/ jueves 7 de noviembre de 2019

La rivalidad estratégica de China

Por: Diego Jiménez

El pasado primero de octubre, se cumplieron 70 años de la fundación de la República Popular de China; para ello, sus autoridades y su población festejaron, como cada década, con un impresionante desfile militar que permitió revelar importantes avances armamentísticos, principalmente en los rubros de los misiles y de la aviación. En el caso del primero, develó, entre otras cosas, dos misiles balísticos intercontinentales, misiles de largo alcance que, por lo general, portan una cabeza nuclear: el Dongfeng-17 de velocidad hipersónica y capaz de volar a baja altitud, y el Dongfeng-41 con un alcance de hasta 15 mil kilómetros; ambos pueden ser lanzados desde una plataforma móvil en cualquier terreno. En cuanto al campo de la aviación, China hizo púbico el dron de reconocimiento supersónico WZ-8 y el caza furtivo J-20, el más moderno del país. De tal forma, robustece su capacidad de recaudar inteligencia para la aplicación de operaciones estratégicas.

Considero que los avances armamentísticos anteriores no son poca cosa y no deben tomarse a la ligera. Si bien, el objetivo principal del desfile era mostrar el orgullo de su septuagésimo aniversario, el segundo fue comunicar al mundo que China ya no es el país en desarrollo con el que se le asocia, sino todo lo contrario, una potencia en ciernes en los aspectos económico, tecnológico, militar y político. Esta señal es mandada en una difícil coyuntura internacional debido a que nos encontramos en una etapa de transición donde nuevas potencias -países que antes no tenían el poder económico o militar o político que ahora sí tienen-, se enfrentan contra las potencias tradicionales por la lucha de mercados. Es una lucha geoeconómica. El caso más evidente es la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

La verdad es que China ha sido un país que se ha transformado vertiginosamente. Gracias a las reformas implementadas a finales de 1970, por el presidente Deng Xiaoping, China pasó de ser una economía planificada a una economía socialista de mercado, que, junto con otras reformas y su posterior ingreso a la OMC en 2001, el promedio de crecimiento de su PIB, desde 1980 hasta 2018, fue de 9.46%, mientras que el de Estados Unidos fue de 2.58%. Además, en 2014, por términos de poder de paridad de compra, la economía china superó a la estadunidense con 17,632 billones de dólares frente a 17, 461 billones de dólares. Aunado a que China incrementó sus lazos comerciales con América Latina y África obteniendo petróleo, materias primas como hortalizas y frutas, madera, acero y tierras raras, importantes para la fabricación de tecnología digital, mientras que Estados Unidos se concentraba en la guerra contra el terrorismo.

Por otro lado, la participación de China en la ONU, principalmente en el Consejo de Seguridad, era cautelosa, enfocada a salvaguardarse de amenazas externas y solamente a participar en casos de interés nacional; China, dentro de los cinco miembros permanentes, es el país con más abstenciones. Sin embargo, tal ecuación cambió y al día de hoy sí ejerce un papel de liderazgo dentro de la organización. Es el segundo contribuyente, después de Estados Unidos, en el presupuesto de la organización, y de los cinco permanentes, con más de 2 mil efectivos, es el principal aportador de personal para las 13 operaciones de mantenimiento de la paz, siete de ellas están en África, continente prioritario por los intereses económicos chinos.

Lo anterior, ha sido interpretado por varios analistas internacionales como un riesgo para Estados Unidos, debido a que se estima que China desea defenestrar la hegemonía estadunidense, primero en la zona del Pacífico, importante al ser la zona inmediata de China y la región económica más dinámica en el mundo, y después de manera internacional, y es que China también ha construido instituciones internacionales que rivalizan con las que crearon los estadunidenses después de la Segunda Guerra Mundial, un caso es el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura que rivaliza con el Banco Mundial.

Desde 2011 Estados Unidos colocó como prioridad a China y el Pacífico desplegando varias estrategias como la contención de China mediante bloques económicos en Europa y en el Pacífico. Actualmente la contención de la administración del presidente Trump es limitar la capacidad de China para desarrollar alta tecnología, he ahí el motivo de la guerra comercial. China ha respondido a cada acción de la misma forma, construyendo bloques económicos y colocando medidas arancelarias.

De ser cierto el panorama de que China esté rivalizando por la hegemonía internacional y en un futuro supere a Estados Unidos, México, sin lugar a dudas, deberá tener un acercamiento perpetuo y sólido con China, pero al mismo tiempo deberá instrumentar una estrategia diplomática que permita mantener la confluencia entre ambos países para evitar posibles fricciones en una u otra relación bilateral.

