/ jueves 14 de noviembre de 2024

¿La terapia para hombres puede ayudar a reducir la violencia?

Para aliviar sus penas, mi bisabuelo Seferino se engullía una botella de tequila y quizá se entrompaba con un par de jalisquillos en el rodeo de Autlán de Navarro. Sin embargo, este método no le ayudaba con mamá-María y vivieron permanentemente peleados.

Hoy, sus bisnietos tenemos muchas más opciones para sanar. Una de ellas, ir a terapia. Pero, ¿quién habría pensado que la terapia no solo habría ayudado a Seferino con su esposa, sino que también pudo haber sido una opción para reducir la violencia de aquellos tiempos en Autlán?

¿Por qué terapia? Me refiero a la terapia cognitivo-conductual (TCC), comúnmente utilizada para tratar la depresión, pero que en años recientes se ha convertido en una herramienta relevante para prevenir y reducir el crimen y la violencia. La TCC guía a los participantes a reflexionar sobre sus pensamientos y cambiar patrones automáticos de comportamientos impulsivos o violentos. A través de técnicas de autorregulación emocional, manejo de estrés y desarrollo de habilidades interpersonales, la TCC busca que los individuos incorporen nuevos hábitos y enfoques de decisión en su vida.

¿Por qué en hombres? Como mencioné antes, un programa es costo-efectivo si se enfoca en las personas, lugares y comportamientos de más alto riesgo. La TCC interviene en comportamientos de alto riesgo que generalmente se concentran en hombres de ingresos bajos. En México, en 2023 el 87.6% de los homicidios correspondieron a hombres—y el 89% de los actos de violencia lesiva y letal son perpetrados por hombres hacia otros hombres (INEGI). Este patrón de concentración, con cierta variación, se repite en delitos como robo y secuestro. En términos de salud mental, por ejemplo, de los 9,072 suicidios en 2023, el 80.58% fueron hombres.

En intervenciones enfocadas en hombres en/de alto riesgo, la TCC ha mostrado evidencia prometedora en reducir la reincidencia y conductas violentas. Un metanálisis de 58 intervenciones de TCC encontró que puede reducir la reincidencia en un 25%.* Recomiendo leer experiencias como las de Chicago y Liberia; en esta última se documentó su costo-efectividad, donde cada delito evitado costó en promedio $50 MXN.**

En México, varias policías y organizaciones han incorporado la TCC o sus elementos en sus programas. El programa Alto al Fuego de la Secretaría de Seguridad de la Ciudad de México incluye TCC en talleres como “Fénix” y “Sanar.” En Sinaloa, la organización Mujeres de Paz implementa el modelo de TCC en su programa Reconstruyéndome con agresores por violencia familiar. Además, otras organizaciones incorporan elementos de TCC en su programa. Reinserta, por ejemplo, ofrece apoyo psicológico y terapias para sobrevivientes de violencia severa. MEJORESHombres, organiza círculos de reflexión sobre masculinidades responsables con población privada de libertad. Estos y otros programas merecen ser documentados, evaluados y, en su caso, replicados.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. Estos programas suelen ser costosos y, debido a su complejidad, difíciles de replicar y expandir. Además, existen críticas a la fidelidad en la implementación y los métodos de evaluación (recomiendo leer a D. Gorman y VerBruggen***). Y claro, aunque la TCC está enfocada en la población masculina en alto riesgo por su costo-efectividad, no excluye la necesidad de programas específicos para proteger a las mujeres, quienes enfrentan riesgos propios de violencia de género (recomiendo leer a Josué Lavandeira****).

A pesar de estas limitaciones, es un camino que debe explorarse más. Policías y organizaciones pueden tener certeza de que estas metodologías, solas o combinadas, representan un mejor uso de recursos. Más aún, con el avance de la inteligencia artificial, incluso pueden surgir maneras de innovar y escalar la TCC para hacerla menos costosa. Quién sabe, quizá si mi bisabuelo hubiera tenido una aplicación móvil de TCC, habría evitado dormir en el sillón tantas veces—y muchos hombres no se hubieran matado entre sí.

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*Lipsey, M. W., Landenberger, N. A., & Wilson, S. J. (2007). Effects of Cognitive-Behavioral Programs for Criminal Offenders.

**En Chicago (Heller et al., 2017) encontraron menos arrestos entre jóvenes vulnerables. En Liberia, Blattman et al. (2022) observaron una reducción duradera de robos y agresiones al combinar la TCC con apoyo económico. El programa de TCC en Liberia costo aproximadamente $530 por participante. Se estima que esta intervención evitó al menos 200 delitos por participante, lo que equivale a $2.50 por cada crimen evitado. En Chicago, se sugirió que los beneficios del programa podrían superar los costos hasta 20 veces (Bhatt et al., 2023).

