Por Gerardo Gil Ballesteros
La Ciudad y el Estado de México continúan en semáforo rojo por el aumento de casos de Covid-19. Una semana en la que diversas actividades comerciales ven pospuesta su apertura. La industria del entretenimiento hasta el momento es de las más afectadas. Y el cine en particular se ha visto dañado por la situación mundial. Ya no digamos los estrenos internacionales –que tendrán de alguna manera u otra salida espectacular en cuanto sea posible-, filmes mexicanos han tenido que posponer su exhibición y su posición no es nada cómoda.
Basta recordar el caso de El diablo entre las piernas (Arturo Ripstein, 2020) la cual se iba a estrenar el 20 de marzo del año pasado, pero la pandemia la pospuso y hasta la fecha no ha podido ser vista como se merece. Hay otros largometrajes que por poco y no les toca exhibición comercial, Familia de medianoche (Luke Lorentzen, 2019), es un ejemplo; se pudo ver antes de que cerraran los cines. En todo caso, hoy se puede disfrutar en Netflix. Sería bueno plantearse reestrenos de películas mexicanas para ser vistas en pantalla grande y apoyar a la industria nacional.
Fractal (Mariana González, 2020) es otro ejemplo de un filme que espera un estreno justo en las salas aunque se pudo ver en la Selección Oficial de Largometraje Mexicano en el Guanajuato International Film Festival 2020. Una historia que parte de una anécdota en apariencia sencilla, revela a personajes en una trayectoria de vacío existencial. Su meta será encontrar sus verdaderas dudas. El reflejo de una parte de la juventud, sin ningún tipo de complacencia y sí una más que adecuada narrativa y sobre todo buenas actuaciones. En éstas recae gran parte del peso del largometraje.
La búsqueda de Mónica (Ximena Romo), luego de que desaparece en un after, por sus amigos Tamara (Ruth Ramos), Marco (Juan Carlos Huguenin), quienes son pareja y el irresponsable y discretamente cínico Fede (Mario Moreno del Moral), quien la acompañaba y se la quería ligar, descubre una serie interacciones y tensiones soterradas en los veinteañeros sin rumbo.
El filme refleja una parte de la juventud que elude confrontar su desazón. La tensión por la incertidumbre del paradero de su amiga, es sólo un pretexto para salir de su marasmo melancólico que sobrellevan con coca y watts.
Road movie aderezado con un poco de suspenso, y diálogos reveladores del vacío en el que se encuentran los personajes: Tamara, quien toma la responsabilidad de la búsqueda ante un infantil Marco y Fede, que elude en todo momento su culpa por el descuido.
Buenas actuaciones de los tres protagonistas concretan una propuesta fílmica de discreto suspenso, retrato social y algo de humor. Vale la pena darle una oportunidad.
Cierro esta entrega con una pregunta: Ante una semana más de cierre, ¿no sería bueno considerar a las librerías actividad prioritaria? La próxima semana vamos con Soul (Docter, 2020), pero vale la pena en ocasiones salirse del blockbuster. Sobre todo en las actuales circunstancias.