España está en shock. El 29 de octubre por la tarde, una intensa y atípica tormenta cayó sobre el área conurbada de la ciudad de Valencia. El barranco del Poyo que rara vez lleva agua, cuadruplicó su caudal en apenas unas horas. El cauce, que se va estrechando en su trayecto, se desbordó espectacularmente anegando calles de localidades ubicadas en la periferia de Valencia. La cifra de víctimas en esa zona alcanza hasta ahora las 211.
Las catástrofes asociadas a la lluvia se presentan siempre en octubre. Ese mes de 1982 la presa Tous se vino abajo como consecuencia del torrencial que desbordó su capacidad sumergiendo pueblos enteros de Valencia con un saldo de 40 personas muertas. No obstante, la Dana de hace una semana se considera la catástrofe natural más grave en los últimos cincuenta años.
Famosa por la elaboración del platillo ibérico emblemático, la paella, Valencia se ubica en la costa mediterránea y está rodeada por el imponente río Turia que desemboca en el mar, a diferencia del Poyo que culmina su trayecto en la reserva natural de la Albufera. La gran cantidad de agua y su taponamiento pueden ayudar a explicar la magnitud de la tragedia.
Los municipios afectados pertenecen a una gran zona metropolitana, están uno junto al otro a los márgenes del cauce que se llevó todo por delante. La lluvia no dejó espacio sin tocar: calles, casas, escuelas, fábricas, parques y carreteras se vieron anegadas por una repentina inundación ocasionada por un sistema meteorológico conocido como Dana (depresión aislada en niveles altos). Debido a la posición geográfica de España, entre el Mediterráneo y el Atlántico, este fenómeno aparece con frecuencia en su territorio.
Lo que ha venido después es la conmoción social por el grado de destrucción. Miles de casas afectadas, cientos de vehículos inservibles, puentes y vías férreas destruidas, en suma, un auténtico escenario apocalíptico. Tan inusual que, las autoridades locales no alertaron a tiempo a su población para ponerse a salvo sino hasta que las corrientes estaban ya fuera de control. El gobierno nacional tardó en reaccionar y dimensionar la gravedad de la devastación y en consecuencia, en enviar la ansiada ayuda.
España vive en medio de una polarización social. El gobierno de la Comunidad Valenciana es encabezado por el Partido Popular (derecha) y el gobierno central por el socialista Pedro Sánchez. Por ello, la coordinación de la emergencia ha estado rodeada de cálculo político respecto de quién fue responsable de no lanzar alertas a los residentes y quién garantizará la reconstrucción.
La molestia de la población damnificada no se hizo esperar. El Rey y otras autoridades acudieron a Paiporta, la localidad más afectada y resistió ante una población enardecida y algunos provocadores que clamaban por ayuda.
Este es otro episodio del cambio climático. Expertos han sugerido un aumento de la temperatura del mar Mediterráneo como el origen de la Dana, cuando llovió en ocho horas el equivalente a un año.
Ningún gobierno está preparado para un evento de estas características, pero sí pueden evitar fallos en la gestión de la emergencia lo que claramente ha faltado en este suceso. Como ocurrió el año pasado con la vertiginosa evolución del Huracán Otis, la fuerza e impredecibilidad de la naturaleza obliga a replantear las medidas de prevención y protección civil tanto para salvar vidas como contener los daños.
@ClauCorichi