Suelo no referirme a la dinámica política en general, dado que mis líneas de investigación se refieren a los temas de Defensa, dimensiones de la Seguridad y sistemas de Inteligencia. Sin embargo, la coincidencia cronológica (que se repite cada 12 años), entre los procesos electorales presidenciales y de Congresos en los Estados Unidos y en México, son temas indispensables para analizar la situación de la democracia y las perspectivas de desarrollo de cada uno de esos países. En nuestro caso, nos encontramos en términos generales, en un ambiente de polarización que por infortunio, no se limita a la arena política, ideológica, programática y respecto del perfil de las y los candidatos a los miles de cargos en disputa para los comicios del dos de junio de 2024.
Otro tanto podemos referir del caso de los Estados Unidos en donde un ex presidente y el más competitivo de los aspirantes del conservador Partido Republicano, ha sido fichado en el Estado de Georgia, por haber intentado modificar el veredicto de la ciudadanía en las elecciones de 2020 en do de resulto perdedor. Ambas dinámicas, no obstante lo disímbolo, coinciden en la relevancia de las características ideológicas/personalidades/trayectorias profesionales de las y los aspirantes a los cargos de mayor relevancia, de manera destacada la Presidencia de la República. Tanto en México como en E.U., las campañas son el ambiente propicio para lo mismo destacar propuestas sensatas y viables, que para difamar, difundir noticias falsas o abiertamente difamatorias, con tal de obtener la posición anhelada.
Sin embargo, como suelen ser las cuantiosas ganancias en los negocios en el corto plazo, estas traen más problemas que rendimientos positivos. Las rupturas, condición y variables inherente a la polarización, en muy poco benefician a la democracia como práctica del debate articulado y argumentado; más aún, como consecuencia directa del encono y radicalismo de los discursos en las campañas, las opciones para sentarse a dialogar después de los resultados, resulta por supuesto, muy difícil y con frecuencia, imposible.
Por lo anterior, y ante la previsible crispación, interna de los partidos y coaliciones en México y la que seguirá una vez formalizadas las candidaturas para la Presidencia, es que el talante de las y los aspirantes, mucho tendrán que ver con la armonización o no, de un ambiente en constante deterioro por la polarización política y la creciente ola de inseguridad pública que se vive en varias parte del país. Ambas peligrosas variables, que sin duda colocan bajo estrés y cuestionamiento a las capacidades institucionales, pueden verse potenciadas si prevalece la animosidad vista hasta el día de hoy. Mas en ese contexto, no hay ganador o ganadora alguna: todos y todas vamos a perder. De allí la relevancia fundamental, que adquiere el talante conciliador (discursos, debates…) que se exprese durante las campañas, tanto en nuestro país, como en los E.U.
Estamos, en nuestro país, a unos cuantos días de que queden definidas las candidaturas presidenciales. Al menos, ya está la del Frente Amplio por México, en la persona de la senadora Xóchitl Gálvez Ruiz. Falta a del oficialista Morena y sus aliados, así como la de Movimiento Ciudadano y es posible, que alguna más procedente de la sociedad sin militancia. En EU, los auto descartes, ya empezaron.
@JOPso