/ sábado 5 de octubre de 2024

La moviola / “Jocker: Foliè a Deux”: ¿Por qué tan serios?

@lamoviola

Concedamos a las redes sociales a pesar de su locura, oligofrenia e inmediatez, que la película es fallida. Reservemos el futurismo en el caso de que sea reivindicada con el tiempo. No sería la primera vez que esto sucede y los veredictos, sentencias populacheras y triviales, no deben o no deberían mejor dicho, hacer ruido en el análisis de un filme con muy buena expectativa que al final es víctima de lo que critica.

Porque “Jocker: Foliè a Deux” (Todd Phillips, 2024), es un primer síntoma de desgaste de la moda revisionista que nos aqueja y el barullo mediático la ha hecho pedazos. Pero pecar de simplismo es un acto de mediocridad intelectual. Lo anarquista en este caso es –cito un clásico de esta columna– como dice “Jack el Destripador”, ir por partes.

En algún punto nos perdimos, y compramos la idea de que el “Jocker” de Phillips y Phoenix, partía del personaje emblemático de DC, creado en 1940, por Bob Kane, Bill Finger y Jerry Robinson. Caímos en la trampa y compramos un interesante tratado fílmico de anarquía y otredad como universo alternativo del cómic.

Vistos los resultados, por lo menos al momento de escribir estas líneas, el público está dispuesto, pero no tan dispuesto, a revisar, alterar, reescribir sus íconos culturales pop y vaya que “Jocker” es uno de ellos, pero todo tiene un límite. “Jocker: Foliè a Deux”, se estiró demasiado la liga.

La realidad, es que aunque camina como payaso, ríe como payaso, e incluso canta como payaso, no lo es o por lo menos no el que esperábamos. En ese punto encuentra su desventaja, pero visto ya como secuela, derivado, epílogo de la primera propuesta, puede pasar con cierta dignidad e incluso decoro.

Analizada desde la perspectiva de una puesta sobre la fijación mediática de la sociedad, la otredad en una época de adocenamiento, la necesidad de iconos que nos saquen de nuestra brutal mediocridad resulta directa, algo obvia, y menos audaz que la primera entrega.

Que sea un filme en algunos puntos musical con su tufillo social juega a su favor. Y aun así, es fallida.

Tiene y hay que reconocerlo, puntos a su favor, que reiteran pero en esta ocasión no rompen. Luego de los acontecimientos de la primera entrega “Arthur Fleck” (Joaquin Phoenix, con el Oscar atragantado) vive de manera miserable en “Arkham” y espera ser juzgado. Se ha convertido en símbolo de resistencia por una multitud de babeantes, sobre todo millennials, pseudo anarquistas de café de franquicia, aunque este hecho le tiene en apariencia sin cuidado.

En todo momento vive humillado por los guardias que lo persiguen, y el único contacto que tiene con la realidad es la televisión que ve junto con sus compañeros, psicópatas todos, que da noticias sobre su proceso.

Un día es obligado a pertenecer al coro, donde conoce a otra reclusa “Harley Quinn” (Lady Gaga, que es y no es su personaje, asunto que la rebasa a ella y es culpa de los guionistas, el mismo Phillips y Scott Silvers) y ambos se enamoran.

Juntos, entran a un mundo de fantasía, donde cabe un discreto universo musical, tal vez la mayor audacia del filme.

“Jocker”, en el mejor de los casos, es víctima del propio fenómeno mediático y social que aborda. Lo anterior no la reivindica pero le da acierto interés. Todd Phillps, quien antes de “Jocker” era más bien un artesano, aparece regodeado en su soberbia y Phoenix, perdido en su personaje.

Pero veamos cíomo la coloca el tiempo. Un poco de cautela al barullo. Mientras tanto sólo cabe añadir, una broma macabra: ¿Por qué tan serios?


@lamoviola

Concedamos a las redes sociales a pesar de su locura, oligofrenia e inmediatez, que la película es fallida. Reservemos el futurismo en el caso de que sea reivindicada con el tiempo. No sería la primera vez que esto sucede y los veredictos, sentencias populacheras y triviales, no deben o no deberían mejor dicho, hacer ruido en el análisis de un filme con muy buena expectativa que al final es víctima de lo que critica.

Porque “Jocker: Foliè a Deux” (Todd Phillips, 2024), es un primer síntoma de desgaste de la moda revisionista que nos aqueja y el barullo mediático la ha hecho pedazos. Pero pecar de simplismo es un acto de mediocridad intelectual. Lo anarquista en este caso es –cito un clásico de esta columna– como dice “Jack el Destripador”, ir por partes.

En algún punto nos perdimos, y compramos la idea de que el “Jocker” de Phillips y Phoenix, partía del personaje emblemático de DC, creado en 1940, por Bob Kane, Bill Finger y Jerry Robinson. Caímos en la trampa y compramos un interesante tratado fílmico de anarquía y otredad como universo alternativo del cómic.

Vistos los resultados, por lo menos al momento de escribir estas líneas, el público está dispuesto, pero no tan dispuesto, a revisar, alterar, reescribir sus íconos culturales pop y vaya que “Jocker” es uno de ellos, pero todo tiene un límite. “Jocker: Foliè a Deux”, se estiró demasiado la liga.

La realidad, es que aunque camina como payaso, ríe como payaso, e incluso canta como payaso, no lo es o por lo menos no el que esperábamos. En ese punto encuentra su desventaja, pero visto ya como secuela, derivado, epílogo de la primera propuesta, puede pasar con cierta dignidad e incluso decoro.

Analizada desde la perspectiva de una puesta sobre la fijación mediática de la sociedad, la otredad en una época de adocenamiento, la necesidad de iconos que nos saquen de nuestra brutal mediocridad resulta directa, algo obvia, y menos audaz que la primera entrega.

Que sea un filme en algunos puntos musical con su tufillo social juega a su favor. Y aun así, es fallida.

Tiene y hay que reconocerlo, puntos a su favor, que reiteran pero en esta ocasión no rompen. Luego de los acontecimientos de la primera entrega “Arthur Fleck” (Joaquin Phoenix, con el Oscar atragantado) vive de manera miserable en “Arkham” y espera ser juzgado. Se ha convertido en símbolo de resistencia por una multitud de babeantes, sobre todo millennials, pseudo anarquistas de café de franquicia, aunque este hecho le tiene en apariencia sin cuidado.

En todo momento vive humillado por los guardias que lo persiguen, y el único contacto que tiene con la realidad es la televisión que ve junto con sus compañeros, psicópatas todos, que da noticias sobre su proceso.

Un día es obligado a pertenecer al coro, donde conoce a otra reclusa “Harley Quinn” (Lady Gaga, que es y no es su personaje, asunto que la rebasa a ella y es culpa de los guionistas, el mismo Phillips y Scott Silvers) y ambos se enamoran.

Juntos, entran a un mundo de fantasía, donde cabe un discreto universo musical, tal vez la mayor audacia del filme.

“Jocker”, en el mejor de los casos, es víctima del propio fenómeno mediático y social que aborda. Lo anterior no la reivindica pero le da acierto interés. Todd Phillps, quien antes de “Jocker” era más bien un artesano, aparece regodeado en su soberbia y Phoenix, perdido en su personaje.

Pero veamos cíomo la coloca el tiempo. Un poco de cautela al barullo. Mientras tanto sólo cabe añadir, una broma macabra: ¿Por qué tan serios?