***Gorman, C. D., & VerBruggen, R. (2024, 10 de octubre). Can Therapy Cure Criminal Impulses? City Journal

****Lavandeira, J. (2023, 11 de noviembre). A los hombres también nos matan. El Universal.


Para aliviar sus penas, mi bisabuelo Seferino se engullía una botella de tequila y quizá se entrompaba con un par de jalisquillos en el rodeo de Autlán de Navarro. Sin embargo, este método no le ayudaba con mamá-María y vivieron permanentemente peleados.

Hoy, sus bisnietos tenemos muchas más opciones para sanar. Una de ellas, ir a terapia. Pero, ¿quién habría pensado que la terapia no solo habría ayudado a Seferino con su esposa, sino que también pudo haber sido una opción para reducir la violencia de aquellos tiempos en Autlán?

¿Por qué terapia? Me refiero a la terapia cognitivo-conductual (TCC), comúnmente utilizada para tratar la depresión, pero que en años recientes se ha convertido en una herramienta relevante para prevenir y reducir el crimen y la violencia. La TCC guía a los participantes a reflexionar sobre sus pensamientos y cambiar patrones automáticos de comportamientos impulsivos o violentos. A través de técnicas de autorregulación emocional, manejo de estrés y desarrollo de habilidades interpersonales, la TCC busca que los individuos incorporen nuevos hábitos y enfoques de decisión en su vida.

¿Por qué en hombres? Como mencioné antes, un programa es costo-efectivo si se enfoca en las personas, lugares y comportamientos de más alto riesgo. La TCC interviene en comportamientos de alto riesgo que generalmente se concentran en hombres de ingresos bajos. En México, en 2023 el 87.6% de los homicidios correspondieron a hombres—y el 89% de los actos de violencia lesiva y letal son perpetrados por hombres hacia otros hombres (INEGI). Este patrón de concentración, con cierta variación, se repite en delitos como robo y secuestro. En términos de salud mental, por ejemplo, de los 9,072 suicidios en 2023, el 80.58% fueron hombres.

En intervenciones enfocadas en hombres en/de alto riesgo, la TCC ha mostrado evidencia prometedora en reducir la reincidencia y conductas violentas. Un metanálisis de 58 intervenciones de TCC encontró que puede reducir la reincidencia en un 25%.* Recomiendo leer experiencias como las de Chicago y Liberia; en esta última se documentó su costo-efectividad, donde cada delito evitado costó en promedio $50 MXN.**

En México, varias policías y organizaciones han incorporado la TCC o sus elementos en sus programas. El programa Alto al Fuego de la Secretaría de Seguridad de la Ciudad de México incluye TCC en talleres como “Fénix” y “Sanar.” En Sinaloa, la organización Mujeres de Paz implementa el modelo de TCC en su programa Reconstruyéndome con agresores por violencia familiar. Además, otras organizaciones incorporan elementos de TCC en su programa. Reinserta, por ejemplo, ofrece apoyo psicológico y terapias para sobrevivientes de violencia severa. MEJORESHombres, organiza círculos de reflexión sobre masculinidades responsables con población privada de libertad. Estos y otros programas merecen ser documentados, evaluados y, en su caso, replicados.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. Estos programas suelen ser costosos y, debido a su complejidad, difíciles de replicar y expandir. Además, existen críticas a la fidelidad en la implementación y los métodos de evaluación (recomiendo leer a D. Gorman y VerBruggen***). Y claro, aunque la TCC está enfocada en la población masculina en alto riesgo por su costo-efectividad, no excluye la necesidad de programas específicos para proteger a las mujeres, quienes enfrentan riesgos propios de violencia de género (recomiendo leer a Josué Lavandeira****).

A pesar de estas limitaciones, es un camino que debe explorarse más. Policías y organizaciones pueden tener certeza de que estas metodologías, solas o combinadas, representan un mejor uso de recursos. Más aún, con el avance de la inteligencia artificial, incluso pueden surgir maneras de innovar y escalar la TCC para hacerla menos costosa. Quién sabe, quizá si mi bisabuelo hubiera tenido una aplicación móvil de TCC, habría evitado dormir en el sillón tantas veces—y muchos hombres no se hubieran matado entre sí.

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*Lipsey, M. W., Landenberger, N. A., & Wilson, S. J. (2007). Effects of Cognitive-Behavioral Programs for Criminal Offenders.

**En Chicago (Heller et al., 2017) encontraron menos arrestos entre jóvenes vulnerables. En Liberia, Blattman et al. (2022) observaron una reducción duradera de robos y agresiones al combinar la TCC con apoyo económico. El programa de TCC en Liberia costo aproximadamente $530 por participante. Se estima que esta intervención evitó al menos 200 delitos por participante, lo que equivale a $2.50 por cada crimen evitado. En Chicago, se sugirió que los beneficios del programa podrían superar los costos hasta 20 veces (Bhatt et al., 2023).

***Gorman, C. D., & VerBruggen, R. (2024, 10 de octubre). Can Therapy Cure Criminal Impulses? City Journal

****Lavandeira, J. (2023, 11 de noviembre). A los hombres también nos matan. El Universal.