Desde su formación como Partido Nacional de la Revolución, la impronta militar de la organización, le permitió con notable éxito, sobrepasar crisis y coyunturas nacionales e internacionales. La unidad y la disciplina, auténticas divisas del ahora Partido Revolucionario Institucional, le permitieron mantener el poder con liderazgos tan disímbolos e incluso antagónicos como Luis Echeverría Álvarez, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo o Enrique Peña Nieto, para referirme a los más recientes y evidentes casos.
Pasadas las elecciones del 2 de junio, y una verdadera renovación de la clase política a nivel nacional a través de los comicios, como ha venido sucediendo con ese partido desde hace décadas, la pérdida de votos y posiciones, continuo. Ni una sola diputación federal de mayoría relativa federal, sistemático retroceso en la posiciones en el Senado de la República y así una larga, larga lista de retrocesos y derrotas. Todo lo anterior desde luego que tiene explicaciones tanto en el pasado reciente como en la actualidad. La pérdida de identidad ideológica fue seguida de inmediato, con el debilitamiento de su presencia para encabezar las causas de la sociedad.
¿Cómo persuadir a las y los jóvenes de entre 18 y 30 años de edad para que voten por un partido carente de propuestas consistentes y plagado de grupúsculos que son rémoras del presupuesto público? Al momento de redactar esta colaboración, esta anunciada una Asamblea del PRI, para reelegir a su dirigencia nacional, luego de tan catastróficos resultados. De darse, la exequias del PRI, culminarán con la pérdida de su registro nacional, en las elecciones federales de 2027. Desde ahora, a pocas semanas de la instalación de las nueva Legislatura en el Congreso de la Unión, la presencia de la organización que como tal gobernará de forma ininterrumpida desde 1946 hasta el año 2000, será poco menos que marginal.
Ernesto Zedillo, por ejemplo, cambió a la o al dirigente del PRI, promedio uno por año; antes Salinas de Gortari mediante fuertes presiones, intentó cambiar el nombre del partido por el de Partido de la Solidaridad. El estoque, vino de manos de un Presidente de la República improvisado tanto en lo político como en lo ideológico: Enrique Peña. Durante décadas, las dirigencias nacionales a su vez, impidieron cualquier tipo de renovación generacional e ideológica. Gobiernistas sería la mejor forma de calificar la irremediable pendiente de una organización fundamental para el desarrollo de México.
Soledad Loaeza, en uno de sus brillantes artículos publicados en La Jornada, definió de la mejor manera la naturaleza del PRI, en el siglo XXI: reliquia de la Guerra Fría. Y sí. Allí se quedó esa organización, con sus inamovibles Sectores: el Popular, el Campesino y el Obrero. En realidad no importa que o quiénes lo vayan a dirigir, el destino de ese partido, en el que milité por décadas, se extinguirá en razón de la incapacidad de sus actuales y anteriores dirigencias, para comprender los cambios en el mundo, pero sobre todo, los cambios de la sociedad mexicana. Sus aportaciones al desarrollo del país, como lo apunté, no están a discusión, pero distingamos: una cosa fue el PRI y otra cosa es el gobierno federal. Pues aunque parece que nos aproximamos al capítulo dos de esa historia, las enseñanzas de la historia, esa gran maestra, nos deben conducir a evitar los errores que hoy mantienen al país en difíciles condiciones.
@JOPso