Por: Agustín Gama,
Actualmente, referirnos al concepto de “patrimonio cultural”, no implica, necesariamente, hablar solo de monumentos o colecciones de objetos; además, comprende, tradiciones, expresiones vivas que han sido heredadas con el paso del tiempo y transmitidas de nuestros antepasados a las nuevas generaciones de descendientes.
En este rubro se instauran, por ejemplo, las tradiciones orales, los rituales, los usos sociales, diversos espectáculos artísticos y actos festivos, así como también los saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional; en todos estos casos, se percibe el patrimonio cultural como inmaterial, un término avalado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y que, sin duda, es un factor por demás relevante en el mantenimiento de la diversidad cultural.
Precisamente, la comprensión del patrimonio cultural inmaterial de diferentes comunidades abona de manera muy positiva a la convergencia entre culturas y promueve, sobre todo, el respeto hacia otros modos de vida cotidiana.
En ese sentido, podemos decir que la alfarería, en la medida en que su quehacer e influencia va mucho más allá de un producto u objeto utilitario o decorativo, es, ante todo, patrimonio cultural inmaterial que, por sí mismo, representa raíces sociales, históricas, ancestrales.
De hecho, la alfarería es parte trascendental de la identidad de varias regiones de México y es una parte representativa de todo el territorio nacional. Es una de las costumbres más arraigadas de nuestra historia, con raíces que se originan, incluso, en la civilización prehispánica.
Dicho lo anterior, resulta, de veras, oportuno, voltear a ver a nuestros alfareros, sentirnos orgullosos de que, con el paso del tiempo, familias enteras han logrado consolidar una tradición que ahora es patrimonio cultural inmaterial fehaciente de los mexicanos.
Aunado a ello, no se debe dejar de lado que la alfarería es parte crucial del desarrollo económico de algunos lugares y, además, actualmente, los artesanos, con el apoyo de Pure Earth Mèxico y otras instituciones, están adecuándose a los nuevos tiempos y trabajan y se capacitan cada vez más, para establecer una nueva tradición: la de la alfarería sin plomo.
Las sociedades cambian, la manera de hacer las cosas es distinta y, la mayoría de las veces, eso sucede para crear un beneficio. Este es el caso de la producción de alfarería sin plomo que aporta a la salud y el bienestar de las personas.
Para nosotros, siempre será un orgullo el quehacer de las familias alfareras, sobre todo porque, en cada pieza, logran captar parte de la identidad mexicana sin descuidar la salud de los artesanos y de las personas que adquieren los productos.
Falta mucho por hacer, pero juntos, estamos haciendo que la vida sin plomo se torne toda una tradición.
Director de la Oficina de Pure Earth México