VI. Luto para la Justicia y esperanza para el Estado de Derecho
México atraviesa un álgido periodo aciago donde sombras densas, gestadas con la velocidad de un tornado, se despliegan en su cielo, otrora único por su transparencia y belleza, eclipsando lo que antes fue deslumbrante. Si hiciéramos una cronología de lo vivido en los últimos tiempos, nadie en el pasado habría imaginado esta celeridad incomprensible (salvo para sus perpetradores) con la que se ha venido abajo el sólido y robusto edificio jurisdiccional de nuestra Nación que creíamos inquebrantable: demolido por la ambición, ignorancia, resentimiento y mezquindad de quienes se han apoderado de su destino, al grado que ni los nazis, ni una revolución armada, podrían haber sido tan efectivos como hoy lo ha sido el impacto brutal del binómico neopoder que se erigió para todo engullir y destruir.
¿Qué sociedad, Nación y Justicia tendremos en el futuro inmediato? Quienes creemos en los más altos valores del Derecho y la Justicia, estamos atravesando una conmoción que va más allá de lo existencial pues sobrepasa todo conocimiento, hipótesis e imaginación previos. Los que se han permitido inocular por los virus de la mentira, odio y rencor, más allá de sus títulos o grados, deben estar gozosos. Ojalá, en verdad lo deseo, no terminen llorando irremediable y amargamente, cuando el velo caiga de sus ojos, cerebro y corazón.
¿Por qué el encono contra el Poder Judicial, más allá de las razones masacrantes del discurso oficial, como su supuesta corrupción? Porque era el último obstáculo (enemigo) a vencer, al tener como encargo la defensa de la norma, derechos fundamentales y contención de los excesos del poder. Por eso la Justicia está de luto con la anticipada renuncia de los ocho ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que da cuenta de su cabalidad y honorabilidad. No porque validen con ella a la inconstitucional -¡Sí, INCONSTITUCIONAL!- y aborrecible Reforma Judicial (RJ): era fundamental hacerlo antes de que se pronuncien sobre su validez.
Renuncias de las que destaco dos: la de la Ministra Ana Margarita Ríos Farjat, al anunciar que habrá de devolver su haber mensual de retiro a la Tesorería, si antes no pudiera “donarlo íntegramente a niños y niñas en situación de vulnerabilidad” por ser quienes resienten el actuar de las generaciones actuales y “la ausencia cada vez mayor de empatía, solidaridad y educación cívica”.
La otra, del Ministro Juan Luis González Alcántara y Carrancá, no sólo por ser un texto jurídicamente contundente sino al erigirse en un manifiesto de ejemplar autorreflexión. Doloroso reconocimiento de quien, creyendo que las instituciones jurídicas y democráticas habrían de permanecer y perdurar, valerosamente declara: “me equivoqué. Me equivoqué al creer que prevalecería la razón sincera y libre por encima del clamor de las pasiones. Y mi error, como el de muchos, nunca me permitió imaginar un escenario como el actual”, en el que los clamores de las mayorías imperan en vez de la Constitución y los hechos del caso. Y concluye: “Me voy con la esperanza de que lleguen tiempos más serenos y mesurados, en donde las voces que proclaman el respeto irrestricto a todas y todos los ciudadanos, sin importar sus características particulares ni su afiliación ideológica, prevalezcan por encima del deseo de alcanzar la popularidad por encima de la razón y la justicia”.
En abono a ello, en esta, la más negra noche de la Justicia Mexicana, nada como la luz de esperanza que emite el proyecto de sentencia del que el Ministro González Alcántara es Ponente por cuanto a la Acción de Inconstitucionalidad 164/2024 y sus acumuladas, elaborado en colaboración con sus secretarios de estudio: Daniela Carrasco Berge, Fernando Sosa Pastrana, Omar Cruz, Bruno Acevedo y auxiliares Diego Ruiz y Antonio Flores.
Proyecto del que dejo al magistrado José Manuel Torres Ángel la mejor descripción que he escuchado: el alma, la base, de este proyecto está en las palabras del Ministro Ponente que lo ubican en un sitial tal que “deberían quedar estampadas en una pared dorada de la historia”, al hacer referencia al principio de la autocontención. Principio al que recurre para que el pronunciamiento ministerial se emita libremente y no pueda ser declarado viciado: “con una calidad impresionante… haciendo una especie de sacrificio”, no sobre si hay o no razón para elegir a los ministros, sino sólo sobre la de jueces de distrito y magistrados de circuito con el propósito de que “cese la crisis constitucional que ya va muy avanzada”.
De esta envergadura jurídica y humana es el proyecto que declara de manera salomónica PARCIALMENTE INVÁLIDA a la RJ y que será discutido este 5 de noviembre por los ocho Ministros que decidieron defender, a toda costa, la dignidad del elemento humano que da vida al Poder Judicial de la Federación y, con ello, la de la Nación.
¿Mártires? Sí, pero sobre todo HÉROES CON TOGA que han pasado ya a las páginas más emblemáticas de la historia mexicana y universal de la Justicia contemporánea. (Continuará)
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