/ miércoles 9 de marzo de 2022

La invasión rusa y los medios comunicación: ¿El imperio del mal? 

por Alejandro Cárdenas López


La reciente invasión rusa que inició en la zona separatista de Ucrania, Donetsk y Lugantsk y es un ejemplo de la forma en que los medios de comunicación internacionales privados permiten que la propaganda de los gobiernos permee sin balancear ni informar pluralmente sobre todos los ángulos relevantes. Este es un capítulo más de una guerra que empezó en 2014.

El anuncio de diversos medios globales y digitales sobre la suspensión de actividades en Rusia es un capítulo más de los efectos del conflicto, como dijo el periodista británico Phillip Knightley en su libro sobre la historia de los corresponsales de guerra: la primera víctima en cualquier conflicto bélico es la verdad.

La razón de esa suspensión de acuerdo con el regulador de telecomunicaciones ruso es la “difusión sistemática de desinformación”; además las dos cámaras del parlamento de ese país aprobaron un proyecto de ley que prevé cárcel de hasta 15 años por difundir información sobre la guerra que incita a las protestas, al extremismo y a la violencia.

La situación evoca el fantasma de la geopolítica del pasado de las intervenciones militares en países soberanos, pero muchos medios señalan abiertamente que Rusia se quiere expandir como si quisiera volver a ser la reencarnación de la Unión Soviética, cuando en realidad el mensaje ha sido claro de sus gobernantes: esta es una medida de seguridad nacional, es decir, es defensiva ante política de expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El escritor Murray Polner, publicó en History News Network de la Universidad de George Washington que el presidente Vladimir Putin, como cualquier otro líder, está "defendiendo los intereses de su pueblo, el primero de los cuales es la independencia (…) y los costos pagados a los ojos de la mayoría de sus compatriotas, ha hecho bien en pagarlos".

Un ejemplo hipotético para sería que el gobierno de México anunciara que se quiere aliar con Rusia o China en un tratado bélico y económico que quizás permitiera una base militar de ese país en el Golfo de México ¿Cómo lo tomarían Estados Unidos y los medios de comunicación occidentales?

Lo que sí sucedió al inició la guerra fueron las manifestaciones de alegría y gratitud de grupos de la población en Donetsk tras la decisión del Kremlin de reconocer su independencia, una zona que busca la legitima autodeterminación de los pueblos, lo cual que pocos medios globales difundieron.

Periodistas reconocidos a nivel mundial como Seymour Hersh, John Pilger y Nick Davies han cuestionado a los medios globales y las agencias internacionales que publican sin confirmar, sobre todo en tiempos de guerra, las mentiras y fabricaciones deliberadas de los gobiernos, sus cabilderos y agencias de propaganda de Occidente, no sólo de Rusia.

Hersh, veterano de periodismo en muchos medios, ha publicado reportajes donde desmiente la idea de que “Rusia y los comunistas son culpables” de casi todo, por ejemplo, la masacre de My Lai en Vietnam, las torturas en la prisión de Abu Ghraib en Irak y las armas nucleares de Israel. Por su parte, Pilger ha difundido en sus documentales para cine y televisión la forma en que medios internacionales como BBC de Londres, ITV, New York Times y Fox News no cuestionaron los suficiente al gobierno de George W. Bush por la ocupación en Irak en 2003 en la búsqueda de armas de destrucción masiva, que nunca aparecieron.

Recientemente el periodista australiano afirmó sobre Ucrania que en 2014 hubo un golpe de estado en Kiev respaldado por Estados Unidos, con lo cual inició una guerra civil devastadora y culpa de “hipócritas en desfile” a los países occidentales por no haber reaccionado. Pilger considera el caso de Ucrania como la “historia más distorsionada” y señala de absurdo que los líderes de esos países “den lecciones sobre la ética de los asuntos mundiales”. El periodista se pregunta por qué los países de Occidente no reaccionaron antes para llevar la paz a Ucrania, después de ocho años de guerra.

También académicos internacionalistas como John Mearsheimer de la Universidad de Chicago han afirmado que Occidente tiene mucha responsabilidad del conflicto actual en Ucrania. Desde 2008, señala, Estados Unidos ha presionado para expandir la alianza militar de la OTAN hacia el este y establecer relaciones amistosas con Ucrania, con lo cual aumentó la probabilidad de una guerra entre las potencias con armas nucleares y sentó las bases para la posición agresiva de Moscú. Mearsheimer señaló a inicios de marzo para The New Yorker que esa expansión de la OTAN es el corazón de la estrategia, pero incluye a Estados Unidos también, y convertir a Ucrania en una democracia liberal pro-estadounidense y, desde una perspectiva rusa, esto es una amenaza real.

