/ viernes 13 de septiembre de 2024

La lucha por México y EU, urgente y espiritual

“La juventud es una religión a la que uno siempre acaba convirtiéndose”

André Malraux

La participación de los jóvenes ha sido un punto de inflexión en la vida política, democrática y social de cada país. Sobre todo, cuando el panorama es muy complicado y exige el involucramiento de todos los sectores de la población, como la situación que vivimos actualmente en México.

El martes diez de septiembre fue aprobada en el Senado de la República la reforma al Poder Judicial, en medio de un descontento generalizado que movilizó, desde la semana pasada, a trabajadores, empresarios, asociaciones civiles y, por su puesto, a jóvenes estudiantes. Es un “capricho unilateral”, declaran especialistas en todo el mundo. Sin embargo, lo que sí podemos destacar de estos momentos críticos que vivimos, es que los jóvenes en México han despertado y pueden convertirse, si así lo deciden, en los agentes de cambio que tanto necesitamos.

En México tenemos un legado de participaciones estudiantiles que han conseguido cimbrar las estructuras políticas, gubernamentales e ideológicas de nuestra nación a lo largo de su historia. Por ejemplo, el movimiento estudiantil de 1968 marcó un antes y un después en la participación de los jóvenes mexicanos y es considerado un momento clave en la vida democrática de México por la exigencia de los jóvenes a un diálogo público entre el gobierno y la ciudadanía.

Otra muestra de la importancia que ha tenido la participación de los jóvenes en México fue después del terremoto de 1985, cuando estudiantes de instituciones públicas y privadas se organizaron para articular redes de apoyo a damnificados. Esta movilización de los estudiantes fue primordial para ayudar a las instituciones gubernamentales ante la falta de un programa capaz de enfrentar desastres naturales de tal magnitud.

Estos ejemplos nos permiten ver que los jóvenes han aportado su vitalidad, ideas y visión ante las grandes carencias que sufrimos, sobre todo, en el ámbito gubernamental y político. Al respecto, la semana pasada les hablé de la trascendencia que puede tener la participación de los jóvenes en las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Lo traigo a colación porque debemos hablar de los “otros” jóvenes que viven en la Unión Americana y que también se identifican con lo que ocurre en México. Les hablo de los llamados “dreamers”. Las primeras generaciones del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés), ahora son universitarios o emprendedores que se han organizado para luchar por este programa. Tal ha sido el impacto de estos jóvenes dreamers que, a finales de 2017, la presión ejercida por sus movilizaciones motivó a que más de 800 presidentes y CEOs de compañías tecnológicas -incluidas Apple, Google, Amazon y Uber- enviaran una carta al Congreso exigiendo “la solución que merecen los dreamers”, ya que, de no hacerlo, su economía perdería 460 mil millones de dólares del PIB y 24 mil millones de dólares en contribuciones y pago de impuestos.

Pero los jóvenes, en su gratificante e inagotable efervescencia ideológica, también son portavoces de esperanza y no dudan en levantar la voz para hacerse escuchar desde distintas trincheras, incluida la espiritual. En días pasados la Universidad Texas A&M realizó un avivamiento en el que más de mil quinientos estudiantes participaron para adorar a Jesús y, muchos de ellos, incluso, fueron bautizados. Es de llamar la atención que este tipo de avivamientos se realicen cuando vivimos tiempos difíciles, caracterizados por guerras, una pandemia, catástrofes naturales y una polarización política en distintos países de América Latina que están provocando, entre otras cosas, una movilización de personas nunca visto. ¿Por qué llama la atención este acercamiento de los jóvenes con la espiritualidad? Quizás porque estamos tan ensimismados en tratar de rescatar al país, a nuestro hogar y a nuestra propia vida de tantas cosas por resolver que olvidamos lo que los jóvenes no pasan por alto: que la mayor virtud de las personas es ser uno en compañía. Los jóvenes han despertado y no sólo en lo político, también abren sus manos y corazones para que, desde la fe y el espíritu, nuestro mundo mejore.


Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez

“La juventud es una religión a la que uno siempre acaba convirtiéndose”

André Malraux

La participación de los jóvenes ha sido un punto de inflexión en la vida política, democrática y social de cada país. Sobre todo, cuando el panorama es muy complicado y exige el involucramiento de todos los sectores de la población, como la situación que vivimos actualmente en México.

El martes diez de septiembre fue aprobada en el Senado de la República la reforma al Poder Judicial, en medio de un descontento generalizado que movilizó, desde la semana pasada, a trabajadores, empresarios, asociaciones civiles y, por su puesto, a jóvenes estudiantes. Es un “capricho unilateral”, declaran especialistas en todo el mundo. Sin embargo, lo que sí podemos destacar de estos momentos críticos que vivimos, es que los jóvenes en México han despertado y pueden convertirse, si así lo deciden, en los agentes de cambio que tanto necesitamos.

En México tenemos un legado de participaciones estudiantiles que han conseguido cimbrar las estructuras políticas, gubernamentales e ideológicas de nuestra nación a lo largo de su historia. Por ejemplo, el movimiento estudiantil de 1968 marcó un antes y un después en la participación de los jóvenes mexicanos y es considerado un momento clave en la vida democrática de México por la exigencia de los jóvenes a un diálogo público entre el gobierno y la ciudadanía.

Otra muestra de la importancia que ha tenido la participación de los jóvenes en México fue después del terremoto de 1985, cuando estudiantes de instituciones públicas y privadas se organizaron para articular redes de apoyo a damnificados. Esta movilización de los estudiantes fue primordial para ayudar a las instituciones gubernamentales ante la falta de un programa capaz de enfrentar desastres naturales de tal magnitud.

Estos ejemplos nos permiten ver que los jóvenes han aportado su vitalidad, ideas y visión ante las grandes carencias que sufrimos, sobre todo, en el ámbito gubernamental y político. Al respecto, la semana pasada les hablé de la trascendencia que puede tener la participación de los jóvenes en las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Lo traigo a colación porque debemos hablar de los “otros” jóvenes que viven en la Unión Americana y que también se identifican con lo que ocurre en México. Les hablo de los llamados “dreamers”. Las primeras generaciones del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés), ahora son universitarios o emprendedores que se han organizado para luchar por este programa. Tal ha sido el impacto de estos jóvenes dreamers que, a finales de 2017, la presión ejercida por sus movilizaciones motivó a que más de 800 presidentes y CEOs de compañías tecnológicas -incluidas Apple, Google, Amazon y Uber- enviaran una carta al Congreso exigiendo “la solución que merecen los dreamers”, ya que, de no hacerlo, su economía perdería 460 mil millones de dólares del PIB y 24 mil millones de dólares en contribuciones y pago de impuestos.

Pero los jóvenes, en su gratificante e inagotable efervescencia ideológica, también son portavoces de esperanza y no dudan en levantar la voz para hacerse escuchar desde distintas trincheras, incluida la espiritual. En días pasados la Universidad Texas A&M realizó un avivamiento en el que más de mil quinientos estudiantes participaron para adorar a Jesús y, muchos de ellos, incluso, fueron bautizados. Es de llamar la atención que este tipo de avivamientos se realicen cuando vivimos tiempos difíciles, caracterizados por guerras, una pandemia, catástrofes naturales y una polarización política en distintos países de América Latina que están provocando, entre otras cosas, una movilización de personas nunca visto. ¿Por qué llama la atención este acercamiento de los jóvenes con la espiritualidad? Quizás porque estamos tan ensimismados en tratar de rescatar al país, a nuestro hogar y a nuestra propia vida de tantas cosas por resolver que olvidamos lo que los jóvenes no pasan por alto: que la mayor virtud de las personas es ser uno en compañía. Los jóvenes han despertado y no sólo en lo político, también abren sus manos y corazones para que, desde la fe y el espíritu, nuestro mundo mejore.


Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez