/ viernes 10 de mayo de 2024

La araña de los labios rojos

Por Elia Diego-García

Investigadora por México en El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR

El encuentro

Corría el año 2006, cuando apareció un reportaje en el periódico, se trataba de la descripción de una nueva especie de araña en México.

¿Una araña nueva?, ¿quién pierde el tiempo reportando eso?, dijo el Dr. Jef, quien era un médico que se encontraba escrupulosamente dedicado a encontrar la cura contra el dolor crónico que vivían muchos de sus pacientes. Así que no le dio importancia a este descubrimiento que, para colmo, se llevó a cabo lejos de su país natal en un lugar remoto al sur de México.

Varios años después, en una reunión de nuevos descubrimientos en medicina humana, Jef escuchó un seminario que refería a un caracol marino llamado Conus magnus, cuyo veneno había sido la fuente de un nuevo medicamento contra el dolor. Sí, un analgésico cuya actividad estimada era ¡1000 veces superior a la morfina!

Jef no lo podía creer. Se enteró que la clave para encontrar el medicamento era el estudio del veneno de este caracol. Maravillado, inició una nueva búsqueda de posibilidades y así supo que también el veneno de las arañas podía contener componentes útiles contra el dolor crónico y otras enfermedades humanas.

La lectura en el tema lo llevó a conocer que diversos grupos de investigación trabajan en la obtención de información sobre la morfología de las arañas, en la descripción de nuevas especies, identificación de genes, genomas, proteínas y los componentes del veneno. Todo ello, con la finalidad de entender el papel de estas moléculas, la diversidad y la evolución de los arácnidos y otros animales venenosos.

Una cosa llevó a la otra y entonces, Jef se encontró aquella publicación sobre la araña mexicana descrita por vez primera en 2006. Esta vez, el reportaje sí fue de su interés. Una araña descubierta en un manglar. Se trataba de Cupiennius chiapanensis. Como no sabía de anatomía de arañas, observó con curiosidad y todo detalle la vieja fotografía de la publicación y exclamó: ¡esta araña tiene labios rojos!


Las exploradoras

Jef emprendió un viaje a México. Su misión era encontrarse con esos científicos que estudiaban a la araña de los labios rojos y la esperanza de encontrar un nuevo medicamento para sus pacientes.

Después de 20 horas de viaje y dos vuelos, llegó a su destino, Tapachula, Chiapas, en el sur de México.

Al día siguiente, entró a un pequeño laboratorio de investigación científica en El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR). Dos puertas de vidrio le impidieron continuar su paso, por lo que se quedó mirando a través de la puerta transparente.

Jef se dijo así mismo: este laboratorio es muy pequeño, pero muy interesante. Había cosas que jamás había visto. Observó que un grupo de mujeres se encontraba revisando algunas cajas con especímenes de arañas y escorpiones.

Él nunca había visto mujeres manipulando arañas. ¡Que valientes!, dijo.

Una de las mujeres, salió a su encuentro, lo saludó y le dio la bienvenida.

Ellas dos son mis estudiantes -dijo la científica-, están ordeñando arañas para obtener el veneno para nuestra investigación.

El Dr. Jef se sorprendió.

Por favor, use esta bata y venga conmigo, le dijo la científica.

Jef miró una caja que le mostraron y exclamó, ¡es la araña de los labios rojos!

Elia sonrió y le dijo, sí, parecen labios rojos, pero las arañas no tienen labios, esos se llaman quelíceros y sí, son de un rojo intenso que hasta parece que se pintó esta mañana. En esos quelíceros rojos están los colmillos y glándulas que proporcionan el veneno.

Que bonita es, ¿no lo crees?

Jef no supo qué contestar.

La científica retomó la conversación. Otros científicos en Suiza han estudiado por años una especie hermana de araña llamada Cupiennius salei, y tienen evidencia de que el veneno de esa especie contiene 286 componentes, aunque apenas han caracterizado menos de la mitad, pese a sus recursos y grandes esfuerzos. Y terminó el encuentro diciendo: mañana por la mañana, mis estudiantes lo llevarán al manglar. Ellas son las exploradoras de mi laboratorio.

El manglar

A la mañana siguiente, el Dr. Jef se reunió con las estudiantes, un fotógrafo y un experto aracnólogo, conocido como taxónomo, quien se encarga de identificar las especies de arañas. Se involucra en la revisión de la morfología para tener certeza en la identificación de la especie a la que pertenecen cada espécimen. Esta actividad es una pieza clave en la investigación.

Después de dos horas de viaje, llegaron al manglar. Era la primera vez que Jef visitaba un ecosistema así, nunca había estado en un lugar parecido. Estaba muy emocionado. Pero, sin sospechar, fue atacado por los mosquitos. Esto no le gustó y se quejó.

Durante la travesía, se encontraron mosquitos atrapados en telarañas.

¡Se lo merecen!, les decía Jef.

Una de las estudiantes se rió y le dijo, las arañas regulan las poblaciones de mosquitos, esto es muy importante.

Mientras tanto, la otra exploradora le comentó, yo estoy analizando diversos venenos para encontrar componentes que pueden tener actividad tóxica en insectos, esto será la base para el diseño de nuevos bioinsecticidas.

¡Maravilloso! Dijo Jef con asombro.

El aracnólogo no se quedó atrás y le mostró a Jef diversas especies de arañas en el camino. Le aseguró que algunas de las arañas de Chiapas están en estos ecosistemas desde hace más de 20 millones de años. Lo sabemos por los ejemplares de arañas de fósiles en ámbar, le dijo. Tantos miles de años y apenas las estamos conociendo y describiendo.

Al caer la tarde, estaban de vuelta en el laboratorio de investigación. Todos regresaron cansados, pero contentos de haber completado la misión. A lo largo del día pudieron encontrar varios especímenes, pero, solamente cuatro arañas de quelíceros rojos.

La investigadora los recibió y celebró su regreso. ¡Bienvenidos!

Al ver las cuatro cajitas con cuatro arañas de quelíceros rojos, ella se alegró y dijo, mañana vamos a confirmar la identificación de las especies en la Colección de Arácnidos y después vamos a obtener el veneno en el laboratorio. Estos ejemplares ayudarán mucho en el desarrollo de nuestras líneas de investigación. Veremos qué secretos develamos más adelante.

Tal vez, dijo una de las estudiantes, entre los secretos de la araña de los labios rojos se puede encontrar la cura contra una enfermedad. Y claro, mi nuevo insecticida.

La otra estudiante replicó: yo creo que vamos a descubrir un nuevo componente antimicrobiano, no olviden que ya se encontraron compuestos que matan bacterias en otros venenos de arácnidos.

Jef se emocionó al escucharlas, casi olvidó lo cansado y picoteado que estaba por los mosquitos. Sonrió y moviendo la cabeza, aprobó la importancia de esas palabras.

Después, mientras tomaba un poco de agua, él se quedó en silencio pensando en sus pacientes y soñando con el potencial biomédico de las nuevas moléculas por descubrir.

Mayo de 2024

Notas

En la actualidad la Dra. Elia Diego y sus colaboradores realizan investigación sobre diversas especies y venenos de arácnidos en ECOSUR. Existen más de 50 mil especies de arañas en el mundo y se estima que hay cientos de especies por descubrir. Sin embargo, muchas de estas especies y sus ecosistemas desaparecerán antes de que los científicos las describan y analicen.

El Dr. Jef es un personaje ficticio que representa el interés y asombro de los nuevos exploradores, de los médicos y los científicos que colaboran desarrollando investigación sobre los venenos de arácnidos en México y el mundo.

Fotografía: Dra. Elia Diego

Por Elia Diego-García

Investigadora por México en El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR

El encuentro

Corría el año 2006, cuando apareció un reportaje en el periódico, se trataba de la descripción de una nueva especie de araña en México.

¿Una araña nueva?, ¿quién pierde el tiempo reportando eso?, dijo el Dr. Jef, quien era un médico que se encontraba escrupulosamente dedicado a encontrar la cura contra el dolor crónico que vivían muchos de sus pacientes. Así que no le dio importancia a este descubrimiento que, para colmo, se llevó a cabo lejos de su país natal en un lugar remoto al sur de México.

Varios años después, en una reunión de nuevos descubrimientos en medicina humana, Jef escuchó un seminario que refería a un caracol marino llamado Conus magnus, cuyo veneno había sido la fuente de un nuevo medicamento contra el dolor. Sí, un analgésico cuya actividad estimada era ¡1000 veces superior a la morfina!

Jef no lo podía creer. Se enteró que la clave para encontrar el medicamento era el estudio del veneno de este caracol. Maravillado, inició una nueva búsqueda de posibilidades y así supo que también el veneno de las arañas podía contener componentes útiles contra el dolor crónico y otras enfermedades humanas.

La lectura en el tema lo llevó a conocer que diversos grupos de investigación trabajan en la obtención de información sobre la morfología de las arañas, en la descripción de nuevas especies, identificación de genes, genomas, proteínas y los componentes del veneno. Todo ello, con la finalidad de entender el papel de estas moléculas, la diversidad y la evolución de los arácnidos y otros animales venenosos.

Una cosa llevó a la otra y entonces, Jef se encontró aquella publicación sobre la araña mexicana descrita por vez primera en 2006. Esta vez, el reportaje sí fue de su interés. Una araña descubierta en un manglar. Se trataba de Cupiennius chiapanensis. Como no sabía de anatomía de arañas, observó con curiosidad y todo detalle la vieja fotografía de la publicación y exclamó: ¡esta araña tiene labios rojos!


Las exploradoras

Jef emprendió un viaje a México. Su misión era encontrarse con esos científicos que estudiaban a la araña de los labios rojos y la esperanza de encontrar un nuevo medicamento para sus pacientes.

Después de 20 horas de viaje y dos vuelos, llegó a su destino, Tapachula, Chiapas, en el sur de México.

Al día siguiente, entró a un pequeño laboratorio de investigación científica en El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR). Dos puertas de vidrio le impidieron continuar su paso, por lo que se quedó mirando a través de la puerta transparente.

