Este fin de año Irene Espinosa concluirá su periodo como subgobernadora del Banco de México. Si bien en el papel existe la posibilidad de que sea propuesta para un nuevo periodo de ocho años, todo apunta que la presidenta Claudia Sheinbaum propondrá otra candidata al Senado.
Siendo aún candidata presidencial, Sheinbaum dijo en un foro de BBVA que propondría a una mujer para sustituir a Espinosa en la Junta de Gobierno del banco central, con lo que descartó volver a designar a la actual subgobernadora y a la vez acotó las opciones para su propuesta.
En aquel foro, de mayo pasado, Sheinbaum dijo que será “responsable” en su propuesta y se comprometió a respetar la autonomía del Banco de México, mismo compromiso que refrendó en su discurso de toma de posesión el 1 de octubre.
A 33 días de que concluya el periodo de Espinosa, el país está envuelto en un clima de deterioro institucional que también ha tocado al banco central. En los años recientes se han multiplicado los comentarios entre banqueros y analistas, dentro y fuera del país, sobre el deterioro de los órganos reguladores y supervisores del sistema financiero mexicano, incluyendo al banco central. El sondeo más reciente de Arena Pública (realizado en enero de este año) sobre el desempeño de los miembros de la Junta de Gobierno de Banxico dió cuenta de esa percepción negativa que incide en la efectividad de sus decisiones.
La pregunta es quién es la mejor candidata. En primer lugar, quien reúna, a pie juntillas, los requisitos que establece la propia Ley del Banco de México, particularmente de “gozar de reconocida competencia en materia monetaria”, uno de los cuestionamientos más frecuentes en los últimos nombramientos.
Pero además, es altamente deseable que el perfil de la candidata propuesta provenga del propio banco central. En las condiciones actuales de críticas a la captura de las instituciones, de cara a la revisión del T-MEC, y de pérdida de credibilidad del propio banco, es importante enviar una fuerte señal de compromiso con la autonomía y su independencia, por lo que se requiere una reconocida experta en banca central y política monetaria, que conozca la institución. Por eso, preferentemente, debe ser una funcionaria de carrera del Banco de México.
El banco central ha sido, a lo largo de las últimas décadas, un formidable formador de profesionales altamente competitivos en economía y finanzas para el país -que han poblado no solo posiciones clave en Hacienda o en la banca de desarrollo, sino también en la banca privada local y global- por lo que es lamentable que en su actual Junta de Gobierno, ninguno de sus miembros provenga de sus filas. Varias podría ocupar con holgura esa posición, pero me inclino por la actual directora general de Investigación Económica, Alejandrina Salcedo, quién cumple a cabalidad los requisitos y el perfil que se requiere en la actual coyuntura. No la conozco personalmente, pero sé -por múltiples referencias- de su sólida formación monetaria, conocimiento de la economía mexicana, prestigio y liderazgo para el cargo.
El Banco de México está debilitado en una coyuntura crítica para el país y el nombramiento de la Presidenta enviará una señal importante sobre su futuro inmediato.
Colofón
Mucho está en juego con el pronóstico de crecimiento para 2025 y la diferencia de apuestas entre el gobierno y los demás es abismal.
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