/ jueves 1 de agosto de 2024

La muerte tiene permiso

Las imágenes de cuerpos sin vida, tal vez más de 20, circularon por las redes sociales. Los hechos sucedieron en Chiapas y las autoridades rompieron el silencio cuando la nota saltó a uno de los principales diarios del país. Para ese momento, los cuerpos se pudrían al sol. Para cuando se imprime este artículo ya nadie habla de la masacre.

En las playas de Acapulco aparecen cuerpos mutilados. Es difícil saber si estos homicidios se contabilizaron. En el telediario del pasado viernes se difundieron imágenes donde habitantes del puerto se quejan del aumento de los comestibles, la causa: el crimen organizado.

En Sinaloa, un diputado federal electo y ex rector de la universidad es asesinado; días antes la Guardia Nacional le había quitado la protección. En el Estado de México, fue privado de la vida un jefe de policía, era un hombre cercano al próximo secretario de seguridad.

En este sexenio, le han arrebatado la vida a cerca de 200 mil personas. Sin embargo, la violencia se ha normalizado y parece importarle poco al ciudadano. En México no se ven las manifestaciones que en otras naciones se suscitan ante los asesinatos bestiales. Tampoco hay reacciones de las organizaciones empresariales o sindicales de carácter nacional.

La normalización de la violencia se nutre de acciones y omisiones del gobierno, sociedad y políticos. 1).- Desde el gobierno se ha construido la creencia que es un mal sin remedio, esto sucede de manera sutil, cuando se insiste que los homicidios son producto de una guerra declarada por Calderón y no resuelta por Peña Nieto, 2).- Muchos gobiernos, de manera consciente o inconsciente, difunden una falacia: “Se matan entre ellos” haciendo pensar que la muerte no acecha a la persona común, 3).-La clase política poco habla de la violencia y solo voces aisladas critican a los gobernantes omisos, de tal manera que si no hay crítica, tampoco hay comparación. 4).- Actores de peso, como líderes de empresariales y laborales, no llaman a cuentas a los políticos, y en muchas ocasiones hasta evaden el tema. 5.- A lo anterior, se suma la tendencia humana para adaptarse a las circunstancias e incluso a negarlas o no visibilizarlas.

Me gustaría pensar que con el próximo gobierno se va a terminar con el baño de sangre. Me desalienta que, en lo poco que sabemos de la propuesta de seguridad, salvo el nombre del secretario, no hay nada nuevo.

“La muerte tiene permiso” es un famoso cuento del maestro Edmundo Valadés, relata el homicidio de un cruel cacique. En la narración, el permiso para asesinarlo lo otorga la razón y la justicia de un pueblo oprimido. Ahora, lo concede la normalización de la violencia y el silencio de políticos, empresarios y líderes obreros.

Esta columna contiene párrafos de una publicada hace tiempo, de nuevo la pongo a disposición del lector. Los crímenes continúan y ahora nos traen mareados con las olimpiadas y una reforma al Poder Judicial.

Las imágenes de cuerpos sin vida, tal vez más de 20, circularon por las redes sociales. Los hechos sucedieron en Chiapas y las autoridades rompieron el silencio cuando la nota saltó a uno de los principales diarios del país. Para ese momento, los cuerpos se pudrían al sol. Para cuando se imprime este artículo ya nadie habla de la masacre.

En las playas de Acapulco aparecen cuerpos mutilados. Es difícil saber si estos homicidios se contabilizaron. En el telediario del pasado viernes se difundieron imágenes donde habitantes del puerto se quejan del aumento de los comestibles, la causa: el crimen organizado.

En Sinaloa, un diputado federal electo y ex rector de la universidad es asesinado; días antes la Guardia Nacional le había quitado la protección. En el Estado de México, fue privado de la vida un jefe de policía, era un hombre cercano al próximo secretario de seguridad.

En este sexenio, le han arrebatado la vida a cerca de 200 mil personas. Sin embargo, la violencia se ha normalizado y parece importarle poco al ciudadano. En México no se ven las manifestaciones que en otras naciones se suscitan ante los asesinatos bestiales. Tampoco hay reacciones de las organizaciones empresariales o sindicales de carácter nacional.

La normalización de la violencia se nutre de acciones y omisiones del gobierno, sociedad y políticos. 1).- Desde el gobierno se ha construido la creencia que es un mal sin remedio, esto sucede de manera sutil, cuando se insiste que los homicidios son producto de una guerra declarada por Calderón y no resuelta por Peña Nieto, 2).- Muchos gobiernos, de manera consciente o inconsciente, difunden una falacia: “Se matan entre ellos” haciendo pensar que la muerte no acecha a la persona común, 3).-La clase política poco habla de la violencia y solo voces aisladas critican a los gobernantes omisos, de tal manera que si no hay crítica, tampoco hay comparación. 4).- Actores de peso, como líderes de empresariales y laborales, no llaman a cuentas a los políticos, y en muchas ocasiones hasta evaden el tema. 5.- A lo anterior, se suma la tendencia humana para adaptarse a las circunstancias e incluso a negarlas o no visibilizarlas.

Me gustaría pensar que con el próximo gobierno se va a terminar con el baño de sangre. Me desalienta que, en lo poco que sabemos de la propuesta de seguridad, salvo el nombre del secretario, no hay nada nuevo.

“La muerte tiene permiso” es un famoso cuento del maestro Edmundo Valadés, relata el homicidio de un cruel cacique. En la narración, el permiso para asesinarlo lo otorga la razón y la justicia de un pueblo oprimido. Ahora, lo concede la normalización de la violencia y el silencio de políticos, empresarios y líderes obreros.

Esta columna contiene párrafos de una publicada hace tiempo, de nuevo la pongo a disposición del lector. Los crímenes continúan y ahora nos traen mareados con las olimpiadas y una reforma al Poder Judicial.