Jef se dijo así mismo: este laboratorio es muy pequeño, pero muy interesante. Había cosas que jamás había visto. Observó que un grupo de mujeres se encontraba revisando algunas cajas con especímenes de arañas y escorpiones.

Él nunca había visto mujeres manipulando arañas. ¡Que valientes!, dijo.

Una de las mujeres, salió a su encuentro, lo saludó y le dio la bienvenida.

Ellas dos son mis estudiantes -dijo la científica-, están ordeñando arañas para obtener el veneno para nuestra investigación.

El Dr. Jef se sorprendió.

Por favor, use esta bata y venga conmigo, le dijo la científica.

Jef miró una caja que le mostraron y exclamó, ¡es la araña de los labios rojos!

Elia sonrió y le dijo, sí, parecen labios rojos, pero las arañas no tienen labios, esos se llaman quelíceros y sí, son de un rojo intenso que hasta parece que se pintó esta mañana. En esos quelíceros rojos están los colmillos y glándulas que proporcionan el veneno.

Que bonita es, ¿no lo crees?

Jef no supo qué contestar.

La científica retomó la conversación. Otros científicos en Suiza han estudiado por años una especie hermana de araña llamada Cupiennius salei, y tienen evidencia de que el veneno de esa especie contiene 286 componentes, aunque apenas han caracterizado menos de la mitad, pese a sus recursos y grandes esfuerzos. Y terminó el encuentro diciendo: mañana por la mañana, mis estudiantes lo llevarán al manglar. Ellas son las exploradoras de mi laboratorio.

El manglar

A la mañana siguiente, el Dr. Jef se reunió con las estudiantes, un fotógrafo y un experto aracnólogo, conocido como taxónomo, quien se encarga de identificar las especies de arañas. Se involucra en la revisión de la morfología para tener certeza en la identificación de la especie a la que pertenecen cada espécimen. Esta actividad es una pieza clave en la investigación.

Después de dos horas de viaje, llegaron al manglar. Era la primera vez que Jef visitaba un ecosistema así, nunca había estado en un lugar parecido. Estaba muy emocionado. Pero, sin sospechar, fue atacado por los mosquitos. Esto no le gustó y se quejó.

Durante la travesía, se encontraron mosquitos atrapados en telarañas.

¡Se lo merecen!, les decía Jef.

Una de las estudiantes se rió y le dijo, las arañas regulan las poblaciones de mosquitos, esto es muy importante.

Mientras tanto, la otra exploradora le comentó, yo estoy analizando diversos venenos para encontrar componentes que pueden tener actividad tóxica en insectos, esto será la base para el diseño de nuevos bioinsecticidas.

¡Maravilloso! Dijo Jef con asombro.

El aracnólogo no se quedó atrás y le mostró a Jef diversas especies de arañas en el camino. Le aseguró que algunas de las arañas de Chiapas están en estos ecosistemas desde hace más de 20 millones de años. Lo sabemos por los ejemplares de arañas de fósiles en ámbar, le dijo. Tantos miles de años y apenas las estamos conociendo y describiendo.

Al caer la tarde, estaban de vuelta en el laboratorio de investigación. Todos regresaron cansados, pero contentos de haber completado la misión. A lo largo del día pudieron encontrar varios especímenes, pero, solamente cuatro arañas de quelíceros rojos.

La investigadora los recibió y celebró su regreso. ¡Bienvenidos!

Al ver las cuatro cajitas con cuatro arañas de quelíceros rojos, ella se alegró y dijo, mañana vamos a confirmar la identificación de las especies en la Colección de Arácnidos y después vamos a obtener el veneno en el laboratorio. Estos ejemplares ayudarán mucho en el desarrollo de nuestras líneas de investigación. Veremos qué secretos develamos más adelante.

Tal vez, dijo una de las estudiantes, entre los secretos de la araña de los labios rojos se puede encontrar la cura contra una enfermedad. Y claro, mi nuevo insecticida.

La otra estudiante replicó: yo creo que vamos a descubrir un nuevo componente antimicrobiano, no olviden que ya se encontraron compuestos que matan bacterias en otros venenos de arácnidos.

Jef se emocionó al escucharlas, casi olvidó lo cansado y picoteado que estaba por los mosquitos. Sonrió y moviendo la cabeza, aprobó la importancia de esas palabras.

Después, mientras tomaba un poco de agua, él se quedó en silencio pensando en sus pacientes y soñando con el potencial biomédico de las nuevas moléculas por descubrir.

Mayo de 2024

Notas

En la actualidad la Dra. Elia Diego y sus colaboradores realizan investigación sobre diversas especies y venenos de arácnidos en ECOSUR. Existen más de 50 mil especies de arañas en el mundo y se estima que hay cientos de especies por descubrir. Sin embargo, muchas de estas especies y sus ecosistemas desaparecerán antes de que los científicos las describan y analicen.

El Dr. Jef es un personaje ficticio que representa el interés y asombro de los nuevos exploradores, de los médicos y los científicos que colaboran desarrollando investigación sobre los venenos de arácnidos en México y el mundo.

Fotografía: Dra. Elia Diego