Recordemos que esa OTAN que quiere expandirse a Europa oriental y que proclama la paz, en 1999 bombardeó a Serbia y en 2011 también lo hizo en Trípoli matando a civiles en ambos casos.

Otro ejemplo histórico del sesgo mediático es el caso del reconocido filósofo y pensador ruso Alexander Zinoviev, quien señaló en una entrevista previa a su muerte que occidente ha considerado al comunismo, a la URSS y ahora Rusia como “el imperio del mal”. A él mismo le sucedía cuando publicó libros y textos críticos de su propio país: “Fui elogiado en Occidente mientras criticaba a la sociedad soviética. Mis libros fueron publicados en grandes cantidades y en muchos idiomas, pero cuando apliqué mis principios de investigación en la sociedad occidental y eso significaba la verdad a toda costa, su actitud hacia mi persona dio un giro, y mi trabajo sobre Occidente ahora se veía como una calumnia contra la sociedad occidental y mis obras fueron boicoteadas.

De acuerdo con Vladimir Rouvinski, Director del Laboratorio de Política y Relaciones Internacionales Universidad ICESI en Colombia, el argumento ruso de “denazificación” de Ucrania es imposible de conseguir, porque no hay nazis en ese país, es una demanda que no existe porque más allá de la propaganda se constata que sólo hay un nacionalista en el parlamento y tienen poca representatividad. Durante un foro organizado por el área de Relaciones Internacionales de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, Rouvinski señaló que lo que hace Rusia es una diplomacia post verdad.

Tiene razón el profesor Rouvinski. Los medios han enfocado la atención a la parte de la afirmación de que hay grupos cercanos al nazismo, pero sí hay evidencia de que los gobiernos de los últimos años se han apoyado en la ultraderecha para diversas acciones políticas y recientemente del presidente Ucraniano, Volodimir Selensky, en esta invasión les ha dado a los grupos de derecha pro nazis un impulso inusitado, ha liberado reos y les ha armado para pelear contra Rusia.

Pero Rouvinski también explicó en el foro de la Ibero que los actores principales del sistema internacional tienen retos ante la nueva geopolítica incluida la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por ejemplo, dice el académico, en los últimos días Rusia ha reducido sus demandas a las que ha hecho en años anteriores, ahora sólo habla del reconocimiento de Crimea y desmilitarización de Ucrania.

Esta postura nueva que poco se difunde es un ejemplo del poco equilibrio y pluralismo que los medios occidentales han omitido y que en ocasiones dan más relevancia a los tuits de Selenski diciendo que “Rusia se ha embarcado en un camino del mal”. También han sido reales las advertencias desde hace años de Moscú en materia de seguridad, no sólo por Ucrania sino movimientos de tropas en países alrededor de Rusia.

Los medios poco contextualizan la llamada “revolución de Maidan” en 2014, y el hecho de que pudo ser considerada un golpe de estado al ex presidente Víktor Yanukóvich, con intereses de Estados Unidos y la Unión Europea, dado que sacaron del poder a alguien que ganó democráticamente en las urnas. De acuerdo con Nicolai Petro de la Universidad de Rhode Island de Estados Unidos para Democracy Now, fue un golpe de estado clásico porque hubo sólo una sesión extraordinaria del Parlamento a la cual no se había convocado oficialmente y después bajo la presidencia del partido radical, el escaso parlamento presente declaró que el presidente se había retirado del poder. Petro explica que debió suceder lo siguiente: a) Que la corte constitucional hiciera renunciar a quien era presidente o ser llamado a proceso de destitución; b) Ser votado por una mayoría calificada del Parlamento; c) Nombrar a un sucesor como el Primer Ministro o el representante del Parlamento.

El académico de la Universidad de Rhode Island añade que la andanada social y política que inició en noviembre de 2013 implicaba la coalición de tres fuerzas diferentes: Uno, es un grupo ciudadano con una genuina frustración por la decisión del gobierno de retrasar la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, pero fue luego aprovechado por la oposición parlamentaria, que se unió tardíamente y presionó al gobierno para obtener más concesiones. Y finalmente, el golpe de estado se logró gracias a la intervención armada de los ultranacionalistas, encabezados por grupos políticos del “sector derecho”, un partido paramilitar radical ucraniano formado por varias organizaciones del denominado “Euromaidán” en Kiev.

