/ sábado 27 de julio de 2024

La Moviola / “El tío”, “Deadpool & Wolverine”: El cine y el anticine

@lamoviola

Dos propuestas en desiguales condiciones publicitarias y de exhibición, se ven las caras esta semana en la pantalla cinematográfica. Por un lado, la producción de Croacia y Serbia “El tío”, ópera prima de David Kapac y Adrija Mardesic. Un thriller psicológico, como apuntan sus fichas oficiales, pero también una metáfora política y de la condición humana sobre el opresor y los oprimidos. El cine en toda su extensión, con cámara que ahoga en sus tomas al interior de un departamento y personajes que no revelan la extensión de su miseria, lo que provoca en el espectador un sentido de incomodidad y terror.

Ubicada a finales de los 80 en Yugoslavia, una familia integrada por el padre, la madre y un hijo recién entrado en sus veinte, esperan la llegada del tío, para festejar la Noche Buena, quién suele traer regalos y ser generosos con su prole. El muchacho tiene un comportamiento infantiloide y el interés por recibirlo toca la indignidad.

La llegada pues del tío, interpretado de forma impecable por Miki Manojlovic, provoca lo que parece un ritual patético. Padre (Giran Bogdan), Madre (Ivana Roscic) y el hijo, interpretado por Roko Sikavika, montan un escenario de perfección que deje satisfecho al invitado: preparan la comida que le gusta, conducen las charlas triviales en dirección de lo que el invitado quiere escuchar, pero esto genera un aire de tensión, al principio sutil.

El tío, descubrimos poco después, es una suerte de ogro filantrópico que maneja a la familia a su antojo para satisfacer sus deseos: una representación teatral de una cena navideña perfecta. El tío poco a poco se descubre como un tirano que esconde un secreto y de alguna forma, explica el comportamiento de la familia.

Con vueltas de tuerca que no alteran el sentido de radiografía hacia las pulsiones de la tiranía el que observa al tirano y al oprimido, además de adentrarse en el sentido de los deseos y la fijación por la idealización del pasado, “El Tío”, no sólo se queda en una fuerte narrativa de género de suspenso sino en una directa metáfora política–social de la condición humana ante la opresión y en algún punto la voluntad de liberación y sobrevivencia.

“El tío”, desde su dirección de actores, la propuesta visual que incluye la cámara que ahoga en los espacios cerrados, es una muestra de una apuesta cinematográfica íntegra. En algún punto es la esperanza de la belleza, lo inquietante que puede ser el lenguaje cinematográfico.

Del otro lado está “Deadpool & Wolverine” (Shawn Levy, 2024), protagonizada por Ryan Reynolds y Hugh Jackman, además de Emma Corrin, lo mejor del filme, en medio de una trama que traspasa en todo momento la cuarta pared, pero que eso no ofrece nada nuevo, el mismo cómic de “Deadpool” lo hace y se sienten con bromas de la situación actual del universo Marvel.

Hay poco que decir: “Deadpool” debe salvar su mundo y viaja a los diferentes universos Marvel; en uno de estos se encuentra a “Wolverine”, quien a regañadientes lo ayudará.

El punto es que a estas alturas, ya todo sabe al montaje complaciente del cine más convencional. Las bromas y situaciones en apariencia que rompen el universo cinematográfico no son nada pero nada nuevo. Es un filme de la franquicia hecho y derecho. Extravagancia, “El Santo contra Capulina”, esto es la comodidad y convención de un lenguaje fílmico mediocre, medianamente entretenida pero carente de la sorpresa del cine.

Hágase un favor, vea algo que le proponga. Le concedo algunos buenos momentos, pero a estas alturas sorprenderse por tan poco, sería lamentable.


@lamoviola

Dos propuestas en desiguales condiciones publicitarias y de exhibición, se ven las caras esta semana en la pantalla cinematográfica. Por un lado, la producción de Croacia y Serbia “El tío”, ópera prima de David Kapac y Adrija Mardesic. Un thriller psicológico, como apuntan sus fichas oficiales, pero también una metáfora política y de la condición humana sobre el opresor y los oprimidos. El cine en toda su extensión, con cámara que ahoga en sus tomas al interior de un departamento y personajes que no revelan la extensión de su miseria, lo que provoca en el espectador un sentido de incomodidad y terror.

Ubicada a finales de los 80 en Yugoslavia, una familia integrada por el padre, la madre y un hijo recién entrado en sus veinte, esperan la llegada del tío, para festejar la Noche Buena, quién suele traer regalos y ser generosos con su prole. El muchacho tiene un comportamiento infantiloide y el interés por recibirlo toca la indignidad.

La llegada pues del tío, interpretado de forma impecable por Miki Manojlovic, provoca lo que parece un ritual patético. Padre (Giran Bogdan), Madre (Ivana Roscic) y el hijo, interpretado por Roko Sikavika, montan un escenario de perfección que deje satisfecho al invitado: preparan la comida que le gusta, conducen las charlas triviales en dirección de lo que el invitado quiere escuchar, pero esto genera un aire de tensión, al principio sutil.

El tío, descubrimos poco después, es una suerte de ogro filantrópico que maneja a la familia a su antojo para satisfacer sus deseos: una representación teatral de una cena navideña perfecta. El tío poco a poco se descubre como un tirano que esconde un secreto y de alguna forma, explica el comportamiento de la familia.

Con vueltas de tuerca que no alteran el sentido de radiografía hacia las pulsiones de la tiranía el que observa al tirano y al oprimido, además de adentrarse en el sentido de los deseos y la fijación por la idealización del pasado, “El Tío”, no sólo se queda en una fuerte narrativa de género de suspenso sino en una directa metáfora política–social de la condición humana ante la opresión y en algún punto la voluntad de liberación y sobrevivencia.

“El tío”, desde su dirección de actores, la propuesta visual que incluye la cámara que ahoga en los espacios cerrados, es una muestra de una apuesta cinematográfica íntegra. En algún punto es la esperanza de la belleza, lo inquietante que puede ser el lenguaje cinematográfico.

Del otro lado está “Deadpool & Wolverine” (Shawn Levy, 2024), protagonizada por Ryan Reynolds y Hugh Jackman, además de Emma Corrin, lo mejor del filme, en medio de una trama que traspasa en todo momento la cuarta pared, pero que eso no ofrece nada nuevo, el mismo cómic de “Deadpool” lo hace y se sienten con bromas de la situación actual del universo Marvel.

Hay poco que decir: “Deadpool” debe salvar su mundo y viaja a los diferentes universos Marvel; en uno de estos se encuentra a “Wolverine”, quien a regañadientes lo ayudará.

El punto es que a estas alturas, ya todo sabe al montaje complaciente del cine más convencional. Las bromas y situaciones en apariencia que rompen el universo cinematográfico no son nada pero nada nuevo. Es un filme de la franquicia hecho y derecho. Extravagancia, “El Santo contra Capulina”, esto es la comodidad y convención de un lenguaje fílmico mediocre, medianamente entretenida pero carente de la sorpresa del cine.

Hágase un favor, vea algo que le proponga. Le concedo algunos buenos momentos, pero a estas alturas sorprenderse por tan poco, sería lamentable.