/ miércoles 23 de octubre de 2024

La moviola / FICM 22: “La cocina”

Alonso Ruizpalacios (Ciudad de México, 1978), explora y explota las posibilidades técnico narrativas del cine, al servicio de una historia coral que como en “Una película de policías” en 2021, da voz a personajes de algún modo sin voz. Aquellos que subyacen apenas en silencio pero que en muchos sentidos se encuentran al límite de sus posibilidades y entorno. En la cocina, lo cotidiano es caótico, un microcosmos de caos, dolor y en muchos sentidos furia contenida.

Si en “Una película de policías”, híbrido entre documental y ficción, se le daba ritmo y entorno de relato a una pareja de oficiales, con la mezcla de ficcionar a la vez su vida, en “La cocina”, la técnica narrativa empuja la pequeña historia de las personas borradas en el entramado social. La cámara es intrusiva, porque lo que vemos en pantalla, es la jornada laboral de ayudantes de cocina, lavaplatos, meseras en un restaurante de Nueva York.

Los sub suelos del Grill, el restaurante, -la cocina de forma especial- son escenario de los problemas, aflicciones de quienes preparan los alimentos de los clientes. En todo momento, en cada uno de los trabajadores, hay una desesperación contenida. Los malos tratos resultan cotidianos pero no hay tiempo para lamentaciones, el ritmo es caótico, un ritmo infernal que no para.

Ruizpalacios regresa a la ficción y conjuga una maestría y técnica cinematográfica, con plano secuencia incluido, diálogos de rapidez teatral, que incluye en algún punto en que los personajes se sinceran en sus sueños, con salidas humorísticas recurrentes, de una lente, colocada en algún momento, colocada por encima de los personajes, como un Dios intrusivo pero silencioso. Un recurso discreto pero fino, contundente.

“La cocina”, es pues, un depurado relato fílmico, que se basa en “The Kitchen” de Arnold Wesker y que no elude su origen a nivel de dramaturgia, pero que pule en el transcurso del relato su vocación fílmica.

“Pedro” (Raúl Briones, en su punto ante un personaje al límite) es un ayudante de cocina que va de la provocación a la indisciplina con sus compañeros de labor, mantiene una relación con la gringuita mustia “Julia” (Rooney Mara) mesera e inconforme con su posición y espera un hijo del mexicano, que por supuesto no tiene papeles “eres el amor de mi Visa”, bromea un personaje sobre la relación.

“Pedro” a su vez es amigo de “Estela” (Anna Díaz), una joven que con una trampa consigue el trabajo también de ayudante. En la mañana de un día de labor cualquiera, se descubre lo que parece ser un robo, y todos los trabajadores, son sospechosos.

Pero la acción y desesperación por lavar platos, cocinar limpiar, servir, no para. La frenética acción del relato equilibra, rompe las vidas de sueños, algunos irrenunciables, pero en desesperación. “Estela”, descubre – a la par del espectador- una mezcla, una sazón de dolor y caos.

“La cocina”, es uno de los platos fuertes dentro de la Sección de Largometraje Mexicano en Competencia. Tiene buenas posibilidades de llevarse varias estrellas en esta edición. Con todo y que el filme compite reflectores con la visita de Francis Ford Coppola. Pero ese es otro platillo.

Alonso Ruizpalacios (Ciudad de México, 1978), explora y explota las posibilidades técnico narrativas del cine, al servicio de una historia coral que como en “Una película de policías” en 2021, da voz a personajes de algún modo sin voz. Aquellos que subyacen apenas en silencio pero que en muchos sentidos se encuentran al límite de sus posibilidades y entorno. En la cocina, lo cotidiano es caótico, un microcosmos de caos, dolor y en muchos sentidos furia contenida.

Si en “Una película de policías”, híbrido entre documental y ficción, se le daba ritmo y entorno de relato a una pareja de oficiales, con la mezcla de ficcionar a la vez su vida, en “La cocina”, la técnica narrativa empuja la pequeña historia de las personas borradas en el entramado social. La cámara es intrusiva, porque lo que vemos en pantalla, es la jornada laboral de ayudantes de cocina, lavaplatos, meseras en un restaurante de Nueva York.

Los sub suelos del Grill, el restaurante, -la cocina de forma especial- son escenario de los problemas, aflicciones de quienes preparan los alimentos de los clientes. En todo momento, en cada uno de los trabajadores, hay una desesperación contenida. Los malos tratos resultan cotidianos pero no hay tiempo para lamentaciones, el ritmo es caótico, un ritmo infernal que no para.

Ruizpalacios regresa a la ficción y conjuga una maestría y técnica cinematográfica, con plano secuencia incluido, diálogos de rapidez teatral, que incluye en algún punto en que los personajes se sinceran en sus sueños, con salidas humorísticas recurrentes, de una lente, colocada en algún momento, colocada por encima de los personajes, como un Dios intrusivo pero silencioso. Un recurso discreto pero fino, contundente.

“La cocina”, es pues, un depurado relato fílmico, que se basa en “The Kitchen” de Arnold Wesker y que no elude su origen a nivel de dramaturgia, pero que pule en el transcurso del relato su vocación fílmica.

“Pedro” (Raúl Briones, en su punto ante un personaje al límite) es un ayudante de cocina que va de la provocación a la indisciplina con sus compañeros de labor, mantiene una relación con la gringuita mustia “Julia” (Rooney Mara) mesera e inconforme con su posición y espera un hijo del mexicano, que por supuesto no tiene papeles “eres el amor de mi Visa”, bromea un personaje sobre la relación.

“Pedro” a su vez es amigo de “Estela” (Anna Díaz), una joven que con una trampa consigue el trabajo también de ayudante. En la mañana de un día de labor cualquiera, se descubre lo que parece ser un robo, y todos los trabajadores, son sospechosos.

Pero la acción y desesperación por lavar platos, cocinar limpiar, servir, no para. La frenética acción del relato equilibra, rompe las vidas de sueños, algunos irrenunciables, pero en desesperación. “Estela”, descubre – a la par del espectador- una mezcla, una sazón de dolor y caos.

“La cocina”, es uno de los platos fuertes dentro de la Sección de Largometraje Mexicano en Competencia. Tiene buenas posibilidades de llevarse varias estrellas en esta edición. Con todo y que el filme compite reflectores con la visita de Francis Ford Coppola. Pero ese es otro platillo.