuyen su posición tan relegada al encargo (tan poco redituable políticamente) que Biden le hizo en 2021 de atender las causas de la migración en América Latina. Los flujos de migración llegaron a máximos históricos a finales de 2023 y este será uno de los flancos débiles que los Republicanos trataran de explotar. Paradójicamente, para algunos, sus pocos logros como vicepresidenta ahora se convierten en un activo, al permitirle presentarse como una política nueva – cuando no lo es.

El aborto y los derechos reproductivos, que se han convertido en una debilidad para los Republicanos, serán, seguramente, el pilar en la campaña de Harris. Desde la revocación del precedente Roe v Wade por la Suprema Corte que garantizaba el derecho, solo el 10% estadounidenses piensa que el aborto debe ser ilegal bajo cualquier circunstancia. Encuestas de julio sostuvieron que Trump generaba más confianza entre votantes en migración, economía, la guerra en Medio Oriente y combate al crimen; sin embargo, respecto a aborto y derechos reproductivos, Trump recibe menor confianza frente a Biden.

El reto es crear una alianza anti-Trump mucho más flexible que en 2020, lo cual incluye convencer y acercarse a la población blanca de estados como Pensilvania y Michigan. Harris tiene la posibilidad de atraer votos que estaban fuera del alcance del presidente actual, por ejemplo, jóvenes en redes sociales y votos de la comunidad afroamericana y Latina que Biden perdió. Quizá hoy la incógnita más relevante es si la hoy vicepresidenta aprendió de los errores de su campaña presidencial de 2020, recordada por sus mensajes poco consistentes y posturas, para muchos, demasiado cargadas a la izquierda. Quizá un buen inicio sea aceptar que las críticas de Trump hacia el Partido Demócrata han sido exitosas en un gran segmento de la población, principalmente la narrativa de haberse desfigurado en un partido de élites que mira por encima del hombro.

Abogado especializado en derecho internacional y diplomacia. Maestro en asuntos exteriores y seguridad internacional y asociado en el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Twitter: @EmPoloA