Pocos medios informaron en ese momento, que no era toda la población de Ucrania la que quería pactar con la Unión Europea y no querían mantener su alianza lingüística, histórica y política con Rusia, incluso había posturas políticas y sociales de que era posible cubrir ambas demandas. Cuando llegaron los nuevos gobiernos occidentalizados, además, tomaron medidas autoritarias como aprobar leyes contra el idioma ruso y cerrar la frontera en un país en territorio un poco más grande que España, pero casi la mitad de su población usa como lengua materna el ruso y sus raíces étnicas son similares.

Incluso esa confusión permea en un popular documental en Netflix llamado “Invierno en llamas”, que es más una cruda fotografía de los hechos, pero sin contexto. Dicho documental omite que durante los momentos más tensos en la Plaza Maidán, la filtración ilegal de una conversación privada de Victoria Nuland la responsable estadounidense para las relaciones con Europa que dijo “jódanse en la Unión Europea” al no estar conforme con la estrategia europea en Ucrania. También Nuland, en la llamada telefónica con el embajador estadounidense en Kiev, Geoffrey Pyatt hace referencia a los méritos que tendrían los distintos líderes de la oposición ucraniana para formar un futuro gobierno, de acuerdo con la Deutsche Welle en español.

La ONU, con presencia permanente en las zonas separatistas desde 2014, ha informado que desde que cambió el poder en Ucrania, con líderes pro-estadounidenses como en aquel entonces el presidente Oleksandr Turchynov, lanzaron a meses de su nombramiento una amplia operación militar “anti-terror” desde Kiev contra separatistas de las llamadas republicas populares de Donetsk y Lugansk que habían proclamado su independencia y las personas que protestaban fueron encarceladas, es decir una guerra civil contra los propios ucranianos.

En los últimos años, desde el cambio de gobierno en Kiev, se vive una cruenta guerra con estimación de 10 mil civiles fallecidos y 4.4 millones de damnificados y damnificadas, como resultado de los ataques del ejército ucraniano y de los separatistas. La ONU la ha llamado una crisis humanitaria en esas zonas y cupla a todas las partes relacionadas de incumplir tratados y pactos de ceses al fuego, incluso desde 2018 reconocen falta de libertad de expresión en el país y ataque de la policía a medios locales; en 2020 el organismo internacional solicitó con urgencia otros 149 millones de dólares para responder a la crisis de salud y apoyar a las personas vulnerables que viven en zonas afectadas por conflictos. También urge la ONU a Rusia que permita realizar en Crimea misiones de paz y respetar los derechos humanos en la zona y dejar de criminalizar a los musulmanes, entre otras. Piden a la comunidad internacional a presionar diplomáticamente a los partidos locales para resolver el conflicto, apoyar para una reforma penitenciaria, y permitan que priven los estándares mediáticos internacionales y buenas prácticas, además de apoyar al gobierno de Ucrania en aprobar leyes de inclusión y cohesión social. Las tres partes son responsables de que siga esta guerra, no sólo Rusia.

En el discurso de la guerra y la propaganda sorprende que los medios globales hagan eco de lo que tanto Ucrania como países occidentales han señalado, que Rusia armó y apoyó a los separatistas, pero poco ha sido comprobado y Moscú siempre lo ha negado.

El sesgo mediático hacia Rusia desde medios internacionales, con algunas excepciones, es relevante dado que Estados Unidos y otros países europeos, en las últimas décadas han realizado decenas de intervenciones militares ilegales en el mundo, la más reciente en Irak. Nick Davies, periodista del diario The Guardian, en 2008 publicó un libro donde revela la distorsión y propaganda de los gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra y España en Irak. En específico cuentan el caso de Abu Musab al-Zarqawi, quien era considerado un “terrorista” de Palestina y un hombre cercano a Bin Laden en Irak, decían que se escribían cartas, que su ejército crecía, que participaba directamente en ejecuciones y tenía mil 500 soldados. Muchos medios revelaron todos los “dichos” de las instancias oficiales y “de seguridad”.

El periodista de The Guardian explicó que en aquel tiempo fue una campaña para villanizar a al-Zarqawi, como una organización de comunicación y propaganda gubernamental con evidencia de fabricación de información deliberada. La realidad es que al-Zarqawi no era cercano a Saddam Hussein ni a Bin Laden, era de Jordania y quizás sí era islamista radical pero no era aliado de Al Qaeda, organización que nunca estuvo detrás de los insurgentes en Irak.

