/ jueves 15 de agosto de 2024

La importancia de Japón 

Hace unos días los principales índices bursátiles del mundo sufrieron perdidas en sus cotizaciones. Aunque se recuperaron rápidamente, su fragilidad puede ser el anuncio de un futuro aciago. La causa de esta convulsión financiera fue doble: por un lado, el anuncio de que la economía estadounidense no crecería como se había esperado y, en segundo lugar, el efecto de la decisión tomada recientemente por el Banco de Japón de subir las altas de interés, lo cual es una política inusual en la historia reciente de la economía nipona.

El hecho de que lo que sucede económicamente en Japón pueda tener efectos globales se debe a la capacidad de trabajo y producción de la población de ese país. Aunque por razones obvias nos enfocamos en lo que pasa con los dos colosos mundiales, Estados Unidos y China, la verdad es que Japón ha sido por lustros, ya sea la tercera o cuarta economía mundial. Nada mal para un país cuyo tamaño de población es equivalente a la mexicana.

Esto a pesar de que en la década de los noventa Japón comenzó ha experimentar un proceso de decadencia en su estructura socioeconómica, después de haber sido el gigante que competía en los ochenta con Estados Unidos por el prestigio de ser la economía más productiva.

Políticamente hablando, durante la postguerra, Japón fue dominado por el Partido Liberal Demócrata, una especie de PRI japonés. Sin embargo, este Partido comenzó a perder su hegemonía al final del siglo XX y principios del siglo XXI. En el presente siglo, el premier Shinzo Abe estableció la tónica del nuevo Japón pero no pudo deshacerse de las deficiencias que lo afectaban: aumento de la deuda, tasas de interés al cero por ciento y deflación constante. Fue a este conjunto de problemas a los que el periodista, William Pesek, denominó japonización, un malestar económico propio de la estructura socioeconómica nipona.

A pesar de todo esto, Japón se ha mantenido como la democracia liberal por excelencia en el Asia Pacífico, junto con Taiwán y Corea del Sur. Recientemente, Estados Unidos y Japón signaron un acuerdo estratégico para la seguridad mutua respecto a la amenaza china. Sin duda la cooperación entre Tokio y Washington será fundamental en los próximos años para impedir la hegemonía de Beijing en la región.

Japón hoy es poseedor de una cultura milenaria que le ha dado al mundo grandes obras artísticas, culinarias y científicas. Con la ayuda de Estados Unidos logró trascender su pasado Imperial y ahora es un vector que garantiza la seguridad internacional en el planeta.

Las relaciones entre Japón y México siempre han sido amistosa, quizás por el hecho de que Japón pudo aprovechar un Tratado entre las dos naciones que se retrotrae al periodo Meiji japonés, a fines del siglo XIX, para obligar a las potencias occidentales a sujetarse a la cláusula de la nación más favorecida. Desde entonces las relaciones entre ambas naciones, han sido muy amistosas. México debería aprovechar esto para relanzar la relación estratégica entre los dos países.


Hace unos días los principales índices bursátiles del mundo sufrieron perdidas en sus cotizaciones. Aunque se recuperaron rápidamente, su fragilidad puede ser el anuncio de un futuro aciago. La causa de esta convulsión financiera fue doble: por un lado, el anuncio de que la economía estadounidense no crecería como se había esperado y, en segundo lugar, el efecto de la decisión tomada recientemente por el Banco de Japón de subir las altas de interés, lo cual es una política inusual en la historia reciente de la economía nipona.

El hecho de que lo que sucede económicamente en Japón pueda tener efectos globales se debe a la capacidad de trabajo y producción de la población de ese país. Aunque por razones obvias nos enfocamos en lo que pasa con los dos colosos mundiales, Estados Unidos y China, la verdad es que Japón ha sido por lustros, ya sea la tercera o cuarta economía mundial. Nada mal para un país cuyo tamaño de población es equivalente a la mexicana.

Esto a pesar de que en la década de los noventa Japón comenzó ha experimentar un proceso de decadencia en su estructura socioeconómica, después de haber sido el gigante que competía en los ochenta con Estados Unidos por el prestigio de ser la economía más productiva.

Políticamente hablando, durante la postguerra, Japón fue dominado por el Partido Liberal Demócrata, una especie de PRI japonés. Sin embargo, este Partido comenzó a perder su hegemonía al final del siglo XX y principios del siglo XXI. En el presente siglo, el premier Shinzo Abe estableció la tónica del nuevo Japón pero no pudo deshacerse de las deficiencias que lo afectaban: aumento de la deuda, tasas de interés al cero por ciento y deflación constante. Fue a este conjunto de problemas a los que el periodista, William Pesek, denominó japonización, un malestar económico propio de la estructura socioeconómica nipona.

A pesar de todo esto, Japón se ha mantenido como la democracia liberal por excelencia en el Asia Pacífico, junto con Taiwán y Corea del Sur. Recientemente, Estados Unidos y Japón signaron un acuerdo estratégico para la seguridad mutua respecto a la amenaza china. Sin duda la cooperación entre Tokio y Washington será fundamental en los próximos años para impedir la hegemonía de Beijing en la región.

Japón hoy es poseedor de una cultura milenaria que le ha dado al mundo grandes obras artísticas, culinarias y científicas. Con la ayuda de Estados Unidos logró trascender su pasado Imperial y ahora es un vector que garantiza la seguridad internacional en el planeta.

Las relaciones entre Japón y México siempre han sido amistosa, quizás por el hecho de que Japón pudo aprovechar un Tratado entre las dos naciones que se retrotrae al periodo Meiji japonés, a fines del siglo XIX, para obligar a las potencias occidentales a sujetarse a la cláusula de la nación más favorecida. Desde entonces las relaciones entre ambas naciones, han sido muy amistosas. México debería aprovechar esto para relanzar la relación estratégica entre los dos países.