/ viernes 31 de mayo de 2024

La producción de alimentos y el combate a la pobreza

Uno de los objetivos prioritarios de gobierno, y creo que de todos los mexicanos, es la erradicación de la pobreza en nuestro país y sobre todo la pobreza extrema, que se define como la falta de recursos de una persona para satisfacer sus necesidades básicas, como lo es la alimentación.

Y eso tiene que ver con la seguridad alimentaria, que es la situación en la que todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos, para satisfacer sus necesidades alimenticias para desarrollar una vida saludable.

Está establecido en el artículo Cuarto de la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, y que el Estado la garantizará.

Para poder reducir la pobreza extrema y satisfacer las necesidades de alimentación se tienen que cumplir dos objetivos básicos: por una parte, mejorar el ingreso de las personas y, por otro lado, garantizar que existan alimentos suficientes, asequibles y sanos.

Los programas sociales ayudan a mejorar los ingresos de personas más vulnerables, más no son suficientes, ya que la inflación en los alimentos afecta el poder adquisitivo de la población y sus impactos son mucho mayores en los deciles de más bajos ingresos, ya que estos dedican más del 50% de lo que ganan a la compra de alimentos.

Es necesario promover la generación de más y mejores empleos; para ello también se debe poner especial énfasis en un modelo educativo eficiente y acorde a la nueva realidad que vivimos.

Existe un estudio que fue realizado en el 2008 por el Banco Mundial, en el que, con información y datos de 42 países, establecía que si el crecimiento del PIB es originado en la agricultura, beneficia en mayor grado a la mitad más pobre de la población. Asegura que un crecimiento del 1% originado en el sector agropecuario aumenta el gasto de los tres deciles más pobres en al menos 2.5 veces la magnitud en que lo generó el crecimiento originado en el resto de la economía, por lo que el sector agropecuario puede ser un gran aliado para el objetivo del combate a la pobreza.

Viene un cambio de gobierno y con ello la oportunidad de analizar qué políticas y acciones han sido exitosas para consolidarlas y fortalecerlas; cuales de ellas no han funcionado y es necesario eliminarlas o modificarlas, y la oportunidad de crear nuevas políticas que atiendan las grandes necesidades que existen.

La producción de alimentos debe estar en la agenda más alta de las prioridades de gobierno y para ello es necesario establecer una nueva política; una nueva visión para el sector agroalimentario mexicano, que ponga en el centro a las y los productores del campo; a quienes nos dan de comer, y arriesgan día con día sus patrimonios y sus inversiones.

En México existe un mosaico muy diverso en el sector agropecuario y pesquero, por las diferentes regiones que lo integran; por su diversidad geográfica y de climas; los variados tamaños de productores y la disponibilidad de recursos naturales. Por todo esto las políticas públicas deben considerar estos factores, para que se pueda aprovechar el potencial productivo a lo largo y ancho del país. Además, algo que es fundamental, es que tiene que hacerse de manera sustentable, protegiendo el medio ambiente y cuidando los recursos naturales.

Se deben impulsar proyectos productivos que incentiven la vocación productiva regional y que detonen el desarrollo de las comunidades, generando más y mejores empleos, promoviendo mayor inversión y valor agregado a la producción primaria y, sobre todo, garantizar a toda la población alimentos saludables, inocuos y asequibles.

Promover y garantizar la producción de alimentos mediante programas de apoyo diferenciados, así como de financiamiento oportuno, suficiente y competitivo, permitirá, a su vez, generar mejores condiciones; mayor bienestar y, sobre todo, abatir la pobreza extrema que tanto lacera a nuestro país.

Director General del Consejo Nacional Agropecuario


Uno de los objetivos prioritarios de gobierno, y creo que de todos los mexicanos, es la erradicación de la pobreza en nuestro país y sobre todo la pobreza extrema, que se define como la falta de recursos de una persona para satisfacer sus necesidades básicas, como lo es la alimentación.

Y eso tiene que ver con la seguridad alimentaria, que es la situación en la que todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos, para satisfacer sus necesidades alimenticias para desarrollar una vida saludable.

Está establecido en el artículo Cuarto de la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, y que el Estado la garantizará.

Para poder reducir la pobreza extrema y satisfacer las necesidades de alimentación se tienen que cumplir dos objetivos básicos: por una parte, mejorar el ingreso de las personas y, por otro lado, garantizar que existan alimentos suficientes, asequibles y sanos.

Los programas sociales ayudan a mejorar los ingresos de personas más vulnerables, más no son suficientes, ya que la inflación en los alimentos afecta el poder adquisitivo de la población y sus impactos son mucho mayores en los deciles de más bajos ingresos, ya que estos dedican más del 50% de lo que ganan a la compra de alimentos.

Es necesario promover la generación de más y mejores empleos; para ello también se debe poner especial énfasis en un modelo educativo eficiente y acorde a la nueva realidad que vivimos.

Existe un estudio que fue realizado en el 2008 por el Banco Mundial, en el que, con información y datos de 42 países, establecía que si el crecimiento del PIB es originado en la agricultura, beneficia en mayor grado a la mitad más pobre de la población. Asegura que un crecimiento del 1% originado en el sector agropecuario aumenta el gasto de los tres deciles más pobres en al menos 2.5 veces la magnitud en que lo generó el crecimiento originado en el resto de la economía, por lo que el sector agropecuario puede ser un gran aliado para el objetivo del combate a la pobreza.

Viene un cambio de gobierno y con ello la oportunidad de analizar qué políticas y acciones han sido exitosas para consolidarlas y fortalecerlas; cuales de ellas no han funcionado y es necesario eliminarlas o modificarlas, y la oportunidad de crear nuevas políticas que atiendan las grandes necesidades que existen.

La producción de alimentos debe estar en la agenda más alta de las prioridades de gobierno y para ello es necesario establecer una nueva política; una nueva visión para el sector agroalimentario mexicano, que ponga en el centro a las y los productores del campo; a quienes nos dan de comer, y arriesgan día con día sus patrimonios y sus inversiones.

En México existe un mosaico muy diverso en el sector agropecuario y pesquero, por las diferentes regiones que lo integran; por su diversidad geográfica y de climas; los variados tamaños de productores y la disponibilidad de recursos naturales. Por todo esto las políticas públicas deben considerar estos factores, para que se pueda aprovechar el potencial productivo a lo largo y ancho del país. Además, algo que es fundamental, es que tiene que hacerse de manera sustentable, protegiendo el medio ambiente y cuidando los recursos naturales.

Se deben impulsar proyectos productivos que incentiven la vocación productiva regional y que detonen el desarrollo de las comunidades, generando más y mejores empleos, promoviendo mayor inversión y valor agregado a la producción primaria y, sobre todo, garantizar a toda la población alimentos saludables, inocuos y asequibles.

Promover y garantizar la producción de alimentos mediante programas de apoyo diferenciados, así como de financiamiento oportuno, suficiente y competitivo, permitirá, a su vez, generar mejores condiciones; mayor bienestar y, sobre todo, abatir la pobreza extrema que tanto lacera a nuestro país.

Director General del Consejo Nacional Agropecuario