Davis añade que este caso no sólo se trató de establecer una agenda política, sino era falsa la historia en todos sus sentidos y no es la primera ocasión que se fabrican historias en tiempos de guerra, pero lo más grave es que, con la posverdad, cada vez son menos los periodistas que no se dejan llevan por estas mentiras, un problema de fabricación que inició Estados Unidos y es ahora del mundo.

Llamarle una nueva guerra fría a este conflicto es pensar que el escenario global no ha cambiado, sobre todo en lo mediático. Es discurso oficial puede ser ideológico y prodemocrático, pero es una guerra económica y energética y son responsables los dueños del monopolio de los grandes consorcios informativos y del espectáculo, en especial lo más grandes como Time Warner, Disney, News Corporation y Viacom, entre otros.

Casi todos los medios internacionales que informan sobre la guerra, pertenecen al nuevo imperialismo mediático, como herencia de las teorías del imperialismo cultural donde hoy la ideología de desdibuja y lo económico y el interés particular de cada conglomerado privado es lo que interesa, aunque no lo hacen evidente. Hay otros elementos más allá de lo ideológico para entender a estos nuevos medios como lo han planteado académicos internacionales como el paralelismo político, profesionalización, libertad de expresión y regulación de los sistemas mediáticos.

Por eso podemos entender que algunos de estos gigantes mediáticos con negocios corporativos cercanos a Estados Unidos, sean más duros en sus coberturas hacia Venezuela, Rusia, China y Bolivia, no por su pasado comunista “del mal”, sino porque hay intereses económicos y sociales.

Hay excepciones donde los medios internacionales difunden exclusivas con impacto político en cada país, pero cada día se desdibuja más. Por ejemplo, en años anteriores, la agencia AP y la revista Esquire revelaron el caso Tlatlaya.

Otro ángulo relevante que pocos medios han priorizado es la importancia de China en el conflicto, aunque recientemente el gobierno comunista ha sido enérgico en abstenerse en las votaciones de la ONU, en sus declaraciones han denunciado la violencia transfronteriza. Pero eso no significa que no sepan que una guerra para Estados Unidos, la potencia hegemónica en decadencia, hundiría más a un Joe Biden gris y en crisis económica después de la crisis mundial del COVID y su salida de Afganistán.

José Luis Orella, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad San Pablo CEU, señala que Estados Unidos como imperio está en una fase de mantenimiento de su liderazgo con riesgo de entrar en decadencia ante China, por eso requiere de la explotación de los enormes recursos energéticos del Mar Negro, en especial la zona del Cáucaso, dijo. Si Estados Unidos consolida este poder podría entrar una nueva etapa de control geoestratégico de diversos continentes, dijo Orella para el podcast la Caverna de Platón del diario El Economista de España.

La reciente noticia de las layes aprobadas contra redes sociales y medios de comunicación en Rusia tras el ataque a Ucrania y los bloqueos y la censura de países occidentales a medios públicos rusos son igualmente graves. Nos recuerdan que Rusia no es una democracia, que fue ilegal la anexión de Crimea y que hay poca libertad de expresión y niveles de autoritarismo cuestionables, pero hay medios independientes que operan desde el exterior que llevan años luchando por sobrevivir y enarbolan la libertad de expresión, como el sitio Meduza, que ppera desde Letonia en un autoexilio operativo, y los medios globales, poco difunden estas perspectivas.

Tampoco ayuda en el anuncio de Meta (Facebook) después de la guerra de disminuir la exposición y restringir a medios estatales de Rusia como Russia Today y Sputnik. La empresa de Mark Zuckerberg, desprestigiada en su credibilidad por el escándalo de seguridad de Cambridge Analytica, se erige hoy como esfinge de la libertad de expresión, con grandes contradicciones. Las audiencias deben conocer lo que dice Rusia por las vías que decidan, ya sea TV, prensa, internet o las redes sociales, porque es un ángulo muy relevante del conflicto y es la única forma en que el público puede formular sus propias conclusiones.

Como dice el portal Meduza, “Rusia no está en guerra contra Ucrania, sino contra el pueblo de Ucrania”. Lo mismo añado, Ucrania está en guerra contra los separatistas, su propio pueblo. Antes de justificar la guerra y la violencia de cualquier lado, son vidas humanas de las cuales la prensa y los periodistas debemos estar al tanto, y no hacerlo es asumir parte de esa responsabilidad.



Director de Ibero 90.9, Doctor en Comunicación y profesor del departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.