Asociado Joven COMEXI

@decnja

Por: Diego Jiménez

El pasado primero de octubre, se cumplieron 70 años de la fundación de la República Popular de China; para ello, sus autoridades y su población festejaron, como cada década, con un impresionante desfile militar que permitió revelar importantes avances armamentísticos, principalmente en los rubros de los misiles y de la aviación. En el caso del primero, develó, entre otras cosas, dos misiles balísticos intercontinentales, misiles de largo alcance que, por lo general, portan una cabeza nuclear: el Dongfeng-17 de velocidad hipersónica y capaz de volar a baja altitud, y el Dongfeng-41 con un alcance de hasta 15 mil kilómetros; ambos pueden ser lanzados desde una plataforma móvil en cualquier terreno. En cuanto al campo de la aviación, China hizo púbico el dron de reconocimiento supersónico WZ-8 y el caza furtivo J-20, el más moderno del país. De tal forma, robustece su capacidad de recaudar inteligencia para la aplicación de operaciones estratégicas.

Considero que los avances armamentísticos anteriores no son poca cosa y no deben tomarse a la ligera. Si bien, el objetivo principal del desfile era mostrar el orgullo de su septuagésimo aniversario, el segundo fue comunicar al mundo que China ya no es el país en desarrollo con el que se le asocia, sino todo lo contrario, una potencia en ciernes en los aspectos económico, tecnológico, militar y político. Esta señal es mandada en una difícil coyuntura internacional debido a que nos encontramos en una etapa de transición donde nuevas potencias -países que antes no tenían el poder económico o militar o político que ahora sí tienen-, se enfrentan contra las potencias tradicionales por la lucha de mercados. Es una lucha geoeconómica. El caso más evidente es la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

La verdad es que China ha sido un país que se ha transformado vertiginosamente. Gracias a las reformas implementadas a finales de 1970, por el presidente Deng Xiaoping, China pasó de ser una economía planificada a una economía socialista de mercado, que, junto con otras reformas y su posterior ingreso a la OMC en 2001, el promedio de crecimiento de su PIB, desde 1980 hasta 2018, fue de 9.46%, mientras que el de Estados Unidos fue de 2.58%. Además, en 2014, por términos de poder de paridad de compra, la economía china superó a la estadunidense con 17,632 billones de dólares frente a 17, 461 billones de dólares. Aunado a que China incrementó sus lazos comerciales con América Latina y África obteniendo petróleo, materias primas como hortalizas y frutas, madera, acero y tierras raras, importantes para la fabricación de tecnología digital, mientras que Estados Unidos se concentraba en la guerra contra el terrorismo.

Por otro lado, la participación de China en la ONU, principalmente en el Consejo de Seguridad, era cautelosa, enfocada a salvaguardarse de amenazas externas y solamente a participar en casos de interés nacional; China, dentro de los cinco miembros permanentes, es el país con más abstenciones. Sin embargo, tal ecuación cambió y al día de hoy sí ejerce un papel de liderazgo dentro de la organización. Es el segundo contribuyente, después de Estados Unidos, en el presupuesto de la organización, y de los cinco permanentes, con más de 2 mil efectivos, es el principal aportador de personal para las 13 operaciones de mantenimiento de la paz, siete de ellas están en África, continente prioritario por los intereses económicos chinos.

Lo anterior, ha sido interpretado por varios analistas internacionales como un riesgo para Estados Unidos, debido a que se estima que China desea defenestrar la hegemonía estadunidense, primero en la zona del Pacífico, importante al ser la zona inmediata de China y la región económica más dinámica en el mundo, y después de manera internacional, y es que China también ha construido instituciones internacionales que rivalizan con las que crearon los estadunidenses después de la Segunda Guerra Mundial, un caso es el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura que rivaliza con el Banco Mundial.

Desde 2011 Estados Unidos colocó como prioridad a China y el Pacífico desplegando varias estrategias como la contención de China mediante bloques económicos en Europa y en el Pacífico. Actualmente la contención de la administración del presidente Trump es limitar la capacidad de China para desarrollar alta tecnología, he ahí el motivo de la guerra comercial. China ha respondido a cada acción de la misma forma, construyendo bloques económicos y colocando medidas arancelarias.

De ser cierto el panorama de que China esté rivalizando por la hegemonía internacional y en un futuro supere a Estados Unidos, México, sin lugar a dudas, deberá tener un acercamiento perpetuo y sólido con China, pero al mismo tiempo deberá instrumentar una estrategia diplomática que permita mantener la confluencia entre ambos países para evitar posibles fricciones en una u otra relación bilateral.

Asociado Joven COMEXI

@decnja

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