@lamoviola
Una sencillez profunda, humanista y técnica, son pilares del más reciente filme del finlandés Aki Kaurismaki, nacido en 1957 y empujado a cierta fama internacional con Los vaqueros de Leningrado en América en 1994; Kuollet Lehdet (Fallen leaves, Finlandia, Alemania, 2023) la cual ganó el Premio del Jurado en la más reciente edición de Cannes y se proyectó también en el Festival de Sidney y es parte de la programación en la edición 21 del Festival Internacional de Cine de Morelia. Más allá de esto, estamos ante una íntima obra de humor, amor y dolorosa esperanza.
Kaurismaki, fiel a su narrativa y estilo desarrolla un cuento de personajes de una sencillez que apabulla y enternece, explora en lo complejo del alma humana. La cámara es intrusa y susurra en la intimidad de sus personajes pero también del espectador. Fallen Leaves, es la dolorosa tragedia cotidiana que se redime en la esperanza, porque en medio de lo cotidiano llega lo irreal del cuento.
El filme, que se proyectó en el marco del festival en la sección Estrenos internacionales, saca sonrisas melancólicas al público, que desde el principio juega a la propuesta del director: un fresco social con un dejo de irrealidad, que al fin es pilar de la esperanza.
Ansa (la extraordinaria Alma Pōysti, presente en la Gala donde del filme el martes) es una mujer de clase trabajadora que vive sola. Su única compañía es un radio donde escucha las noticias de la guerra en Ucrania. En una de sus pocas salidas conoce a Hollapa (Jussi Vattanen) un obrero alcohólico más bien pragmático y algo misántropo. Una torpe cita entre los dos, un teléfono extraviado y como marco las condiciones de vida de un sector de la sociedad finlandesa, entregan lo que en el fondo puede ser una comedia romántica y social sin la complacencia del cine mainstream.
Porque Fallen Leaves, o quizá sea más preciso escribir Kuollet Lehdet, en lo externo nos lleva a paisajes urbanos que pueden parecer duros y desoladores: las trastiendas de centros comerciales, fábricas donde se explota sin esperanza al ser humano, pero en lo interno, el universo es lúdico, desde la concepción cinematográfica. Es pues, un cuento en el alma y testimonio social en el cuerpo.
Una sutil ternura es pieza clave en la interpretación de los protagonistas que con silencios y una efectiva cámara transmiten, amor, dolor y sobre todo la búsqueda de redención.
Kaurismaki da muestras de maestría técnica que siempre está al servicio de una historia en apariencia sencilla pero que en lo cotidiano lleva lo profundo. Esa trayectoria del ser común, es la línea de la edición 21 del Festival. El equilibrio con otras entregas es una sutil esperanza.
Como colofón para esta entrega, esta Lumbresueño (José Pablo Escamilla, 2023) y Tótem (Lila Avilés), que merecen su espacio aparte y están en la Sección de Largometraje Mexicano en Competencia.